jueves, 2 de enero de 2014

El Señor es nuestro único amigo

El Bendito Señor Krishna

Aryuna estaba en un estado de suma depresión. En la víspera de la guerra se rehusó a pelear. Estaba en un estado en el cual no sabía qué hacer, repentinamente, Aryuna se vio deprimido por las limitaciones naturales; pero él, el amante de Dios, debe manifestar la divinidad, la religión, el Dharma; controlando la naturaleza inferior. Esto es necesario para nosotros también. En realidad, el Señor es nuestro único amigo, el Compañero Eterno, lo demás: persona y tiempo, son transitorios.

Cuando hay sinceridad, una persona puede sentir la presencia del Señor y amarLe en su propio corazón. Es insensato pelear por los métodos tales como: templos, iglesias, libros. Del famoso libro Gñana Yoga, Sendero del supremo conocimiento, de Swami Vivekananda, de la versión directa del inglés por Swami Vijoyananda, podemos mencionar: '"El reino de los cielos Está en vuestro interior' dice Jesús, también lo dice el Vedanta y todo gran Maestro. 'Aquel que tiene ojos para ver que vea y aquel que tiene oídos para oír que oiga"'.

Hay debilidades pero también el poder de superarlas. Cuando una persona sinceramente trata de llevar una vida con hombría, por la gracia de Dios, siempre llega la auto confianza, el espíritu de dedicación. Así, escuchamos que el Bendito Señor Krishna le dijo a Aryuna: No te portes como un eunuco (carente de hombría), ¡oh Partha!; eso es indigno de ti; echa lejos a esa debilidad de corazón y yérguete, ¡oh fulminador de los enemigos!. (B.G.: II-3).

Ahora encontramos al Bendito señor diciéndole a Aryuna que soporte todas las dualidades de la vida tales como: placer y dolor, calor y frío. Le dijo a Aryuna: ¡Oh Kounteya! (Aryuna) las nociones de calor y frío, de placer y dolor, nacen del contacto de los sentidos con los objetos; tienen origen y fin y son transitorias. Sopórtalas, ¡oh Bharata!. (B.G.: II-14).

También Sri Ramakrishna dijo: Aprende del yunque a tener paciencia y saber resistir.

Soportar...es :facil decir que se haga. La vida está siempre llena de problemas; uno tras otro como las olas del mar. En una carta dirigida a un devoto, la Santa Madre (Sri Sárada Devi), decía: "No hay felicidad alguna en la vida humana; verdaderamente el mundo está lleno de miseria, aquí la felicidad es solamente una palabra".

Si en realidad, la vida es siempre sufrimiento; ¿qué significado hay en continuarla? ¿Cuál es el designio? ¿Por qué habríamos de soportarlos? El Bendito Señor le dijo a Aryuna, y también a nosotros: ¡Oh tú, el mejor de los hombres!, sólo aquel que no se aflige por esas modificaciones, y es ecuánime en el placer o en el dolor, logra la inmortalidad ¡Qué maravillosas palabras! Un poquito de reflexión y meditación sobre las mismas, inmediatamente trae amplios significados para todos los sufrimientos de nuestra vida; todas las cosas se vuelven significativas.

Este mundo es como un gimnasio, una escuela; las situaciones de nuestra vida son como los instrumentos del gimnasio. Así, el placer y el dolor no son malos ni buenos; ellos son instrumentos para aumentar nuestra salud espiritual, nos pueden ayudar a profundizar nuestro amor por Dios, la Realidad Última.

Aquí, el mismo objeto que está dando placer en este momento, trae dolor en el momento siguiente; la misma situación es simultáneamente buena y mala para dos personas diferentes. Siempre hay muchas confusiones. Las situaciones siempre cambiarán muy rápidamente, por lo tanto, unas persona inteligente que tiene poder de discriminación, nunca disfrutará nada con apego. Cuando hay apego, uno olvida que es meramente un pasajero, un gimnasta y siempre llegan problemas. Nadie quiere ni puede quedar en el gimnasio todo el tiempo. Después del ejercicio es necesario salir del gimnasio. De la misma manera, en nuestra vida, llegará también el momento de salir del cuerpo. Aquí es necesario prepararse antes de la salida final. También es necesario utilizar las oportunidades de las facilidades y sufrimientos en todas las formas posibles. Los sufrimientos siempre proveen lo necesario para comprender nuestros estados mentales; y con la actitud apropiada podemos incrementar la fuerza.

Los fuertes vientos ayudan al árbol a desarrollar sus raíces. Los sufrimientos son benévolos dones, regalos de Dios, cuando un devoto puede considerarlos así.

También es siempre mejor considerarlos de esta manera que lamentarse y, de este modo, complicar la vida más y más. Por otra parte, el lamento indiscriminado intensifica el sufrimiento y generalmente nosotros hacemos esto.

Por lo tanto es necesario soportar. El problema grande en la vida de un aspirante espiritual es su egoísmo. El sincero intento por soportar trae expansión en el corazón, crece el espíritu por dedicarse y entregarse a la voluntad del Señor; gradualmente un aspirante será calificado para realizar a Dios.

