martes, 24 de diciembre de 2013

El nacimiento de Cristo


Mientras quede un apetito todavía insatisfecho, mientras Cristo no nazca, debemos esperarlo con ansias e impaciencia. Cuando se establezca la verdadera paz no tendremos necesidad de pruebas; ella se reflejará en nuestras vidas, no sólo en las individuales sino también en la colectiva. Entonces diremos que Cristo ha nacido. Entonces no pensaremos en un día en particular del año como día del nacimiento de Cristo, sino en un evento siempre recurrente que puede ser vivido por cada uno. 

Cuanto más pienso en la religión fundamental, cuanto más pienso en el extraordinario nacimiento de tantos Maestros, llegados a nosotros de época en época y de religión en religión, más me doy cuenta de que detrás está la verdad eterna de la que he hablado. Ella consiste en la vida vivida, que no se detiene jamás, que progresa constantemente hacia la paz. 

Por lo tanto cuando se augura "Feliz Navidad", sin pensar en el significado de esta expresión, ella no es más que una fórmula vacía. Y si no se augura la paz a cada ser viviente, no podemos augurarnos la paz a nosotros mismos. Es un axioma evidente como los axiomas de Euclides: no puede haber paz en una persona si en ella no hay también un ardiente deseo de paz para todo aquello que tiene en torno. Podéis ciertamente experimentar la paz aun en medio de la lucha, pero esto sucede sólo si para hacer cesar la lucha perdéis la vida, os crucificáis vosotros mismos. 

Y así, como el prodigioso nacimiento es un evento eterno, también la cruz es un evento eterno en esta vida tempestuosa. El Cristo viviente significa una cruz viviente. Sin ésta, la vida es una muerte viviente. 

No he llegado a estar de acuerdo jamás con las diversiones de las fiestas navideñas. Me han parecido siempre contrarias a la vida y las enseñanzas de Jesús. 

¡Cómo quisiera que América pudiese dar ejemplo, aprovechando las fiestas de Navidad para una real toma de conciencia moral y dedicación a aquella humanidad por la cual Jesús ha vivido y ha muerto en la cruz! 

La fortuna quiso que encontrara Roma en mi camino. Así pude ver algo de aquella grande y antigua ciudad. ¡Y qué no hubiera estado dispuesto a dar para poder inclinar mi frente delante de la imagen de Cristo crucificado custodiado en el Vaticano! Esa imagen está siempre delante de mis ojos. Esta escultura es capaz de conmover aun a los corazones más duros. El cuerpo está cubierto solamente por un pedazo de tela, como hacen los pobres de nuestro pueblo. ¡Y qué maravillosa expresión de compasión! 

Sólo con esfuerzo logré al fin alejarme de aquella escena de tragedia viviente. Allí comprendí, todavía una vez más que también las naciones, como los individuos, podían crearse sólo a través de la agonía de la cruz y de ningún otro modo. La alegría no nace del sufrimiento por las penas ajenas, sino del sufrimiento que voluntariamente soportamos nosotros mismos.
 Mahatma Gandhi
(de libro 'Jesús y el cristianismo')

viernes, 13 de diciembre de 2013

Salir enteramente de si mismo

El Bendito Señor Jesús

Una de las mayores paradojas de la vida mística es ésta: nadie puede penetrar en el más hondo centro de si mismo y llegar por este centro hasta Dios, si no es capaz de salir enteramente de sí mismo y vaciarse de sí y entregarse a otros en la pureza de un abnegado amor.

Y así una de las peores ilusiones de la vida mística sería intentar hallar a Dios encerrándote dentro de tu propia alma, dejando afuera toda realidad externa mediante pura concentración y fuerza de voluntad, separándote del mundo y los demás hombres, apretándote dentro de tu mente y cerrando la puerta como una tortuga.

Afortunadamente, la mayoría de los hombres que lo intentaron no lo consiguieron. Pues el autohipnotismo es exactamente lo contrario de la contemplación. Entramos en posesión de Dios cuando Él invade todas nuestras facultades con Su luz y Su fuego infinito. Pero el procedimiento de narcotizar tu espíritu y aislarte,de todo lo que vive, meramente te insensibiliza para todas las oportunidades del amor, que es la fuente de la contemplación.

Cuanto más me identifico con Dios, tanto más me identificaré con todos los demás que están identificados con Él. Su Amor vivirá en todos nosotros. Su Espíritu será nuestra única Vida, la Vida de todos nosotros y la Vida de Dios. Y nos amaremos los unos a los otros y amaremos a Dios con el mismo Amor con que nos ama y Se ama. Este Amor es Dios mismo.

Cristo rogaba que todos los hombres se hicieran Uno como Él era Uno con Su Padre, en la Unidad del Espíritu Santo. Por lo tanto, cuando tú y yo seamos lo que realmente deberíamos ser, descubriremos no sólo que nos amamos perfectamente, sino también que ambos vivimos en Cristo y Cristo en nosotros, y que todos somos un solo Cristo.

Thomas Merton
Semillas de Contemplación

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Bienaventurados los pobres de espíritu

El Bendito Señor Jesús 

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

En esta bienaventuranza, Cristo habla de la característica principal que el discípulo deberá tener antes de estar preparado para aceptar lo que el maestro iluminado ha de ofrecerle. Deberá ser pobre en espíritu; en otras palabras, deberá ser humilde. Si un hombre tiene orgullo por erudición, riqueza, belleza o linaje, o tiene ideas preconcebidas acerca de lo que es la vida espiritual o acerca de cómo ha de enseñársele, su mente no es receptiva para las enseñanzas superiores. En el Bhagavad-Gita, el evangelio de los hindúes, leemos: "Aquellas almas iluminadas que han realizado la Verdad te instruirán en el conocimiento de Brahman –el conocimiento trascendente de Dios– si te postras ante ellas, las interrogas y las sirves como discípulo."

Según un cuento indio, un hombre acudió a un maestro y le pidió que le convirtiera en discípulo. El maestro, con su discriminación espiritual, comprendió que el hombre no estaba preparado para que se le enseñara. De modo que le preguntó: ¿Sabes qué has de hacer a fin de ser un discípulo?... El hombre no lo sabía, y le pidió al maestro que se lo dijese. –Bien, dijo el maestro, tienes que buscar agua, juntar leña, cocinar y pasar muchas horas de trabajo pesado. También tienes que estudiar. ¿Quieres hacer todo eso?... El hombre le dijo: Ahora sé lo que tiene que hacer el discípulo. Por favor, dime, ¿qué hace el maestro?… –Oh, el maestro está sentado y da instrucciones espirituales en su modo sosegado. –¡Ah. comprendo -dijo el hombre-. En ese caso, no quiero ser un discípulo. ¿Por qué no me conviertes en un maestro?...

Todos queremos ser maestros. Pero antes de que lleguemos a ser maestros, debemos aprender a ser discípulos. Debemos aprender a ser humildes.

"El Sermón del Monte según el Vedanta"
Swami Prabhavananda

martes, 26 de noviembre de 2013

Una invitación sencilla

Sri Ramakrishna

Editorial


Así como para una persona miope el comenzar a usar lentes recetados por un buen especialista, resulta prácticamente un milagro, todo lo que veía desdibujado y lejano ahora lo ve con nitidez, del mismo modo, los que hemos padecido de miopía espiritual y hemos tenido la bendición de conocer a un buen especialista que nos presentó, generosamente, la figura de Sri Ramakrishna, hemos sentido el mismo milagro, porque a través de su vida y enseñanzas, comenzamos a ver con una nueva luz el contorno borroso de la imagen que teníamos de Dios el cual estaba muy lejano y al que recurríamos en momentos de necesidad.

Fue una invitación sencilla y cariñosa a ponernos en contacto con El; esa invitación es para todos, Sri Ramakrishna practicó y alcanzó la meta por varios senderos religiosos (islamismo y cristianismo, entre otros), por lo tanto no es una cuestión de conversión sino de intentar llegar a Dios desde el lugar donde estamos; y la manera de lograrlo es,  como dijo Amado Nervo refiriéndose a Su Evangelio: "Tan profundamente familiar, tan familiarmente profundo".

Quizá no tengamos las condiciones para las grandes hazañas espirituales, pero todos podemos comenzar a entablar un trato familiar con Dios: instalar su imagen en nuestra casa, ofrecerle flores e incienso ... y aunque nos parezca juego de niños, en algún momento sentiremos la necesidad de saludarLo al irnos y también al llegar a la casa; y,  si en medio de las tareas, tenemos un recuerdo amoroso de El, brotará una dulce tibieza en nuestro corazón.

Perseverando en este intento llegaremos a tener la convicción de lo que tantas veces dice Swami Pareshanada: "Debe haber un sincero esfuerzo por lograr una asociación constante y amorosa con Dios dentro del corazón, entonces, la vida humana cobra significado".




sábado, 16 de noviembre de 2013

Simbolismo de Shiva Natarash

Shiva Natarash

Shiva Natarash, el señor de la danza, consolida en una sola imagen muchos significados de la tradición hindú. Este es tal vez el más rico y elegante símbolo del hinduismo. Los hindúes lo utilizan para explicar su existencia y su futuro.

La histórica danza de Shiva se plantea como un baile de destrucción. Según la leyenda, algunos enemigos deseaban destruir a Shiva. Enviaron un enanito llamado el diablo del olvido. El enano era la encarnación del mal. Para combatirlo, Shiva inició su danza cósmica, subyugando al demonio y liberando al mundo. Shiva salta sobre el enano y le aplasta la espalda con un pie.

La danza de Shiva está compuesta por la combinación siempre fluyente de sus cinco actividades. El poder de la creación está representado por la mano derecha en alto y el tambor, sobre el cual toca y produce las vibraciones de las que emanan los ritmos y ciclos de la creación. El poder de mantener está representado por la mano derecha de abajo en un gesto de bendecir o indicación de no temer. El poder de destrucción se muestra a través del fuego que sostiene en su mano izquierda elevada en una pose de media luna. El poder de ocultar es aquel que esconde la verdad, permitiendo así el crecimiento y eventual cumplimiento del destino, representado por el pie derecho parado sobre el demonio postrado. El poder de revelar brinda conocimiento y libera el espíritu. Este está representado por el pie izquierdo levantado y la mano izquierda hacia abajo como una trompa de elefante.

