martes, 26 de junio de 2012

Corazón de león


Swami Vivekananda

El eminente discípulo que iba a recoger la herencia espiritual de Ramakrishna y a sembrar por el mundo la semilla de su pensamiento era, en lo físico y en lo moral su antítesis completa.

El Maestro Seráfico se pasó la vida a los pies o en brazos de la Divina Amada, la Madre, Dios vivo. Se desposó con Ella en su infancia, a la manera de esos matrimonios de la India; antes de tener conciencia de sí mismo la tenía de la Amada. Si luego tuvo que pasar años de mortificaciones para reunirse con Ella, fue como en las epopeyas de los caballeros andantes, para merecerla y para conquistarla. Al final de todos los caminos que se entrecruzaban en el bosque, sólo estaba Ella. Ella sola; Dios múltiple con miles de rostros. Cuando la alcanzó, había aprendido a conocer, uno por uno, aquellos rostros; a poseerla totalmente. De este modo abarcó en ella al mundo entero, y el resto de su vida transcurrió en la serena plenitud de aquella viva satisfacción cósmica cuya revelación han cantado en nuestro occidente Beethoven y Schiller.

No les era dado a sus más audaces discípulos seguirle. El más potente de ellos, el espíritu de mayores alas, Vivekananda, no lo consiguió sino, a fuerza de vuelos violentos y en medio de tempestades que más de una vez me han recordado las de Beethoven; hasta cuando se posaba, las velas de su barco hinchábanse con todos los vientos. Los gritos todos de la tierra, los padecimientos de la época, le rodeaban con su coro hambriento de gaviotas. Disputábanse aquel corazón de león todas las pasiones de la fuerza (no las de la debilidad). Era la energía hecha hombre, y a los hombres se la predicaba.

-¡Ante todo, sed varoniles y fuertes! Jóvenes, yo respeto hasta a los malvados, si son fuertes y varoniles, porque su fuerza les hará algún día renunciar a su maldad y hasta a todo egoísmo. Ella los llevará a la verdad.

Era alto, ancho de espaldas y de pecho, corpulento y pesado. Tenía brazos musculosos, ejercitados en todos los deportes; la tez, aceitunada; la cara, redonda, con una frente ancha, una mandíbula poderosa, ojos magníficos, grandes, obscuros, un poco bombeados, con párpados gruesos, cuyo dibujo recuerda la clásica comparación con la hoja de loto. Nada se libraba de la magia de su mirada, que los mismo podía acariciar con su seducción irresistible, que brillar de ingenio, de ironía, de talento, que extraviarse en el éxtasis o ahondar imperativamente en lo íntimo de las conciencias y fulminar su furia. Pero, sobre todo, no se le acercó nadie en la India ni en América que no quedase sobrecogido por su majestad. Había nacido rey. Cuando se presentó en Chicago, en la sesión inaugural del Parlamento de las Religiones, que fue inaugurado en septiembre de 1893 por el Cardenal Gibbons, obscureció a cuantos lo rodeaban. Predominó su fuerza y su hermosura, la gracia y la dignidad de su manera de llevar su cabeza, el sombrío fulgor de sus ojos, su imponente modo de andar; y, apenas habló, la espléndida música de su voz cálida y profunda (una hermosa voz de violoncelo, como dijo Josefhine Mac Leod) sometieron a aquella muchedumbre de anglosajones de América, prevenidos contra él por sus prejuicios acerca del color; y el pensamiento del guerrero-profeta de la India marcó su garra en los costados de los Estados Unidos.

Nadie hubiese podido imaginárselo en segundo lugar. Allí donde estuviese, era el primero. Hasta su Maestro Ramakrishna, en una visión se representaba a sí mismo junto al amado discípulo, como un niño junto a un Rishi. Por mucho que rehuía los homenajes, que se juzgaba con severidad y que se humillaba, todos, a primera vista, reconocían en él al elegido del Señor, al jefe, al hombre marcado con el sello de la fuerza que manda a los hombres. Uno que se cruzó con él, sin conocerle, en los Himalayas, se detuvo sorprendido y exclamó:

-¡Shiva!. ..