A menudo, permanecemos sin recordar a Dios, estamos siempre ocupados con los juguetes de la vida tal como los niños, y así, puede ser que el Señor, a veces, esté tocando nuestras manos con los golpes de las situaciones difíciles, de los sufrimientos. Quizás, atraiga nuestra atención diciéndonos: No Me olvides. Pero, frecuentemente, son tan duros, tan difíciles; empero, ¿qué podemos hacer? No hay otra manera de progresar y erradicar nuestro ego; y cuando no hay egoísmo, automáticamente, no hay necesidad de soportar o sufrir. Sufrimos porque tenemos ego.

Rev. Swami Pareshananda














martes, 24 de diciembre de 2013

El nacimiento de Cristo


Mientras quede un apetito todavía insatisfecho, mientras Cristo no nazca, debemos esperarlo con ansias e impaciencia. Cuando se establezca la verdadera paz no tendremos necesidad de pruebas; ella se reflejará en nuestras vidas, no sólo en las individuales sino también en la colectiva. Entonces diremos que Cristo ha nacido. Entonces no pensaremos en un día en particular del año como día del nacimiento de Cristo, sino en un evento siempre recurrente que puede ser vivido por cada uno. 

Cuanto más pienso en la religión fundamental, cuanto más pienso en el extraordinario nacimiento de tantos Maestros, llegados a nosotros de época en época y de religión en religión, más me doy cuenta de que detrás está la verdad eterna de la que he hablado. Ella consiste en la vida vivida, que no se detiene jamás, que progresa constantemente hacia la paz. 

Por lo tanto cuando se augura "Feliz Navidad", sin pensar en el significado de esta expresión, ella no es más que una fórmula vacía. Y si no se augura la paz a cada ser viviente, no podemos augurarnos la paz a nosotros mismos. Es un axioma evidente como los axiomas de Euclides: no puede haber paz en una persona si en ella no hay también un ardiente deseo de paz para todo aquello que tiene en torno. Podéis ciertamente experimentar la paz aun en medio de la lucha, pero esto sucede sólo si para hacer cesar la lucha perdéis la vida, os crucificáis vosotros mismos. 

Y así, como el prodigioso nacimiento es un evento eterno, también la cruz es un evento eterno en esta vida tempestuosa. El Cristo viviente significa una cruz viviente. Sin ésta, la vida es una muerte viviente. 

No he llegado a estar de acuerdo jamás con las diversiones de las fiestas navideñas. Me han parecido siempre contrarias a la vida y las enseñanzas de Jesús. 

¡Cómo quisiera que América pudiese dar ejemplo, aprovechando las fiestas de Navidad para una real toma de conciencia moral y dedicación a aquella humanidad por la cual Jesús ha vivido y ha muerto en la cruz! 

La fortuna quiso que encontrara Roma en mi camino. Así pude ver algo de aquella grande y antigua ciudad. ¡Y qué no hubiera estado dispuesto a dar para poder inclinar mi frente delante de la imagen de Cristo crucificado custodiado en el Vaticano! Esa imagen está siempre delante de mis ojos. Esta escultura es capaz de conmover aun a los corazones más duros. El cuerpo está cubierto solamente por un pedazo de tela, como hacen los pobres de nuestro pueblo. ¡Y qué maravillosa expresión de compasión! 

Sólo con esfuerzo logré al fin alejarme de aquella escena de tragedia viviente. Allí comprendí, todavía una vez más que también las naciones, como los individuos, podían crearse sólo a través de la agonía de la cruz y de ningún otro modo. La alegría no nace del sufrimiento por las penas ajenas, sino del sufrimiento que voluntariamente soportamos nosotros mismos.
 Mahatma Gandhi
(de libro 'Jesús y el cristianismo')

viernes, 13 de diciembre de 2013

Salir enteramente de si mismo

El Bendito Señor Jesús

Una de las mayores paradojas de la vida mística es ésta: nadie puede penetrar en el más hondo centro de si mismo y llegar por este centro hasta Dios, si no es capaz de salir enteramente de sí mismo y vaciarse de sí y entregarse a otros en la pureza de un abnegado amor.

Y así una de las peores ilusiones de la vida mística sería intentar hallar a Dios encerrándote dentro de tu propia alma, dejando afuera toda realidad externa mediante pura concentración y fuerza de voluntad, separándote del mundo y los demás hombres, apretándote dentro de tu mente y cerrando la puerta como una tortuga.

Afortunadamente, la mayoría de los hombres que lo intentaron no lo consiguieron. Pues el autohipnotismo es exactamente lo contrario de la contemplación. Entramos en posesión de Dios cuando Él invade todas nuestras facultades con Su luz y Su fuego infinito. Pero el procedimiento de narcotizar tu espíritu y aislarte,de todo lo que vive, meramente te insensibiliza para todas las oportunidades del amor, que es la fuente de la contemplación.

Cuanto más me identifico con Dios, tanto más me identificaré con todos los demás que están identificados con Él. Su Amor vivirá en todos nosotros. Su Espíritu será nuestra única Vida, la Vida de todos nosotros y la Vida de Dios. Y nos amaremos los unos a los otros y amaremos a Dios con el mismo Amor con que nos ama y Se ama. Este Amor es Dios mismo.

Cristo rogaba que todos los hombres se hicieran Uno como Él era Uno con Su Padre, en la Unidad del Espíritu Santo. Por lo tanto, cuando tú y yo seamos lo que realmente deberíamos ser, descubriremos no sólo que nos amamos perfectamente, sino también que ambos vivimos en Cristo y Cristo en nosotros, y que todos somos un solo Cristo.

Thomas Merton
Semillas de Contemplación