El arco de fuego dentro del cual baila Shiva es el vestíbulo de la conciencia. Conocido también como el corazón lleno de luz del hombre, esta es la cámara central del universo físico. Puede llevar en su cabello una sirena, una calavera, una cobra y/o una luna creciente. Los tres ojos simbolizan el sol, la luna y el fuego o los tres poderes; crear, preservar y destruir. Dos ojos representan el mundo de dualidad mientras que el ojo del medio muestra la visión de no-dualidad. Su sonrisa indica una transcendencia imperturbable. El simbolismo de Shiva Natarash es religión, arte y ciencia fusionados en uno. La eterna danza de Dios de creación, preservación, destrucción y gracia sostiene un entendimiento oculto y profundo de nuestro universo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Dios en el mundo



¡Oh, Dios mío! ¿Cómo es, en este pobre y viejo mundo, que, siendo Tú tan grande, nadie te encuentre; que, llamando Tú con voz tan fuerte, nadie te oiga; que, estando Tú tan próximo, nadie te sienta; que, dándote Tú a todos, nadie sepa Tu nombre? Los hombres huyen de Ti y dicen que no pueden hallarte; vuelven la espalda y dicen que no pueden verte; tápanse los oídos y dicen que no pueden oírte. 
Hans Denk

Tu goce del mundo no es nunca justo hasta que cada mañana te despiertas en el Cielo; te ves en el palacio de tu Padre y consideras el cielo, la tierra y el aire, como gozos celestiales, teniendo tal reverente estimación de todo como si estuvieras entre los ángeles. La desposada de un monarca, en la cámara de sus esposo, no tiene tales causas de deleite como tú.

Nunca gozas del mundo rectamente hasta que el mismo mar fluye en tus venas, hasta que te visten los cielos y coronan las estrellas y percibes que eres el único heredero de todo el mundo, y más que eso, porque hay hombres en él y cada uno de ellos es heredero único así como tú. Hasta que puedes cantar, alegrarte y deleitarte con Dios, como hacen los avaros con el oro y los reyes con sus cetros, nunca puedes gozar del mundo.

Hasta que tu espíritu llena el mundo entero y las estrellas son tus joyas; hasta que te has familiarizado con los modos de Dios, en todas las épocas, como con tu andar y tu mesa; hasta que has tratado íntimamente esa oscura nada de que se hizo el mundo, hasta que amas a los hombres de tal modo que deseas su felicidad con avidez igual al celo de la tuya; hasta que te deleitas en Dios por ser bueno para todos, nunca gozas del mundo. Hasta que lo sientes más que tu propiedad particular y estás más presente en el hemisferio, considerando sus glorias y belleza, que en tu propia casa.

Y además, nunca gozaste el mundo rectamente, hasta que amas tanto la belleza de gozarlo, que sientes la codicia y el anhelo de persuadir a otros a que lo gocen. El mundo es un espejo de Belleza Infinita, pero nadie lo ve. Es un Templo de Majestad, pero nadie lo mira. Es una región de Luz y Paz, si los hombres no la inquietaran. Es el Paraíso de Dios. Es más para el hombre, desde que cayó, que no antes. Es el lugar de los Ángeles y la Puerta del Cielo. Cuando Jacob despertó de su sueño, dijo: Dios está aquí y no lo sabía. ¡Cuán pavoroso es este lugar! No es otro que la Cara de Dios y la puerta del Cielo.

Thomas Traherne

(c. 1636-1674) Escritor inglés. Es autor de una obra original, que permaneció inédita en vida de su autor, y que anticipa las obras de William Blake y de William Wordsworth. En ellas desarrolla temas religiosos, en verso y en prosa, que se caracterizan por su enfoque original y la musicalidad de su escritura. Destacan Ética cristiana (1675), Poemas (1903) y Siglos de meditación (1908).

El cerebro humano



El cerebro humano representa un mundo donde figuran algunos continentes explotados y vastas tierras ignotas. El hombre rudo y lego se ignora del todo y ni sospecha siquiera las riquezas potenciales que posee. En cambio, el hombre cultivado trata de explorarse y consigue al fin no pocos tesoros ocultos. Pocos, empero, han llegado, a fuerza de atención reflexiva y de esfuerzo interior, a apurar la geografía de su mente. ¡Qué de hallazgos felices nos esperan aún en las encrucijadas de nuestras células y vías nerviosas si nos imponemos la tarea de auto observarnos metódica y pacientemente a la luz de la ciencia y al calor de la meditación. 
Santiago Ramón y Cajal
(Petilla de Aragón, España, 1852 - Madrid, 1934) Histólogo español. Premio Nobel de Medicina en 1906.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Formar la mente

Swami Vivekananda

Swami Vivekananda coincidía con los pensadores contemporáneos al afirmar que la mente, que es el principal instrumento del aprendizaje, merece mayor atención que la que se le prestaba. Formar la mente debe ser la principal prioridad de un estudiante, y no la mera acumulación, memorización y repetición de hechos. A la larga, abarrotar la mente de información, de competencias técnicas y de trivialidades inútiles sólo crea más problemas si esa mente no es alimentada, fortalecida y saneada. No obstante, la formación de la mente en todos sus aspectos brilla por su ausencia en la educación actual.

En el proyecto de Swamiji, aprender a concentrar la mente era el principal objetivo. “Para mí –dijo-, la verdadera esencia de la educación es la concentración de la mente, no el acopio de hechos” (CW, vol. VI, pág. 38). En todo hacer, ya se trate de pensar o de efectuar un trabajo manual, el resultado será tanto mejor cuanto mayor sea el poder de concentración. Y este poder de mantener la mente aplicada a una tarea puede mejorarse. La formación de la mente para la concentración en un objeto específico pasa por varias etapas, la primera de las cuales consiste en aprender a recoger la mente e impedirle que vagabundee. El estudiante entrena su mente para que esté más atenta y sea más “consciente”.

A continuación, el estudiante debe aprender cómo desprender su mente de las distracciones que se imponen a pesar suyo. Luego, simultáneamente, debe dirigir la mente hacia el tema deseado y concentrar en él toda su fuerza mental. Un ejemplo ilustrativo: una lente convexa acumula la luz solar y la concentra en un punto para quemar un trozo de papel. De modo semejante, cuando la mente se concentra adquiere un poder formidable y es capaz de resolver los enigmas del tema que enfoca.

Asimismo, el Swami deseaba que los estudiantes cultivaran su fuerza de voluntad. Según él, la voluntad se desarrolla cuando “la corriente y la expresión de la voluntad se ponen bajo control y se vuelven fructíferos” (CW, vol. IV, pág. 490). La fuerza de voluntad no sólo es necesaria para conducir el proceso de aprendizaje sino también para fortalecer el carácter.


Swami Prabhananda (India)
Concluyó sus estudios universitarios en 1956 e hizo sus votos monásticos definitivos en la Orden de
Ramakrishna en 1966. Se ha desempeñado en varias instituciones educativas gobernadas por la Orden como rector, director administrativo o secretario, además de trabajar a favor del desarrollo rural. En 1983, el Swami fue designado Custodio de la Orden de Ramakrishna. Actualmente preside el Instituto de Cultura de la Misión Ramakrishna en Calcuta. Sus estudios sobre Sri Ramakrishna y la historia de la Orden gozan de gran notoriedad. Ha escrito 14 libros en lengua bengalí y tres en inglés, además de numerosos artículos para diversas publicaciones periódicas.

Fragmento de: perfiles de Educadores
Swami Vivekananda
1863-1902 

viernes, 11 de octubre de 2013

Modular la mente a voluntad


 Editorial

Hemos oído decir al Rev. Swami Vijoyananda: Creo que a estas horas ya sabrás, querido mío, que es nuestra mente la causa de todas nuestras alegrías y desdichas. 

También leímos en el libro "Ramakrishna-Vivekananda-Vedanta", de Swami Pareshananda, que: Todos los sentimientos humanos de debilidad o fuerza, esclavitud o libertad, infelicidad o felicidad; todos los vicios como la vanidad, los celos, el egoísmo, la ira; al igual que las virtudes como pureza, humildad, amor a la verdad, y así sucesivamente, son sólo distintos estados mentales. Lo importante es saber modular la mente a voluntad. 

Es de lamentar que nosotros, occidentales, le hayamos dado tan poca importancia a la mente. No fuimos educados en la idea del control de la mente, ni tampoco en la observación de la misma para tratar de comprender su funcionamiento y evitar así muchos de los sufrimientos morales de los que padecimos por nuestra inadvertencia.

No podemos pretender luego de tantos años en que permitimos que nuestra mente actuase libremente, ponerla bajo control en poco tiempo o sin gran empeño de nuestra parte, pero sí podemos comenzar por vigilarala lo más estrechamente posible para evitar grandes problemas. 

Muchas veces nos quejamos por lo que nos sucede y culpamos a otros de nuestros problemas y dificultades. El primer paso para analizarnos con sinceridad será reconocer que todo lo que nos sucede, a excepción de la muerte, un accidente o algo ajeno a nuestro control, es siempre por no haber puesto la suficiente atención sobre nuestra propia mente. Si podemos tratar de recordar y vigilar mejoraremos nosotros mismos y nuestra vida y dejaremos de engañamos, asumiendo la responsabilidad sobre cada uno de nuestros actos.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Para recorrer la vida

La Madre Durga

Para recorrer la vida armado contra el temor, el peligro y el desastre sólo dos cosas se necesitan; dos cosas que marchan juntas: la Gracia de la Madre Divina y, de nuestra parte, un estado interior plasmado por la fe, la sinceridad y la renuncia. hagamos que nuestra fe sea pura, inocente y perfecta. 