Fue como si el dios de su predilección le hubiese escrito su nombre en la frente.

Pero aquella frente de maestro estaba azotada, como una cima por los cuatro vientos del espíritu. Muy pocas veces disfrutó la calma del aire, los espacios límpidos del pensamiento donde se cernía la sonrisa de Ramakrishna. Aquel cuerpo, demasiado potente, aquel cerebro tan vasto, eran el campo de batalla designado para todos los choques del alma tempestuosa. Lo presente y lo pasado, Oriente y Occidente, la acción y el ensueño, se acometían en él. Sabía demasiado, podía demasiado para consentir una armonía formada por el renunciamiento a una parte de su naturaleza, a una parte de la verdad. La síntesis de las grandes fuerzas opuestas exigía años de lucha, en los cuales se consumió su heroísmo con su vida. Combate y existencia eran para él sinónimos ... Muy corto fue el lote de días que se le otorgó. Sólo dieciséis años desde la muerte de Ramakrishna a la de su amado discípulo ... ¡Una llamarada!. .. Cuando tendieron al atleta sobre la pira tenía menos de cuarenta años ...

Pero la llama de aquella pira todavía arde hoy. Y, como el antiguo fénix, han renacido de sus cenizas la conciencia de la India -ave mágica-, la fe de su unidad en el gran Mensaje, que desde los Vedas prepara el espíritu soñador de un pueblo milenario, del cual tiene que dar cuenta el resto de la humanidad.

Por Romain Rolland 

Del libro 'Vida de Vivekananda'











lunes, 25 de junio de 2012

Jesús de Nazareth y Gandhiji


Mahatma Gandhi

Por muchos años he considerado a Jesús de Nazareth como uno de los más grandes maestros que haya tenido el mundo, y digo esto con toda humildad. Uso la palabra 'humildad' por el simple motivo de que indica exactamente lo que siento. Obviamente, los cristianos sienten a Jesús de Nazareth mucho más importante de lo que puedo sentirlo yo, no cristiano e hindú. He usado a propósito el verbo 'sentir' en vez de 'atribuir', porque pienso que ni yo, ni ningún otro, podemos tener la pretensión de asignar el lugar justo a un gran hombre.

Los grandes maestros de la humanidad no han sido tales porque los otros los hayan definido así, sino por una dignidad que les pertenecía por derecho, como consecuencia del servicio rendido. Pero sólo a los más pequeños y humildes entre nosotros les es dado el sentir ciertas cosas a propósito de ciertas personas. La relación entre los grandes maestros y nosotros es algo similar a la relación entre marido y mujer. Sería terrible y trágico si tuviera que disertar intelectualmente para decidir qué puesto otorgar a mi mujer en mi corazón. No me corresponde a mí asignárselo, ella misma toma el puesto que por derecho le pertenece en mi corazón. Es una cuestión que concierne esencialmente al sentimiento.

Puedo decir que Jesús ocupa en mi corazón el puesto de los más grandes maestros que han ejercido una notable influencia sobre mi vida. Dejemos estar a los cristianos, por el momento. Quiero deciros a vosotros, hindúes, que vuestras vidas estarán incompletas si no estudiáis con respeto las enseñanzas de Jesús. Por mi experiencia personal he llegado a la conclusión de que aquellos que, independientemente de la fe que profesan, estudian con respeto las enseñanzas de las grandes religiones, terminan por tener, no un corazón mezquino, sino uno más grande. Personalmente, no considero falsa ninguna de las grandes religiones del mundo. Todas han servido y sirven a la humanidad. Si hicierais un adecuado trabajo de limpieza purgando y purificando vuestros corazones, veríais que todos estos grandes maestros vendrían a ocupar su puesto sin que los hubierais invitado. 

Mahatma Gandhi

Corazón Universal

Editorial


La bendición de Cristo (El Salvador del Mundo)
Pintura del Greco

... Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre injustos y justos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestro hermano solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? (5, 40-47)

El Reverendo Swami Bhuteshanandaji Maharaj dijo: Lo que nos hace juzgar a otras religiones es la falta de comprensión de nuestra propia religión. Cuando oímos hablar de religión universal inmediatamente nos sentimos molestos, porque hemos sido educados en el concepto de que nuestra religión es la única verdadera y quel as demás son falsas; quizás apelando a toda las demás son falsas; quizás apelando a toda nuestra tolerancia, aceptemos que puede existir alguna otra, pero no estamos muy convencidos. Sin embargo, si leemos con detenimiento y mucha sinceridad las palabras del Bendito Señor Jesús, hallamos una constante invitación a ampliar nuestro corazón para dar cabida a todos, no sólo a nuestros amigos sino también a los enemigos yaclara que de ese modo llegaremos a ser perfectos como nuestro Padre, quien hace llover sobre justos e injustos. Si Dios es universa ¿cómo podemos realizarlo con un corazón mezquino y egoísta? ¿Cómo podremos poner a los Himalayas en una caja de fósforos o al océano en un dedal?

El Bendito Señor Jesús dijo: "Cuanto hicieseis al más pequeño de mis hermanos me lo habréis hecho a Mí". Sin duda nos está recordando que Dios está en todos y si hacemos algo bueno o malo a alguien lo estamos haciendo a Dios mismo. Swami Vivekananda dijo: Os consideraré religiosos cuando empecéis a ver a Dios en todos los hombres, entonces comprenderéis aquello de: "¡Presenta la mejilla izquierda al que te ha abofeteado la derecha!". También dijo: "El santo y seña es: No yo, sino Tú. ¡Qué importa si hay infierno o cielo, y que haya o no alma! Miren al mundo, está lleno de miseria. ¡Adéntrense en ese mundo, como el Señor Buddha y esfuércense en disminuir esa miseria o morir al intentarlo!. Olvídense de ustedes mismos! ¡Esta es la gran lección que deben aprender, ya sean teístas o ateos, agnósticos o vedantistas, cristianos o mahometanos!

En realidad, el único impedimento para la verdadera aceptación de los demás, es nuestro ego y su constante tendencia a la contracción. Para poder aceptar el universalismo, es decir, lo que incluye a todos, debemos trabajar en nosotros mismos, tratando de derribar ese muro que nos separa, nuestro propio egoísmo. Diariamente, con lo que nos rodea, podemos practicar las enseñanzas de todas las grandes almas que jamás excluyen a nadie, y así, si somos sinceros, llegaremos a sentir que todos somos hijos de Dios, y nuestro corazón se tornará universal.

jueves, 21 de junio de 2012

Como el abrojo

EDITORIAL
Señor Buddha


Sólo quien ha renunciado a la victoria y a la derrota encuentra la felicidad.
No hay fuego mayor que la pasión,
 no hay peor pérdida que el odio,
 no hay peor dolor que el cuerpo ni mayor felicidad que la paz.
Sigue a los que han despertado, a los buscadores del camino, a los transformados, 
¡síguelos! como sigue la luna el camino de las estrellas.

Enseñanzas del Señor Buddha


En la visita del Rev. Swami Bhavyanandaji Maharaj al Ashrama de Bella Vista en agosto del año 1990, le formularon la siguiente pregunta: con respecto a la entrega a Dios, ¿Cómo sabemos si estamos avanzando en esa entrega? El Swami respondió: cuando no nos afecta el placer o dolor, el éxito o el fracaso; sabemos que nos hemos entregado a Dios.

Swami Pareshananda repite con notable frecuencia: el mundo va a continuar con sus dualidades. Como todas las palabras de quienes han dedicado su vida al conocimiento de sí mismos y de Dios, tienen una fuerza especial y se adhieren a la mente del que escucha con sinceridad como el abrojo, ese fruto de una planta silvestre que al paso del ganado se pega en su pelaje y es muy difícil sacarlo. Del mismo modo nos resulta dificultoso deshacemos de las palabras impregnadas de verdad y éstas trabajan de una manera inexplicable en la mente

Swami Vivekananda decía: Comparo a la verdad como una sustancia corrosiva de poder infinito. Dondequiera caiga, se abre camino quemando; si la substancia es blanda, de inmediato; si es duro granito, poco a poco; pero ha de quemarlo.