Una fe egoísta en el ser mental y vital manchado de ambición, orgullo, vanidad, arrogancia intelectual, caprichos, exigencias personales, ansias de mezquinas satisfacciones de la naturaleza inferior, constituye una llama pequeña y oscurecida por el humo, que no puede alzarse hacia el cielo. 

Logremos que nuestra sinceridad y entrega sean genuinas y totales. Cuando nos entreguemos, hagámoslo de manera absoluta, sin exigencias, sin condiciones, sin reserva alguna, de modo que todo en nosotros pertenezca a la Madre divina, sin dejar nada al ego o a cualquier otro poder. 

Cuanto más completa sea nuestra fe, sinceridad y renuncia, más totales serán la gracia y la protección sobre nosotros. Y cuando la gracia y la protección de la Madre Divina estén con nosotros, ¿qué cosa podrá tocarnos; a quién temeremos? Su toque convierte las dificultades en oportunidades, el fracaso en éxito y la debilidad en vigor inquebrantable. 

Sri Aurobindo



No hay diferencia entre tú y Yo


MAESTRO (Sri Ramakrishna) a M.: Algunos piensan: "Oh, soy un alma ligada, jamás adquiriré conocimiento y devoción." Pero,  si uno recibe la gracia del Gurú nada tiene que temer. 

Una vez una tigresa atacó una majada de cabras. Al saltar sobre su presa, dio a luz a un cachorro y murió. El cachorro creció en compañía de las cabras. Las cabras comían pasto y el cachorro seguía su ejemplo; ellas balaban, el cachorro también balaba. Gradualmente creció hasta convertirse en un tigre adulto. Un día otro tigre atacó la majada y se quedó asombrado de ver el tigre comiendo pasto. Corrió tras él hasta que lo agarró; entonces el tigre que comía pasto, comenzó a balar. El tigre salvaje lo arrastró hacia el agua y le dijo: "Mira tu rostro en el agua, es exactamente como el mío. Aquí hay un poquito de carne, cómela." Y así diciendo le empujó un poco de carne en su boca, pero el tigre que comía pasto no la tragaba y comenzó nuevamente a balar. Sin embargo, gradualmente comenzó a tomar el gusto de la sangre y acabó por gustar de la carne. Entonces el tigre salvaje le dijo: "Ves, ahora, no hay diferencia entre tú y yo. Ven y sígueme a la selva."

Comer pasto es como gozar de lujuria y codicia. Balar y escapar como una cabra, es portarse como un hombre común. Irse con el tigre feroz es como tomar refugio en el Gurú, que nos despierta a la conciencia espiritual y reconocerlo como nuestro único pariente. Ver el rostro correctamente es conocer nuestro verdadero Ser. 

Del "Evangelio de Sri Ramakrishna"

jueves, 19 de septiembre de 2013

¡Sigue adelante!

Sri Ramakrishna

Editorial

Sri Ramakrishna aconsejaba: "Dedícate a prácticas espirituales y sigue adelante. Por medio de la práctica avanzarás más y más en el sendero hacia Dios. Al final llegarás a saber que sólo Dios es real y todo lo demás ilusorio y que la meta de la vida es alcanzar a Dios". 

También decía: "Cualquier cosa que hagáis encontraréis mejores y mejores cosas si sólo vais adelante. Como resultado del yapam podéis sentir algo de éxtasis, pero no deduzcáis de ello que habéis alcanzado todo en la vida espiritual ... Si vais aún más lejos, realizaréis a Dios y lo veréis. En su momento conversaréis con El".

Swami Brahmananda decía: "¡Adelante, adelante! Nunca estés satisfecho con tu desarrollo. Trata de crear en tu interior una ardiente insatisfacción. Di a ti mismo: ¿qué progreso estoy haciendo? Ninguno". 

Para apreciar un delicado manjar, una gran obra de arte, la belleza de la naturaleza, debo elevarme del nivel más denso de la existencia a un nivel superior, debo refinarme; del mismo modo para apreciar algo espiritual debo elevarme a ese nivel; tendré que purificarme aún más, al punto de no quedar satisfecho con nada menos que lo mejor.

Decía Sri Ramakrishna que el que ha probado una sola vez el azúcar cande nunca más quedará satisfecho con el azúcar negro. 

Tratemos,sin escatimar esfuerzos, de probar el azúcar cande y ese sabor nos impulsará a seguir adelante hasta llegar a la Fuente misma de la dulzura.


martes, 17 de septiembre de 2013

¡Levemos anclas!

Paul Stone 
The Jibe 

Editorial

Sri Ramakrishna solía relatar el siguiente cuento: "Al anochecer unos borrachos quisieron ir en bote a un lugar. Remaron toda la noche. Cuando amaneció, ya en un estado normal, se dieron cuenta de que habían estado dando vueltas y vueltas en el mismo sitio. Se habían olvidado de levantar el ancla". 

Imaginando esta situación absurda, nos provocará risa, pero si pensamos que este relato puede estar sugiriendo el estado en que nos encontramos muchos de nosotros, la risa se transformará en sabor amargo. La mayoría de nosotros tenemos un ideal, queremos llegar a una meta, alcanzar la otra orilla. Con seguridad hemos remado mucho, en el transcurso de nuestra vida, pero en algún momento nos damos cuenta que estamos en el mismo lugar. ¡Cuánta energía gastamos en ese viaje a ninguna parte! La causa de este esfuerzo inútil fue que nos olvidamos de levantar el ancla. Swami Pareshanandaji Maharaj dice: "Ser sincero en el empeño por lo espiritual es como levantar el ancla".

Es normal que busquemos seguridad, que nos atemorice lo desconocido, que es más fácil permanecer quieto que avanzar, pero, ¿estamos satisfechos con eso? Si tenemos un instante de lucidez, brotará la angustia de la insatisfacción; no volvamos a embriagarnos, levemos el ancla del temor, aferrémosnos con fuerza al remo de la intrepidez e icemos en nuestros corazones la vela de nuestro Ideal. 

Habrá tormentas, nubes amenazantes, furiosos vientos, y ahí, en medio de la oscuridad y soledad recordemos, así como el sol siempre está y en algún momento veremos su esplendor, "Dios no se muda" como decía Santa Teresa, y en su momento nos mostrará Su Faz.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Swami Vijoyananda, un amante de la humanidad

Rev. Swami Vijoyananda
Cuantos tuvieron la bendición de encontrar al Swami Vijoyananda en su camino sintieron el impacto de su vigorosa personalidad y muchos experimentaron un cambio fundamental en su vida. Nos sentimos afortunados de haber estado sentados a los pies de un Maestro a quien la Gracia Divina había dotado de una espiritualidad tan poderosa, plasmada por los rasgos de su admirable carácter, por las circunstancias de su vida, y ante todo, por el hecho de haber recibido la Sagrada Enseñanza de los discípulos predilectos de Sri Ramakrishna.

Pasupati Nath Ghosh, que así se llamaba antes de entrar en la vida monástica, nació en 1898 de nobilísima estirpe en Sahibganj, distrito de Santhal Parganas, Bengala. Dos hechos determinaron la formación del niño en sus años de infancia, el fallecimiento prematuro de su padre, acontecimiento que acentuó la influencia de la madre en su educación y la desaparición de ésta cuando el muchacho sólo tenía 12 años. La firme devoción y sagacidad de la madre sentaron los cimientos de su modo de concebir la vida, y su pérdida fue un evento de profunda repercusión espiritual.

Su carrera estudiantil fue brillante gracias a sus sobresalientes dotes intelectuales. Se graduó en Química en la Universidad de Calcuta, a la edad precoz de 21 años. Poco después, obedeciendo al llamado de una visión que lo hizo acudir a la sede de la Orden de Ramakrishna, entró como novicio para dedicarse enteramente a la vida espiritual, siendo iniciado por Swami Brahmananda, el primer Presidente de la Orden.Cuatro años más tarde, en 1923, recibió el Sannyasa, la consagración monástica de Swami Shivananda, el segundo Presidente.

Durante los años que aún permaneció en la India, el Swami fue tan afortunado de recibir la bendición de la Santa Madre, y tener también trato personal con otros discípulos de Thakur. Quedan imborrables en nuestro recuerdo los tantos dichos, episodios y ejemplos que nos relató de estos seres santos, como también las narraciones de sus encuentros con diversas personalidades destacadas del mundo, tales como :Mahatma Gandhi, Rabindranath Tagore, Albert Einstein, Bergson y Romain Rolland.

En 1932, a solicitud de círculos argentinos deseosos de conocer el Vedanta y seguir las prescripciones religiosas de esta filosofía, las autoridades de la Orden acordaron enviar a un monje a nuestro país para que predicara aquí las enseñanzas de Sri Ramakrishna. No era ajena a esta aspiración y solicitud Doña Adelina del Carril de Güiraldes, quien fuera más tarde la primera Presidenta de este Hogar Espiritual.

El Swami llegó a Buenos Aires el 10 de diciembre de 1932 y de inmediato empezó a difundir su mensaje a través de pláticas, conferencias públicas y radiales, entrevistas individuales y clases de meditación. La actuación del Swami no se limitó a la Capital; llevó su prédica y consejo a diversos lugares del interior y también a varios países sudamericanos.

Torrentes de bondad y sabiduría, este santo varón comprometió para siempre, con su ilimitado amor, comprensión y paciencia, la gratitud de todos nosotros.

Swami Vijoyananda dejó su cuerpo el 1º de setiembre de 1973.

(Fragmento de la Memoria del Hogar Espiritual Ramakrishna
Ashrama - Año 1973)



miércoles, 11 de septiembre de 2013

El banco de la gracia divina

Swami Adbhutananda (Latu Maharaj)

Latu Maharaj: “Escucha. Un día el hermano Harish nos dió una muy buena idea que hemos atesorado con devoción. Nos dijo: ‘Cada uno tiene que conseguir que su cheque sea aprobado por el Maestro para que lo pague cualquier banco.’”
Un devoto: “¿Qué quiere decir con eso? No entiendo.”