Que el mundo va a continuar con sus dualidades es fácil de entender porque lo vemos de continuo. El llamado de atención es a nosotros que obstinadamente queremos que no sea así, queremos que todo sea agradable y placentero sin damos cuenta que de inmediato quedamos apegados a esa sensación de agrado. Somos esclavos de la búsqueda de placer y del rechazo por el sufrimiento.

Es una invitación a comprender que mientras el péndulo de nuestra mente oscile de derecha a izquierda impulsados por una reacción, no hay ninguna posibilidad de una verdadera entrega a Dios. Continuaremos embriagados por el éxito y ofuscados por el fracaso. Por la gracia de Dios, tenemos la bendición de tener un Preceptor espiritual que nos indica nuestras limitaciones y nos infunde la fuerza transformadora. No seamos necios, dejemos que sus palabras, como el abrojo, se peguen en nuestro corazón, para que, por su gracia y nuestro entendimiento, lleguemos a la verdadera entrega a Dios.


miércoles, 20 de junio de 2012

La libertad en la obediencia


Thomas Merton


Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar y serás perfecto
San Juan de la Cruz


Muy pocos hombres se santifican en el aislamiento. Muy pocos alcanzan la perfección en una soledad absoluta.

El vivir con otros y aprender a perderse en la comprensión de sus flaquezas y deficiencias puede ayudarnos a llegar a ser verdaderos contemplativos. Pues no hay mejor medio de desembarazarse de la rigidez y aspereza del egoísmo que nos empapa y que es el único obstáculo insuperable que nos separa de Dios y de Su Gracia.

Ni la valerosa aceptación de pruebas internas en soledad completa, puede llegar a igualar la obra de purificación que realiza en nosotros la paciencia y humildad en el amor al prójimo y la simpatía en sus necesidades y exigencias más irrazonables.

Las extremas dificultades que encuentran en su camino los que buscan libertad interior y pureza de amor, pronto les enseña que no pueden avanzar por sí solos, y la Gracia de Dios les infunde el deseo del medio más simple para vencer su egoísmo y ceguera de juicio. Y éste es la obediencia al juicio y dirección de otro.

Un espíritu que sienta la atracción de Dios en la contemplación aprenderá pronto el valor de la obediencia; las penalidades y angustias que tiene que sufrir cada día bajo la carga de su egoísmo y torpeza, incompetencia y orgullo, le dan ansias de ser conducido, aconsejado y dirigido por otro.

Thomas Merton

(Monje Trapense y escritor.1915-1968.
De su libro "Semillas de Contemplación")





martes, 12 de junio de 2012

EL MENSAJE DE SRI RAMAKRISHNA


Reverendo Swami Bhuteshanandaji Maharaj

El mensaje de Sri Ramakrishna es tan vasto y profundo que es imposible exponerlo en detalle. En esta oportunidad trataré algunos puntos salientes de su mensaje. Todo lo que Sri Ramakrishna dijo o hizo, fue para el bien del mundo. Por lo tanto, sea cual sea la enseñanza suya que yo comparta hoy con ustedes, será beneficiosa para todos.

Desde los primeros años de su vida, Sri Ramakrishna experimentó una locura por Dios. La realización de Dios era su único propósito en la vida y para él las demás cosas eran totalmente secundarias. Decía: "En verdad te digo, no se nada sino de Dios". Vivía en un constante anhelo por la realización de Dios. No obstante, deseaba alcanzar ese estado no sólo para su propia dicha sino para tener la alegría que deseaba compartir con ellos.

Cuando un hombre entra en samadhi y queda completamente absorto en Dios, no puede comunicarse con otros. Un día se encontraba en un profundo samadhi (total absorción espiritual), si bien trataba de mantenerlo bajo control, por lo tanto, Sri Ramakrishna rogó a la Divina Madre del universo: "¡Oh, Madre, no me dejes inconsciente del mundo exterior, yo quiero conversar con los devotos!" La gente común no puede comprender el profundo significado de esta expresión. Samadhi es un estado al cual aspiran todos los practicantes de la vida espiritual, es la culminación del propósito de la vida espiritual.