Latu Maharaj: “Si. Tu conoces una clase de bancos, es decir, los bancos de dinero. Pero existe otra clase que tu desconoces: el banco de la gracia de Dios. En una época particular vienen a la tierra algunos santos y gurúes, sin cuya gracia nadie puede alcanzar el amor divino. El hermano Harish consideraba al Maestro como a uno de esos gurúes. Tal como cuando uno deposita dinero en un banco y, basándose en la solidez del mismo, el banco emite cheques, los del círculo interno de devotos han depositado sus prácticas espirituales en el banco que para ellos es el Maestro, quien se encarnó con ellos y les ha emitido cheques de gracia.”

El devoto: “¿A qué prácticas espirituales se refiere, Maharaj? ¿A aquellas que usted llevó a cabo en Dakshineswar o a otras realizadas en vidas pasadas?”

Latu Maharaj: “¿Crees que las austeridades realizadas en una sola vida, por más intensas que hayan sido, pueden conducirte a Dios? Druva, ese príncipe entre los devotos, sintió un poco de vanidad cuando tuvo la visión del Señor Vishnu, pues pensó que la visión se debía a un ligero esfuerzo hecho en esta vida. Nárada, comprendiendo la situación, lo llevó de viaje con él. En el transcurso del viaje,llegaron a un alto montículo. Al ser preguntado que era eso, Nárada contestó: ‘¿No lo sabes? El montículo está formado por los huesos de tus encarnaciones pasadas.’ ‘¡Ah!’ Dijo Druva. ‘¡He tenido que venir a la tierra tantas veces!’ De esa manera su vanidad desapareció. Por eso digo que las austeridades realizadas en una sola vida son insuficientes para alcanzar a Dios. Vida tras vida uno tiene que continuar haciendo austeridades para alcanzarLo. Todas ellas pemanecen depositadas en el banco que es Él. Cuando finalmente el monto acumulado es considerado suficiente, la gracia de Dios desciende sobre el devoto, quien recibe no sólo el capital sino también el interés.”

Devoto: “¿Qué es el capital y qué es el interés?”

Latu Maharaj: “El interés es la gracia de un gurú competente. Cuando la reciben, los devotos se sienten sobrepasados de alegría. Entonces con renovado fervor vuelven a hacer austeridades para recobrar su capital. Cuando por la gracia del gurú el Señor es realizado, eso es recobrar el capital.”



Parlamento de las Religiones - 11 de septiembre de 1893


Swami Vivekananda

El Parlamento abrió a las 10 de la mañana. Toda forma de creencia religiosa organizada, profesada por unos 1.200 millones de personas en el mundo, estaba representada en la ocasión. Entre los grupos no cristianos estaban: el hinduismo, el jainismo, el budismo, el confucionismo, el sintoísmo, el islamismo, y el zoroastrianismo.

El amplio salón y la enorme galería del Palacio de arte estaban repletas con unas siete mil personas — hombres y mujeres que representaban la cultura de los Estados Unidos. Los delegados oficiales marcharon en una gran procesión hacia la plataforma. En el centro, con un manto púrpura, se sentó el cardenal Gibbons, el más alto prelado de la Iglesia Católica Romana en el hemisferio occidental. Ocupó la silla presidencial y abrió la reunión con una oración. A su izquierda y derecha se agruparon los delegados orientales: Pratap Chandra Mazumdar del Brahmo Samaj de Calcuta y Nagarkar de Bombay; Dharmapala, en representación de los budistas de Ceilán; Gandhi, representando a los jainistas; Chakravarti y Annie Besant de la Sociedad Teosófica. Con ellos se sentó Swami Vivekananda, quien no representaba a una secta en particular, sino a la religión universal de los Vedas, y que hablaba, como se verá a continuación, por la aspiración religiosa de toda la humanidad. Su ropa espléndida, el gran turbante amarillo, su tez bronceada, y sus rasgos finos sobresalían en la plataforma, atrayendo la atención de todos. El Swami tenía treinta representantes para hablar antes que él.

Los delegados se levantaron, uno por uno, y leyeron sus discursos preparados, pero el sannyasin hindú no estaba en absoluto preparado. Antes de dicha evento nunca había tenido oportunidad de encarar públicamente a tantas personas. Cuando se le llamó para hacer su participación, presa de miedo escénico, pidió al Presidente que le llamaran un poco más tarde. Varias veces pospuso la citación. Él mismo admitió más tarde: "Por supuesto que mi corazón estaba palpitando fuertemente y mi lengua estaba casi seca. Estaba tan nervioso que no podía aventurarme a hablar en la sesión de la mañana."

Foto en el Parlamento de las Religiones
Chicago, 11 de septiembre de 1893
De izq. a der.: Virchand Gandhi, Hewivitarne Dharmapala,
Swami Vivekananda, y (probablemente) G. Bonet Maury
Al fin llegó a la tribuna y el Dr. Barrows lo presentó. Encomendándose a Sarasvati, la Diosa de la Sabiduría, se dirigió a la audiencia como "hermanos y hermanas de América." Al instante, miles de personas se levantaron de sus asientos y le dieron un fuerte aplauso. Ellos se sintieron profundamente conmovidos de ver un hombre que dejaba de lado las palabras formales y les hablaba con el calor y la sinceridad de un hermano.

Llevó dos minutos completos antes de que el tumulto se silenció y el Swami pudo continuar.

Hermanas y hermanos de América,

Llena mi corazón de dicha indescriptible levantarme en respuesta a la calurosa y cordial bienvenida que nos han dado. Les doy las gracias en nombre de la más antigua orden de monjes del mundo; les agradezco en nombre de la madre de las religiones y les agradezco en nombre de los millones y millones de indios de todas clases y sectas.

Agradezco también a algunos de los oradores de esta tribuna que al referirse a los delegados del Oriente les han dicho que esos hombres de lejanos países muy bien pueden reclamar para sí el honor de llevar a las diferentes tierras la idea de tolerancia. Me siento orgulloso de pertenecer a una religión que ha enseñado al mundo no sólo la tolerancia, sino también la aceptación de todos los credos religiosos. No sólo creemos en la tolerancia universal, sino que aceptamos todas las religiones como verdaderas. Estoy orgulloso de pertenecer a una nación que ha dado hospitalidad a los perseguidos y a los refugiados de todas las religiones y de todas las naciones de la tierra. Me enorgullece poder decirles que hemos albergado en nuestro seno los remanentes más puros de los israelitas, quienes llegaron al Sur de la India y se refugiaron en nosotros en el mismo año en que su santo templo era destruido por la tiranía romana. Me siento orgulloso de pertenecer a una religión que ha amparado y ampara todavía los restos de la gran nación zoroastriana. Les citaré, hermanos, algunas líneas de un himno que recuerdo haber repetido desde mi más tierna infancia y que todos los días repiten millones de seres humanos: "Así como los diferentes arroyos tienen sus fuentes en diversos lugares y vierten todos sus aguas en el mar, así, ¡oh Señor!, las distintas sendas que los hombres toman por sus diferentes tendencias, por diversas que parezcan, tortuosas o rectas, todas conducen a Ti."

La presente convención, que es una de las más augustas asambleas que jamás se hayan constituido, es en sí misma una justificación, una declaración al mundo de la maravillosa doctrina predicada en el Guita (Bhagavad Guita): "Cualquiera que se dirige a Mí por cualquier senda que sea, Yo llego a él; todos los hombres están luchando en sendas que finalmente conducen a Mí." El sectarismo, la intolerancia y su horrible descendiente, el fanatismo, se han apoderado desde hace mucho tiempo de este hermoso planeta. Han llenado la tierra con violencia, muy a menudo empapándola con sangre humana; han destruido la civilización y llevaron a naciones enteras a la desesperación. De no haber sido por estos horribles demonios, la sociedad humana estaría mucho más adelantada de lo que está actualmente. Pero su hora se aproxima; y espero fervorosamente que la campana que ha repicado esta mañana en honor de esta convención, sea el tañido fúnebre por la muerte de todo fanatismo, de todas las persecuciones con la espada o con la pluma, y de todos los sentimientos poco caritativos entre personas que siguen su camino hacia el mismo fin.



sábado, 10 de agosto de 2013

Anhelo por Dios

Sri Ramakrishna

La razón principal por la que no encontrarnos a Dios es porque no lo deseamos con la suficiente ansia. Nuestras vidas están atestadas de muchísimas otras cosas y podernos arreglárnoslas perfectamente sin Dios, que ciertamente no nos resulta tan esencial como el aire que respiramos. No es este el caso de un hombre como Rarmakrishna. Cada vez que pienso en su vida, me siento profundamente conmovido. Tenía apenas dieciséis años cuando ya era sacerdote en un templo hindú y estaba encargado de realizar los ritos de la deidad de dicho templo. Un día le entró un súbito deseo de atravesar el velo que ocultaba al ídolo del templo y entrar en contacto con la Realidad infinita que dicho ídolo simbolizaba, una Realidad a la que él llamaba "Madre". Aquel deseo se convirtió para él en una obsesión tal que a veces se olvidaba de realizar los ritos. Otras veces, se ponía a mover la lámpara sagrada delante de la deidad y, absorto en su obsesión, continuaba haciéndolo durante horas, hasta que llegaba alguien que le hacía volver en sí y entonces se detenía. Manifestaba todos los signos de un hombre profunda y apasionadamente enamorado. Todas las noches, antes de retirarse a dormir, se sentaba delante de la deidad y gritaba: "¡Madre, otro día más, y sigo sin encontrarte! ¿Cuánto tiempo tendré que esperar, Madre, cuánto tiempo?" Y rompía a llorar desconsoladamente. ¿Cómo puede resistirse Dios a semejante ansia? ¿Es de extrañar que Rarnakrishna llegara a ser el extraordinario místico que fue? En cierta ocasión, hablando de lo que significa anhelar a Dios, le dijo a un amigo: "Si un ladrón estuviera durmiendo en una habitación separada únicamente por una delgada pared de un fantástico tesoro, ¿acaso podría dormir? ¿No se pasaría la noche despierto e ideando el modo de llegar al tesoro? Desde muy joven, vengo deseando a Dios más de lo que ese ladrón podría desear ese tesoro. 