Para Sri Ramakrishna, el samadhi se había vuelto un estado natural y habitual. Pero cuando se encontraba en compañía de los devotos, trataba de evitarlo por temor de olvidar el mundo y privar a la gente, allí reunida, de la gran Verdad que de compartirla con otros.

El Maestro era una fuente inagotable de sabiduría eterna la cual provenía de sus variadas experiencias de la Realidad Última. Al mismo tiempo, cuando no estaba absorto en samadhi, era agudo observador del mundo exterior. Hay algunos puntos sobre los cuales Sri Ramakrishna ponía especial énfasis. Primero: la realización de Dios es el único propósito de la vida humana. Sin la realización de Dios, todo lo demás es incompleto; es el máximo logro aquí y en el más allá.

Ahora bien, ¿qué quiso decir Sri Ramakrishna por 'realización de Dios'? Para decirlo en pocas palabras: significa una experiencia intuitiva de la base fundamental de toda existencia, en la cual el que ve y lo que es visto, se vuelve uno. Realización espiritual no significa simplemente la visión de diferentes formas divinas o un sentimientos más elevado del común que puede ser descripto por diferentes personas de diversas maneras. Lo que Sri Ramakrishna quería significar por realización espiritual es absorción del ser individual en lo Absoluto.

Citando los Upanishads: "Así como el agua pura cayendo en un enorme recipiente de agua se vuelve una con ella, así también se vuelve el ser del hombre contemplativo que ha realizado a Dios". Es decir que, en ese estado, lo individual deja de ser individual. Él no se pierde, más bien se convierte en lo Absoluto. 

Esta experiencia de unidad es el verdadero significado de la realización de Dios. No obstante, hay otras formas de realización espiritual las cuales eran aceptadas por Sri Ramakrishna. Así era la universalidad y la amplitud de visión que él tenía acerca de la realización de Dios.

El segundo mensaje saliente de Sri Ramakrishna es que, no sólo debemos tener esa realización en nuestro propio ser, sino que debemos compartirla con otros. Decía que había algunas personas que cuando obtenían un manjar se lo comían todo, se limpiaban con cuidado la boca y no lo decían a nadie, no deseaban compartirlo con otros. El censuraba tal actitud.

La realización que se logra en el sendero espiritual debe ser compartida con los demás, entonces alcanzará su plena madurez. Al compartir nuestra experiencia, al ayudar a otros a lograr la misma experiencia, la nuestra queda colmada en el verdadero sentido del término. Un día Sri Ramakrishna preguntó a Narendra, más tarde SwamiVivekananda, cuál era la meta de su vida. Narendra le respondió: "Es mi deseo permanecer constantemente absorto en samadhi durante tres ocuatro días, bajando sólo al plano sensorio para comer algo" Sri Ramakrishna dijo: "¡Qué estrechez mental la tuya! Hay un estado mucho más elevado que ese. ¿No eres tú quien canta 'Todo lo que existe eres Tú'?" El Maestro dijo a Narendra que quería que fuera como un árbol baniano de frondosas y extensas ramas para dar refugio a miles de viajeros fatigados. Él mismo se esforzó sobremanera para diseminar ideas espirituales entre la gente y ayudarla en el logro de la más elevada meta. Si la primera mitad de su vida fue dedicada a reunir los tesoros de la experiencia espiritual, su segunda mitad fue dedicada a compartir esa riqueza con los demás.

Llegamos ahora al tercer mensaje de Sri Ramakrishna. Dicho en sus palabras: 'Yato mat, tato path'; para tantas mentes, tantos senderos. Todos los senderos conducen a la última meta, la realización de Dios. Esto no era una convicción meramente intelectual, sino lo que había experimentado a través de la práctica de distintos senderos religiosos. Él era un gran experimentador. Luego de alcanzar la realización de Dios por un sendero, quería conocer los senderos que seguían otras personas, cómo lograban la meta y cuál era esa meta.