San Agustín habla del desasosiego del corazón humano que no puede hallar la paz mientras no descansa en Dios. Sin Dios, para quien hemos sido creados somos como peces fuera del agua. Si no experimentamos la agonía que padece el pez, es únicamente porque matamos el dolor con infinidad de deseos y placeres, y hasta problemas, que permitimos que ocupen nuestra mente, y suprimimos el deseo de Dios y el dolor de no poseerlo aún. Si no tenernos este deseo de Dios, debernos pedirlo. Es una gracia que el Señor concede a todo aquel a quien El quiere revelarse. 


Anthony de Mello
(Sacerdote jesuita, nacido en Bornbay en 1931 y muerto en Nueva York en 1987. Toda su obra estuvo dirigida a lograr una síntesis enriquecedora entre la espiritualidad de Oriente y Occidente. De su libro "Contacto con Dios") 




miércoles, 7 de agosto de 2013

¡Se paciente!

San Francisco de Sales

Se paciente con todos, pero sobre todo contigo mismo. Quiero decir que no te desalientes por tus imperfecciones, sino levántate siempre con nuevo valor. Me alegro de que comiences de nuevo cada día; no hay mejor medio de alcanzar la vida espiritual que el de recomenzar constantemente y no pensar nunca que ya se hizo bastante. ¿Cómo seremos pacientes con las faltas del prójimo, si somos impacientes con las nuestras? Aquel que se irritare con sus flaquezas, no las corregirá; toda corrección fructífera procede de una mente serena y tranquila. 

San Francisco de Sales (1567-1622) 


lunes, 5 de agosto de 2013

La maternidad de Dios

Sri Sarada Devi

Sri Krishna dice: "Abandona todos los otros modos de religión y entrégate sólo a Mí". 

El Señor Buddha dice: "Sé luz para tí mismo. Sígue el óctuple sendero. No dependas de Mí". 

Cristo dice: "Toma tu cruz y sígume" 

Sri Ramakrishna dice: "Sin renunciación a lujuria y codicia, la realización de Dios es imposible". 


En todas estas declaraciones la responsabilidad es del aspirante espiritual. Pero con respecto a nuestra Madre el caso es totalmente diferente: Ella llega a nosotros en nuestro propio lenguaje. La responsabilidad es Suya. Ella dice: "Si mi hijo se cubre de barro, es mi deber lavarlo y tomarlo en mi regazo".

Ningún otro profeta hasta donde nosotros sabemos, ha dicho esto. Vemos aquí que la Madre no pone ninguna condición; más bien Ella toma la responsabilidad sobre sí misma. No existe ninguna condición bajo la cual Ella puede ser lograda. Esto es amor maternal. Si la madre ama a su hijo únicamente cuando se porta bien, entonces ¿qué necesidad hay de una madre?. 

La Santa Madre misma dijo que Sri Ramakrishna la dejó en este mundo para manifestar la Maternidad de Dios. El significado de 'Maternidad de Dios' no puede ser otro que éste: que, como la verdadera madre a su hijo, Di os a su vez llega hasta el hombre. 

El niño está ocupado con sus juguetes y la madre está ocupada cocinando. De pronto el niño comienza a llorar, entonces la madre pone a un lado la olla que está sobre el fuego y corre hacia su hijo. Ella no dice: "Terminaré esta fritura, prepararé 'chutney', lavaré, y luego te sentaré en mi regazo''. Cuando el niño se ensucia, la madre no le dice: "Ve y lávate y luego pensaré en tomarte en mis brazos". Ella misma limpia al pequeño y lo toma en su regazo. Es decir, ella acepta al niño según su propio lenguaje infantil. Cuando la Divinidad se acerca al hombre respetando sus propios términos, esa es la Maternidad de Dios. La Santa Madre era la personificación de esta Maternidad de Dios. 

Swami Buddhananda
(Fragmento de su libro "Reflexiones sobre Sri Sárada Devi") 

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sábado, 3 de agosto de 2013

Si quieres la paz mental...

Sri Sarada Devi, la Santa Madre

Editorial

Las últimas palabras de la Santa Madre dirigidas a una devota afligida y cansada de la vida, fueron las siguientes: "Si quieres la paz mental, no veas las faltas en los demás. Mas bien, fíjate en tus propias faltas. Aprende a considerar al mundo entero como algo muy tuyo. Nadie es un extraño, hija mía. Este mundo todo es algo muy tuyo". 

Muchos de nosotros hemos oído repetidas veces esta enseñanza; quizá sean, de las palabras de la Santa Madre, las más conocidas y también, me animo a decir, las más difíciles de llevar a la práctica.

Sabemos que, por naturaleza, somos criticones, por lo tanto, para llegar a no ver las faltas en los demás, tendremos que cambiar nuestra propia naturaleza. Otro punto muy importante para tener en cuenta es que la Santa Madre comienza diciendo: "Si quieres la paz mental ... " lo cual nos está indicando que debemos estar dispuestos y anhelosos por lograr la paz de la mente. ¿Cuándo comenzamos a anhelar paz? Cuando hemos sufrido muy intensamente de inquietud mental, y sabemos por experiencia que ver las faltas en otros ha sido, muchas veces, la causa de esa terrible inquietud. 

¿De qué manera podemos ver al mundo como algo muy nuestro? En la medida que podamos disminuir nuestra fatua individualidad. Indudablemente, la Santa Madre nos está pidiendo una total tranformación. Roguemos a Ella que nos ayude en esta árdua tarea de volvernos hacia nuestro interior, para ver y luego intentar corregir nuestras propias faltas.

sábado, 27 de julio de 2013

Conviértelo en tu amigo


Los hombres, en su gran gran mayoría, son devotos y adoran a Dios personal. ¿Pensaste alguna vez en la causa de ello? Es que somos todos muy personales, amamos nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro ego; nos amamos a nosotros mismos y todas nuestras buenas acciones lo son relacionadas a nosotros; por eso pocas veces extirpamos la lujuria, dominamos la ira, vencemos la codicia, recobramos la conciencia, reducimos a cenizas la vanidad y despreciamos la envidia. La causa o raíz queda; el deseo queda, y seguimos regando su semilla; adoramos la ignorancia. Trata de conocer, conócete a ti mismo; si aún tienes deseos, si a tal punto te dominan tu cuerpo, mente, intelecto y ego y sin embargo persistes en querer trascenderlos desvía la corriente que te arrastra y te está ahogando, desvía ese agente de destrucción y muerte, desvía el deseo y conviértelo en tu salvador. ¿No consigues olvidar tu cuerpo? Conviértelo en templo del Señor. ¿Te molesta tu mente? ¿Te resulta imposible concentrarte? ¿Bullen en ella demasiados pensamientos? Busca entre éstos aquel que más te agrade, y allí, en ese punto, sobre esa idea o sobre ese ser, concentra tu energía entera; poco a poco esa mente irresoluta, inclinada al ocio y las comodidades, creadora de disgustos, esa mente recelosa cambiará de aspecto. De densa te volverás sutil, de objeto pasarás a ser sujeto, del estado de esclavo cargado de cadenas te alzarás al estado de absoluta libertad.

El deseo puede ser alzado muy por encima del plano material. ¿Te resulta difícil rehuir el deseo, rehuir la idea de posesión? ¿Y por qué entonces no posees lo mejor, no deseas lo mejor y por qué no anhelas ardientemente en vez de desear con tibieza? Levanta la cabeza, eres lo mejor de cuanto existe, el hijo de Dios; tienes la divinidad en la palma de la mano; siéntela. Aparentemente tus enemigos son seis, pero en realidad constituyen uno solo: el deseo. Transfórmalo, conviértelo en tu mejor amigo.

Rev. Swami Vijoyananda

miércoles, 17 de julio de 2013

Semejanzas entre Sri Ramakrishna y el Bendito Señor Jesús

Sri Ramakrishna

Sri Ramakrishna estaba sentado en el pequeño diván y preguntó a M.: “Bueno, ¿por qué tengo esta enfermedad?”

M.: La gente no se atreverá a aproximarse a Ud. a menos que Ud. se les parezca en todos sus aspectos. Pero están asombrados de observar que, a pesar de semejante enfermedad, Ud. no piensa en nada más que en Dios.

MAESTRO (sonriendo): Balaram también dijo: ‘Si hasta Ud. puede enfermarse, entonces, ¿qué habremos de sorprendernos de nuestras propias enfermedades?’ Lakshmana estaba asombrado de ver que Rama no podía levantar Su arco, a causa de Su pesar por Sita. ‘Hasta Brahman llora, enredado en la trampa de los cinco elementos’.

M.: Jesucristo, también lloró como un hombre común, al ver sufrir a Sus devotos.

"Cabeza de Cristo" por Leonardo da Vinci


MAESTRO: ¿Cómo fue eso?

M.: Eran dos hermanas, María y Marta, que tenían un hermano llamado Lázaro.Los tres eran devotos de Jesús. Lázaro murió. Jesús Se encontraba en camino hacia la casa de ellos, cuando una de las hermanas, María, corrió a recibirlo. Cayendo a Sus pies, le dijo llorando: ‘Señor, si Tú hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.’ Y Jesús lloró al verla llorar. Luego Jesús se dirigió a la tumba de Lázaro y lo llamó por su nombre. Inmediatamente Lázaro volvió a la vida y salió caminando de la tumba.

La Resurrección de Lázaro: Rembrandt



MAESTRO: Pero yo no puedo hacer esas cosas.

M.: Porque Ud. no quiere hacerlas. Estos son milagros; por lo tanto, Ud. no tiene interés en ellos. Estas cosas atraen la atención de la gente hacia sus propios cuerpos y, en consecuencia, no piensan en la verdadera devoción. Por eso Ud. no hace milagros. Pero hay mucha similitud entre Ud. y Jesucristo.

MAESTRO (sonriendo): ¿Qué más?

M.: Ud. no pide a sus devotos que ayunen o practiquen otras austeridades. Ud. no da reglas estrictas y rígidas acerca de la alimentación. Los discípulos de Cristo no observaban el sábado, por cuyo motivo fueron censurados por los Fariseos. Al respecto, Jesús dijo: ‘Han hecho bien en comer. Mientras están con el novio, deben divertirse.’

MAESTRO: ¿Qué quiere decir eso?

M.: Cristo quiso decir que mientras los discípulos vivieran con la Encarnación de Dios, sólo debían pasarlo bien. ¿Por qué habrían de estar tristes? Pero, cuando Él volviera a Su propia morada en el cielo, entonces vendrían para ellos los días de pesar y sufrimiento.

MAESTRO (sonriendo): ¿Encuentras en mí alguna otra cosa similar a Cristo?

M.: Sí, señor. Ud. dice: ‘Los jóvenes todavía no están contaminados por «mujer y oro»; ellos serán capaces de asimilar instrucción. Es como guardar leche en una vasija nueva: la leche se pondrá ácida si se la guarda en una vasija en la cual se ha preparado cuajada.’ Cristo también habló de esa manera.

MAESTRO: ¿Qué dijo?

M.: Si se guarda vino nuevo en un odre viejo, el odre puede romperse. Si una tela vieja es remendada con una tela nueva, la vieja se romperá. Además, Ud. nos dice que Ud. y la Madre son Uno. De la misma manera, Cristo decía: ‘Yo y mi Padre una cosa somos’.

MAESTRO (sonriendo): ¿Algo más?

M.: Ud. nos dice: ‘Dios, con toda seguridad, os escuchará si Le llamáis con anhelo.’ Así también, Cristo decía: ‘Llamad y se os abrirá’.

MAESTRO: Bueno, si Dios Se ha encarnado nuevamente, de qué manifestación de Dios se trata: ¿es una fracción, una parte o todo? Algunos dicen que es una manifestación completa.

M.: Señor, yo no comprendo bien el significado de una Encarnación completa, parcial o fraccionada. Pero he comprendido, como Ud. la explicó, la idea del agujero en la pared.

MAESTRO: “Cuéntamelo.”

M.: En la pared hay un agujero redondo, a través del cual uno puede ver parte de la pradera que se extiende al otro lado de la pared. Así, a través de Ud., uno puede ver parte del Dios Infinito.

MAESTRO: Es verdad. Podéis ver cinco o seis millas de pradera de un vistazo.

M. terminó su baño en el Ganges y se dirigió al cuarto del Maestro. Eran las ocho de la mañana. M. pidió a Latú que le diera el prasad de arroz de Yagannath. El Maestro, de pie a su lado, dijo: “Toma este prasad regularmente. Los que son devotos de Dios no comen nada antes de tomar el prasad.

M.: Ayer conseguí algo de prasad de Yagannath en casa de Balaram Babu. Como uno o dos granitos diariamente.

M. saludó al Maestro y se despidió. Sri Ramakrishna le dijo cariñosamente: ´Ven bien temprano mañana por la mañana. El calor del sol en la estación de las lluvias, no es bueno para la salud.'

El Evangelio de Sri Ramakrishna (Tomo III. pág. 170)

lunes, 15 de julio de 2013

Swami Vivekananda: Vislumbres de grandeza

Swami Vivekananda

Cuando Naren (Swami Vivekananda) tenía 8 años, en 1871, ingresó al Instituto Metropolitano del Pandit Ishwar Chandra Vidyasagar. Su inteligencia excepcional fue reconocida de inmediato por maestros y compañeros, pero era tan inquieto que ellos recordaban que raramente se lo veía sentado en su banco. 

Cuando jugaba lo hacía con frenesí. Los juegos eran saltos, carreras y boxeo. Cuando llegaba el momento del descanso, para que los alumnos tomaran su merienda, él era el primero en terminar y volver al patio de los juegos. Todo juego nuevo lo fascinaba e inventó muchos para su diversión y la de sus compañeros. Hacía pequeños dispositivos a gas o con anhídrido carbónico, elementos recién introducidos en Calcuta. Le interesaba todo lo relacionado con el ferrocarril y toda clase de maquinaria. 

A menudo surgían diferencias y disputas entre los muchachos, y en todos los casos Narendra era el árbitro. A veces, para divertirse, él mismo organizaba a sus compañeros en dos grupos, uno contra el otro. Si esto degeneraba en golpes, él se apresuraba a intervenir, muchas veces con gran riesgo de su integridad física del cual lo protegía su conocimiento de boxeo. 

En muchas ocasiones, este revoltoso niño convertía el aula en campo de deportes, y aún durante las clases entretenía a sus amiguitos con relatos de sus travesuras en su casa o con historias del Ramaiana y el Mahabharata. 

Una vez durante una lección, el profesor, inesperadamente, pidió a Narendra y sus amigos, quienes estaban charlando, que repitieran lo que él acababa de enseñar. Estupefactos, quedaron en silencio; pero Naren con ese tremendo poder que poseía de desdoblar su mente, había sido capaz de escuchar la lección mientras divertía a los demás. Respondió correctamente todas las preguntas, y cuando el profesor preguntó quién de ellos era el que había estado conversando durante la clase y le señalaron a Naren quedó asombrado. Como castigo los hizo poner a todos de pie. Narendra también se paró. “Tú no tienes que ponerte en pie”, dijo el maestro. Pero Naren le contestó: “Debo hacerlo puesto que era yo quien hablaba.” Y permaneció de pie. 

Poco después se le dijo que debía estudiar inglés. Él se oponía aduciendo que se trataba de un idioma extranjero y por lo tanto, ¿por qué habría de aprenderlo? Los maestros insistieron y llorando fue a quejarse a sus padres, quienes estuvieron de acuerdo con los maestros. Cuando comenzó a estudiarlo, algunos meses más tarde, todos quedaron asombrados ante su entusiasmo y la facilidad con que adquirió el conocimiento del idioma inglés. 

Naren mantenía intacta su admiración por los monjes errantes. “Yo voy a ser monje”, les decía a sus amigos, “Alguien que me leyó las manos me lo predijo”, y realmente en su mano estaba bien definida una línea recta que indica la tendencia hacia la vida monástica. 

Un episodio que tuvo lugar en aquellos días sirve para mostrar la innata fortaleza e intrepidez del muchacho. Uno de los maestros del instituto era un hombre de muy mal carácter, tanto que llegaba al extremo de castigar corporalmente a los alumnos cuando, en su opinión, faltaban a la disciplina. En una oportunidad en que estaba castigando severamente a uno de ellos, Naren sintió tal rebeldía ante la brutalidad del maestro, que su indignación se manifestó en un estado nervioso y comenzo a reír sin control. Entonces, el maestro volvió su ira contra Naren haciendo caer golpe tras golpe contra el niño mientras le exigía que prometiese que nunca más se reiría de él. Cuando Narendra se negó, el maestro no solo redobló sus golpes, sino que lo asió de una oreja con tal fuerza que lo levantó en vilo y lo sentó en su banco. La oreja comenzó a sangrar profusamente. Aun así, Naren se negó a prometer lo que se le pedía y en una explosión de llanto dijo: “¡No me tire de las orejas! ¿Quién es usted para pegarme? Tenga mucho cuidado con lo que hace y no se atreva a ponerme la mano encima.” Afortunadamente en ese momento entró al aula el Pandit Vidyasagar. Naren, llorando amargamente le contó lo sucedido y tomando sus libros dijo que dejaba la escuela para siempre. Vidyasagar lo llevó a su despacho y lo consoló. Una investigación posterior sobre las medidas disciplinarias que se practicaban en el Instituto permitió evitar la repetición de incidentes lamentables como este. Cuando Bhuvaneshwari Devi se enteró de lo ocurrido se exasperó de tal modo que pidió a su hijo que no volviera más a esa escuela, pero él, al día siguiente, concurrió a clase como si nada hubiera ocurrido. La herida en la oreja tardó bastante tiempo en curar. 

Aun a esta temprana edad evidenció cierta impaciencia respecto a la superstición y al temor, no importaba si estaban consagrados por la tradición. El siguiente incidente revela este rasgo suyo. En la casa de un amigo había un árbol enorme al cual acostumbraba treparse, no solo para cortar flores, sino también como un medio para gastar energías; se balanceaba de una rama bien alta, boca abajo y luego saltaba a tierra. Estas cabriolas preocupaban mucho al abuelo de la casa (Ramratan Bose, abuelo de Swami Virayananda), un anciano casi ciego. Se le ocurrió poner fin a ellas diciéndole a Naren que el árbol estaba habitado por un fantasma vestido de blanco, un brahmín no iniciado que rompía el pescuezo de todos los que se trepaban al árbol. Naren lo escuchó cortesmente, pero cuando el anciano desapareció del lugar volvió a repetir sus acrobacias. Su amigo, que había tomado al pie de la letra las palabras del abuelo, lo reconvino seriamente, pero Naren riéndose de su credulidad le dijo: “Eres un tonto. Si la historia del fantasma del que habla el abuelo fuera verdad, hace rato que el fantasma hubiera separado mi cabeza del cuerpo.”

Sin duda, una ocurrencia de chicos, pero muy significativa si la observamos a la luz de su posterior evolución. En cierto sentido fue una anticipación de lo que declararía Swami Vivekananda ante grandes audiencias: “No crean una cosa porque la han leído en un libro. No crean en algo simplemente porque otro lo ha dicho. Encuentren la verdad por ustedes mismos. ¡Eso es realización!”

Naren aborrecía la monotonía. Organizó una compañía vocacional de teatro que representaba obras en el hall de su casa. Después de varias de estas representaciones su tío se fastidió y destruyó el escenario. Entonces levantó un gimnasio en el patio, donde hacía ejercicios físicos junto a sus amigos. Todo marchaba bien hasta que un día un primo suyo se rompió un brazo. Nuevamente el tío puso en evidencia su poca simpatía hacia estas iniciativas, esta vez destrozando los accesorios del gimnasio. De inmediato Naren y sus amigos comenzaron a frecuentar el gimnasio de un vecino, Navagopal Mitra. Allí tomó lecciones de esgrima, lucha, remo y otros deportes. Una vez ganó el primer premio en una competencia atlética. Además, de vez en cuando y a modo de descanso, organizaba en su casa exhibiciones con la linterna mágica.