Sri Ramakrishna practicó cada sendero cumpliendo escrupulosamente todos los mandatos y tradiciones de cada uno de ellos, e invariablemente hallaba que cada sendero conducía a la misma meta. 'Realización' es algo incomunicable, se trata de la más íntima y propia experiencia, la cual está más allá del alcance de las palabras. Aun así, en la medida que las palabras se lo permitían, trataba de describir sus experiencias a su manera única, original, en virtud de que estaba dotado del conocimiento de los diferentes senderos. Éste es un rasgo único, sin par, de Sri Ramakrishna.

En la historia de las religiones del mundo, no hallamos un maestro haciendo experiencias espirituales del modo y medida que lo hizo Sri Ramakrishna. Hallamos experiencias de gran universalidad en las escrituras del hinduismo y tal vez en otras religiones. Los antiguos Vedas declaran: "La Verdad es una, los sabios la llaman por diferentes nombres". Las Encamaciones Divinas y los seres iluminados han hecho declaraciones similares. Pero la historia no ha registrado que alguno de esos grandes Maestros hayan practicado los diferentes senderos y finalmente realizado la misma meta a través de cada uno de ellos. Hasta donde nosotros sabemos sólo Él lo hizo y esto es lo que hace que su vida sea única.

La universalidad que él enseñó no era una mera expresión de una mente amplia o de una mira filosófica, sino el resultado de su profundo contacto experimental. Ésta fue una de las más valiosas experiencias que obtuvo a través de sus experimentos. Cuando hablaba de otros senderos, sus palabras provenían de su realización de los mismos. Respetaba todos los caminos y jamás los criticaba.

Una estricta adhesión a un sendero particular hasta el fina~ requiere una tremenda fe, una fe inconmovible y al mismo tiempo un respeto por los senderos de los demás, esto será de gran beneficio para nosotros. 

Si seguimos las enseñanzas deSri Ramakrishna podremos considerar a los seguidores de los diferentes senderos como viajeros hacia la misma meta que la nuestra. Este mensaje es muy importante, en particular en estos tiempos de antagonismo y conflicto entre las comunidades. Por lo general lo que nos hace juzgar a otras religiones es la falta de una debida comprensión de nuestra propia religión.

Lo importante es la sinceridad. Al respecto, Sri Ramakrishna decía: "Cualquiera sea el sendero que sigas, hindú, musulmán, cristiano, shakta o vaishnava; lo esencial es la aspiración. Dios es nuestro Guía interno. Aun si has tomado un sendero equivocado, lo único necesario es que sientas anhelo por Él. entonces Él mismo te pondrá en la senda correcta".

La gracia de Dios desciende sobre todos sus hijos por igual, eruditos o iletrados; todo el que sienta anhelo por Él recibirá Su gracia. Supongamos que un padre tiene tres hijos, ¿amará más a los que lo llaman 'papá', que a los más pequeños que sólo pueden repetir 'pa'? El padre sabe que estos son demasiado pequeños todavía para hablar correctamente.

Las diferencias entre las diversas creencias pueden ser eliminadas y todos los conflictos sociales resueltos si tomamos seriamente en cuenta la enseñanza de Sri Ramakrishna. Solamente entonces nos volveremos humildes y tolerantes y aceptaremos los diferentes senderos como igualmente válidos. Esta clase de humildad nacida de la introspección es de suma importancia en nuestra vida.

Para la realización de Dios debemos identificamos exclusivamente con la vida espiritual y todo lo demás deberá ser considerado secundario. Debemos concentrar todas nuestras energías de una manera sistemática en aquella meta que es Dios. Este ardiente anhelo hacia un solo fin nacido de una fe vívida en nuestra meta, es absolutamente necesario para el progreso en la vida espiritual.