Naren era el favorito de todos. Con cada familia del barrio, fuera de casta inferior o superior, establecía cierta clase de relación. Si alguno de los chicos que conocía sufría alguna desgracia, él era el primero en darle consuelo. Su espontánea agudeza y sus ocurrencias divertían a todos y, algunas veces, hacía estallar en francas carcajadas a personas mayores poco amigas de bromas. Era también el favorito de las damas que vivían tras el Purdah, a quienes se dirigía respetuosamente como ‘tía’ o ‘hermana’ según la edad. Nunca conoció la timidez. A todas partes donde iba se sentía como en su propia casa.

Durante ese tiempo concibió la idea de cocinar e hizo una promoción entre sus compañeros de juego para que suscribieran el proyecto, cada uno de acuerdo a sus posibilidades, mientras él tomaba a su cargo la mayor parte de los gastos. Él era el jefe de cocina y los otros sus ayudantes. Su cocina era excelente aunque extremadamente picante.

Cuando quedaba libre de sus estudios llevaba a sus amigos a conocer los distintos lugares de interés de Calcuta. Unas veces era un jardín, otras el Monumento Ochterlony o el Museo. Un día tomaron un bote y por el Ganges llegaron a los jardines del zoológico de Metiabruz, un suburbio de Calcuta. En el viaje de regreso, uno de los chicos se sintió mal y vomitó. Los boteros estaban furiosos y ordenaron a todos que inmediatamente limpiaran el bote. Ellos se negaron y ofrecieron en cambio pagar doble pasaje pero el ofrecimiento fue rechazado. Al llegar al ghat, no les permitieron desembarcar. Mientras los boteros discutían con los muchachos, Naren saltó a la orilla. Como era el más chico de todos lo dejaron ir. A pocos pasos encontró dos soldados británicos y les pidió ayuda para rescatar a sus compañeros. Con las pocas palabras que sabía de inglés trató de explicar lo que sucedía, mientras se tomaba de la mano de los soldados y los guiaba hacia el bote. Los soldados lo escucharon tranquilamente y cuando lograron comprender la situación, con voz amenazante ordenaron a los boteros que dejaran en libertad a los muchachos. Los boteros se asustaron al ver a los soldados; de inmediato y sin protestar los dejaron desembarcar. Los soldados estaban fascinados con Naren y lo invitaron a ir con ellos al teatro, pera Naren declinó la invitación y se despidió de ellos luego de agradecerles su ayuda.

Del libro "Vida de Swami Vivekananda" por sus discípulos de Oriente y Occidente.

lunes, 8 de julio de 2013

Semillas de contemplación


Cada momento y cada acontecimiento de la vida terrena de todo hombre siembra algo en su alma. Pues como el viento lleva millares de invisibles y visibles semillas aladas, así la corriente del tiempo lleva consigo gérmenes de vitalidad espiritual que se depositan imperceptiblemente en el espíritu y la voluntad de los hombres. La mayor parte de estas innumerables semillas perecen y se pierden, porque los hombres no están preparados para recibirlas; pues semillas tales como éstas no pueden brotar en otra parte sino en el buen terreno de la libertad y el deseo.

El espíritu prisionero de su propio placer y la voluntad cautiva de su propio deseo no pueden aceptar las semillas de un placer más alto y de un deseo sobrenatural. Pues ¿cómo puedo recibir las semillas de la libertad si estoy enamorado de la esclavitud y cómo puedo acariciar el deseo de Dios si estoy lleno de otro deseo opuesto? Dios no puede plantar en mí Su libertad, porque soy prisionero y ni siquiera deseo ser libre. Amo mi cautiverio y me encarcelo yo mismo en el deseo de las cosas que odio, y he endurecido mi corazón contra el verdadero amor.

Si yo buscara a Dios, cada acontecimiento y cada momento sembrarían, en mi voluntad, granos de Su vida, que un día trotarían en cosecha de milagro. Porque es el amor de Dios el que me calienta bajo el sol y el amor de Dios el que hace caer la fría lluvia. Es el amor de Dios el que me alimenta en el pan que como, y Dios quien me alimenta también por el hambre y el ayuno. Es el amor de Dios el que me manda los días de invierno, en que me siento frío y enfermo, y el ardiente verano, en que trabajo y mi ropa se empapa en mi sudor; pero es Dios quien alienta sobre mí en leves auras del río y en las brisas que vienen del bosque. Su amor extiende la sombra del sicomoro sobre mi cabeza y manda al niño aguador a recorrer el linde del trigal con su cubo de agua fresca de la fuente, mientras los labradores descansan y las mulas permanecen bajo el árbol.

Es el amor de Dios el que me habla en los pájaros y arroyos; pero asimismo tras el clamor de la ciudad me habla Dios en Sus juicios, y todas estas cosas son semillas que me envía Su voluntad.

Thomas Merton
Fragmento de "Semillas de Contemplación"


Swami Vivekananda: Hacia la perfección

Swami Vivekananda

El tejido de la tela de una gran personalidad es un proceso único y maravilloso. Los días son el estambre, cada experiencia uno de sus hilos, el intelecto y el corazón con sus variaciones son la trama y la urdimbre. Con todos estos elementos se forja el molde para el despertar del alma. Aun así la estatura espiritual de un individuo y sus realizaciones dependen de una completa resolución y voluntad para descubrir y conocer su naturaleza real.

Eso que Jesús proclamó en las colinas de Judea: –¿Qué beneficio obtiene un hombre si conquista el mundo entero y pierde su propia alma?, ya había sido dicho por aquellos sabios de la antigua India: Todo esto es Maia (ilusión), sólo Aquello es Real. 

Un examen de la juventud de Narendra (Swami Vivekananda) nos muestra que hubo tres factores primordiales que incidieron en el forjado de su carácter:

1) Su innata tendencia espiritual y su percepción de su naturaleza real.

2) La influencia de su familia y sus estudios.

3) La guía de su gran maestro espiritual, Sri Ramakrishna, quien lo llevó de la infelicidad y el escepticismo a la seguridad y a la paz.

La influencia de su familia, principalmente sus padres, fue profunda y de largo alcance. Su madre sembró en él sentimientos nobles, pensamiento elevado y acción sin mácula. Aprendió sentado en el regazo de su madre las grandes epopeyas que ella le leía al caer la tarde, el Ramayana y el Mahabharata. Su padre le enseñó, con su ejemplo, hombría de bien y respeto por las tradiciones nacionales. Visvanath estaba en contacto con los movimientos intelectuales de su tiempo lo cual le permitió, entre otras cosas, dirigir la atención de Naren hacia la cultura, religión y filosofía de otros países. A Naren le interesaba el conocimiento en todos sus aspectos, tanto de Oriente como de Occidente. Le atraía conocer la filosofía de Occidente, razón por la cual decidió estudiarla junto con la ciencia, historia y arte occidentales.

La filosofia de Spencer lo interesó de manera especial y utilizó sus razonamientos en discusiones sobre los Upanishads y sobre Vedanta. Hizo lo mismo con el positivismo de Comte, sobre todo en lo que tenía que ver con la ética. También estudió a Kant, Schopenhauer, John Stuart Mill, Augusto Comte y Aristóteles.

En guerra con el sistema de casta y credo hindúes, Naren vivía en una tempestad. Su mente se negaba a permanecer en el mundo de los sentidos y el del puro intelecto no le proporcionaba el conocimiento de la realidad de su propia naturaleza, si es que tal realidad en verdad existía. Tenía el firme propósito de hallar el camino hacia Dios, si es que Dios existía. Solucionar este problema se convirtió, para él, en una necesidad insoslayable e imperiosa. Deseaba realizar esa realidad permanente, base y causa de lo fenoménico.

Naren acordaba con la afirmación kantiana de que lo que el mundo “en sí” permanece desconocido e incognoscible para el hombre puesto que no puede tener experiencia directa de él y de que lo mismo ocurre con la naturaleza interna del hombre, que no puede conocer su realidad interior porque está más allá de las leyes del tiempo y del espacio. Él había comprendido que los órganos de los sentidos, la mente y el intelecto, son incapaces de resolver el enigma ulterior del universo porque la percepción, en la cual algunos fundan las especulaciones y teorías científicas, no está libre de error y por lo tanto no es confiable.

No obstante, Narendra sentía gran respeto por la ciencia occidental y su proceso analítico, que utilizaba en más de una ocasión para poner a prueba las experiencias sobrenaturales de Sri Ramakrishna. Sólo aceptaba lo que pudiera probar de algún modo y rechazaba todo aquello que quisiera imponérsele por presión o temor. Estaba dispuesto de igual modo tanto a convertirse en un ateo honesto como a renunciar incluso a su vida por una visión de la verdad.

Con esta determinación de realizar la verdad espiritual y divina prosiguió sus estudios de ciencia y filosofía. También hizo un curso de medicina para estudiar el funcionamiento del sistema nervioso, el cerebro y la espina dorsal. La historia lo apasionaba porque, para él, era el registro del latido del corazón de los siglos, le hablaba de las aspiraciones y de los logros de las naciones. La poesía, sobre todo la de Wordsworth, tenía una atracción irresistible para Narendra.

Naren era muy querido por su ingenio y su sentido del humor que lo convertían en un compañero inestimable en las diversiones y esparcimientos en los que participaba. A menudo, después de pasar el día con sus amigos se sumergía en el estudio durante la noche. Aun cuando su salud no era buena y se sintiera físicamente débil, su cerebro estaba siempre despejado. En los últimos días de su vida solía decir: "A pesar de que mi cuerpo está quebrantado mi cerebro continúa tan lúcido como siempre." 

Los que lo conocieron lo describen como un muchacho que participaba en divertidas travesuras y aventuras, un eximio artista en el canto, un erudito en sus logros intelectuales y un filósofo en su perspectiva de vida. Veía y comprendía la acción correcta y rechazaba la presión externa. La libre voluntad, sostenida por el discernimiento, era para él la base del verdadero autodesarrollo.

Amante de la vida, el instinto monástico era natural en él. Desde muy joven supo que ese era su camino. En cierta ocasión le dijo a un amigo: –Tú estás casado, estás atado a la vida de hogareño. Yo soy libre. Estoy seguro de que mi camino es la vida monástica. Pero, como él mismo decía, debía vencer muchas dificultades y aclarar muchas dudas antes de que estuviera en condiciones de inclinarse ante un maestro y aceptar sus enseñanzas sin cuestionar.

El Dr. Brayendra Nath Seal, líder intelectual de la India fue uno de sus compañeros de estudio. En 1907 relató sus recuerdos de Swami Vivekananda en un artículo que se publicó en el Prabuddha Bharata. Decía así:

Conocí a Vivekananda en 1881, siendo ambos estudiantes y alumnos del Principal William Hastie, erudito, metafísico y poeta del General Assembly' s College. Era un joven extraordinariamente dotado, sociable, libre y desprejuiciado en cuanto a su manera de ser. Cantor de dulcísima voz, alma de los círculos sociales, brillante conversador, un tanto mordaz y cáustico, hacía trizas con su agudo talento lleno de ingenio, el teatro y la mojigatería del mundo.

Escondía, bajo su máscara de cinismo, un tierno corazón y al mismo tiempo era un inspirado Bohemio pero con una voluntad de hierro. Hablaba con autoridad y tenía el extraño poder de mantener en suspenso a todos los que lo escuchaban.

Esto era evidente para todos, pero lo que era conocido por unos pocos, era el hombre interior que se expresaba en sus vagabundeos de bohemio y en su permanente intranquilidad. Ese fue el comienzo de un período crítico de su historia mental durante el cual despertó a la conciencia del Ser y construyó los cimientos de su futura personalidad. 

“Tres ensayos sobre religión” de John Stuart Mills había trastornado su teísmo de la infancia y el libre optimismo que había absorbido en los círculos externos del Brahmo Samaj. Se sentía asaltado por el problema del mal en la naturaleza y en el hombre, cosa que no lograba conciliar de ninguna manera con la bondad de un creador todopoderoso y omnisapiente.

Un amigo lo condujo al escepticismo de Hume y a la doctrina de lo incognoscible de Spencer. Como consecuencia su incredulidad asumió la forma de un escepticismo filosófico. Su frescura emocional se agotó. Perturbaba su espíritu un tedio que él encubría bajo un aire de negligencia e indiferencia que se manifestaba en sus ironías y escarnios. La música aún lo conmovía y le brindaba una misteriosa percepción de las realidades aún no experimentadas que llenaban sus ojos de lágrimas.

Fue en ese tiempo que lo conocí, por intermedio de un amigo común que lo había iniciado en el estudio de Hume y Spencer. Me habló de sus dudas y de su desesperación por lograr la certidumbre de la realidad última. Me pidió que lo asesorara con respecto a la filosofía teísta de manera apta para un principiante en su situación. Le nombré algunas autoridades en la materia. Los argumentos de los intuicionistas y de la escuela del sentido común de los escoceses sólo sirvieron para afirmarlo en su incredulidad. Me pareció que no tenía suficiente paciencia como para seguir paso a paso la fastidiosa lectura. Los conocimientos que adquiría por ese medio no le satisfacían tanto como la vívida experiencia personal. En él la vida encendía vida y el pensamiento iluminaba el pensamiento. Me sentí profundamente atraído hacia él porque veía que se asía a las dificultades con ardor. Naren no era huraño, intratable o melancólico. Combatía los convencionalismos en sus conversaciones. Este juego confundía a veces a los que no lo conocían en su intimidad.

Le di una serie de escritos de Shelley. Su himno al espíritu de la belleza intelectual, su panteísmo del amor universal y su visión de una humanidad glorificada y milenaria lo conmovieron a un punto que los filósofos no habían conseguido. El universo ya no era algo inerte, sin vida, un mecanismo desprovisto de amor, sino que contenía un principio espiritual de unidad. Le hablé, entonces, de la unidad del Parabrahman como la razón universal. En ese tiempo, yo estaba intentando fundir en uno tres elementos esenciales: el monismo puro de Vedanta, la lógica de la idea de Absoluto de Hegel y el Evangelio de Igualdad, Libertad y Fraternidad de la Revolución Francesa. La individualidad era para mí el principio del mal.

La razón universal era el todo-en-todo, era naturaleza, vida, historia, como desarrollo progresivo de la idea de absoluto. Ética, credo, todo principio social y político debían ser probados por su conformidad con la razón pura. El sentimiento se me aparecía como algo patológico, una perturbación de la cordura, el sano juicio y el orden. El gran problema de la vida y la sociedad, de la educación y la legislación era cómo vencer la resistencia de la individualidad y de lo sin-razón a la manifestación de la razón pura. Yo sostenía, con el ardor de un joven visionario inexperto que la liberación de las cadenas de la sinrazón llegaría a través de una nueva política revolucionaria de la cual el santo y seña sería: Igualdad, Libertad, Fraternidad.

Las ideas de la soberanía de la razón universal y de la negación de lo individual como principio de la moral satisfacían el intelecto de Vivekananda porque le aseguraban la conquista sobre el escepticismo y el materialismo. Pero esto no le trajo paz. Él quería saber si mi filosofía podía satisfacer sus sentidos, si podía liberar el alma. Buscaba lo perfecto que aquietara la conmoción de su alma. En ese entonces consideré esta demanda por la perfección en forma humana y por un poder externo a nosotros que salvara como una debilidad nacida de la falta de razonamiento. Mi inexperiencia juvenil en cuanto a esta demanda de un alma en lucha consigo misma era total. Yo no sabía como satisfacerla. 

Narendra recurrió entonces a los líderes del Brahmo Samaj a quienes pidió un ideal que fuera real a los sentidos, una verdad visible, un poder que condujera a la liberación. Más tarde se quejó amargamente diciendo que allí había escuchado muchas disertaciones sobre moral y principios que a él no le conformaban.

Probó con diversos maestros, credos y cultos, hasta que su intensa búsqueda lo llevó, si bien con un espíritu escéptico al Paramahamsa de Dakshineswar quien llevó paz a su alma y curó las heridas de su espíritu. Aun así dudaba y se preguntaba si esa paz que sentía en presencia del Maestro no sería ilusoria.

Yo observaba con profundo interés la transformación que se operaba ante mis ojos. Imaginen a un joven vital, vedantista, hegeliano, revolucionario como era yo, penetrando en el éxtasis religioso y la adoración a Kali y, por otro lado, uno iconoclasta y librepensador como Naren, una inteligencia creadora y dominante, un domador de almas, cautivo en las redes de un extraño misticismo sobrenatural. Amaba a Narendra y deseaba comprenderlo. Fue así que un día fui a Dakshineswar para ver y escuchar al Maestro de Vivekananda. Pasé ese día de verano en la serena atmósfera del templo-jardín y regresé al atardecer entre los truenos y relámpagos de una tormenta desatada en mi alma. Sentía, a la vez, aturdimiento y perplejidad y una escondida percepción de la verdad.

El resultado fue que él halló, gracias a su Maestro, lo que luego enseñaría al mundo entero: el credo del hombre universal y la absoluta soberanía del Ser.

En medio de su confusión, Naren practicaba meditación. Este esfuerzo por aquietar la mente le dio gran paz mental. En esos momentos él penetraba en los más recónditos pliegues de su naturaleza. Ya en las primeras visitas a Dakshineswar, las palabras de Sri Ramakrishna le resultaron muy reconfortantes y lo mantuvieron firme en la práctica de la meditación. Eso le ayudó a mantener su tumultuosa mente firme en la creencia de una realidad última.

Estas son algunas de las enseñanzas que Sri Ramakrishna le dio:

"Dios escucha las sinceras oraciones y ruegos de la mente humana. Puedo asegurarte que tú puedes verlo más intensamente de lo que tú me ves. Puedes hablar con Él más íntimamente de lo que me hablas a mí. Uno puede escuchar sus palabras y sentir su toque." 

"Puede ser que tú no creas en las diversas formas divinas y las consideres producto de la imaginación. Pero si crees en alguna realidad última que regula el universo, entonces puedes rogar así: "¡Oh Dios, yo no te conozco. Sé misericordioso y revélame tu real naturaleza! Si tu ruego es sincero, Él te escuchará." 

Estas palabras del Maestro animaron a Naren y lo ayudaron a dirigir su mente cada vez más hacia la práctica espiritual. Narendra estaba convencido de que la religión comienza y la filosofía termina cuando se trata de dar un conocimiento claro y correcto de Dios, decía que eso está más allá del poder del intelecto. A pesar de eso y de que dedicaba gran parte de su tiempo y energía a la práctica espiritual, no descartó ni sus libros de filosofía ni la música.

Naren hasta ese momento había meditado en Dios sin forma pero dotado de atributos siguiendo las indicaciones del Brahmo Samaj. Ahora adoptó una nueva forma de meditación. Primero rogaba desde el fondo de su corazón: "iOh Señor, sé misericordioso y revélame tu naturaleza real que es la personificación de la verdad!” Al rato, según él mismo relatara, perdía la conciencia del cuerpo y del tiempo y tenía una sensación de inefable paz interior que no le permitía dejar su asiento. Esta meditación la hacía a la noche cuando todos los de la casa se habían retirado a descansar.

Gradualmente llegó al convencimiento de la existencia de una realidad última de la cual emana todo lo fenoménico. Narendra, guiado por el anhelo de la visión divina, comenzó a llevar una vida de renunciación en la cual la oración y la contemplación se convirtieron en un hábito. Fue en ese tiempo que, en más de una ocasión, se sentía separado de su propio cuerpo. A la vez, en su relación con el Maestro pasó, gradualmente, de la oposición y rebelión iniciales a una entrega total.

Fragmento del libro "Vida del Swami Vivekananda" por sus discípulos de Oriente y Occidente.