Sri Ramakrishna decía: 'Nada puede lograrse sin total renunciación', pero al mismo tiempo decía que renunciación no significa lo mismo para todos. Un monje que ha renuncíado a la vida del mundo debe renunciar externa e internamente. En cambio un hogareño deberá practicar renunciamiento sólo interiormente; cumplir con sus deberes familiares y sociales y al mismo tiempo llevar una vida mentalmente desapegada. Renunciación significa desapego. Este es otro importante mensaje de Sri Ramakrishna.

Sri Ramakrishna dijo que hay una infinita variedad en el temperamento humano y que, por lo tanto, debe haber variedad en los senderos. Si insistiéramos rígidamente en un único sendero, la mayoría de la gente se quedaría sin vida espiritual. Esto es absurdo y jamás debe practicarse.

Dios ha creado el universo con una infinita variedad de formas. De igual manera ha creado diferentes senderos para la realización de la Suprema Verdad, para que todos puedan encontrar un camino apto para sí mismos. Esto, tan simple de comprender, es lo que Sri Ramakrishna repetía insistentemente. Él quería que la vida espiritual fuera algo natural para todos y enseñó a sus discípulos no imponer jamás sus propias ideas a nadie.

Sri Ramakrishna era un hombre de total renunciación, él consideraba a la renunciación como la más valiosa posesión de un aspirante espiritual. 'Por medio de la renunciación urncamente la gente ha alcanzado la inmortalidad', dicen los Upanishads.

Sri Ramakrishna decía: 'Nada puede lograrse sin total renunciación', pero al mismo tiempo decía que renunciación no significa lo mismo para todos. Un monje que ha renuncíado a la vida del mundo debe renunciar externa e internamente. En cambio un hogareño deberá practicar renunciamiento sólo interiormente; cumplir con sus deberes familiares y sociales y al mismo tiempo llevar una vida mentalmente desapegada. Renunciación significa desapego. Este es otro importante mensaje de Sri Ramakrishna. 

Sri Ramakrishna sabía que todos no están igualmente ansiosos por la realización de Dios. Él dividió a la humanidad en cuatro grupos: 

• Los que viven ligados.

• Los que están tratando de liberarse de esa ligadura.

• Los que han logrado la liberación de toda ligadura.

• Los que nunca quedan ligados y permanecen siempre libres.

Explicando esta clasificación dijo:

"Supongamos que se ha arrojado una red en un lago para pescar peces. Algunos de ellos son tan listos que nunca caen cautivos en la red. Estos son los siempre libres. La mayoría de los peces no quedan atrapados en la red. Algunos entre ellos tratan de liberarse; son comparables a los que buscan la liberación. Pero no todos los peces que luchan tienen éxito y son sólo unos pocos los que saltan fuera de la red. Entonces el pescador grita: '¡Allá va uno grande!' Ahora bien, la mayoría no hace el menor esfuerzo para salir de la red. Se amadrigan en el barro dentro de la red y allí se quedan pensando que no tienen nada que temer y que están a salvo. No saben que el pescador los sacará del agua con su red. Estos son los hombres apegados y ligados al mundo".

La mayoría de la gente que está ligada ignora totalmente el hecho. Un discípulo preguntó a Sri Ramakrishna: 'Señor, ¿no hay escapatoria para esa gente?' El Maestro con gran énfasis le respondió: 'Seguro que la hay: tomar el nombre de Dios, mantenerse en compañía de gente espiritual, pensar constantemente en Dios y, de vez en cuando, retirarse a la soledad. De esta manera se aprende a cultivar indiferencia hacia el mundo y tener un intenso deseo por la realización de Dios.'

Es así como Sri Ramakrishna ha dado esperanzas a la gente que está siempre ligada, Él veía hasta en el mayor pecador la vívida presencia de Dios; reconocía la divinidad potencial y el poder latente para manifestarla. Esta posibilidad es igual para todos sólo que el pecador y el ignorante no son conscientes de ello.

La lucha interior es necesaria para llegar a hacerse consciente de que tenemos la posibilidad,la innata capacidad para realizar la Suprema Meta. Esta conciencia de la meta hará que nos sintamos descontentos dondequiera que nos encontremos, a tal punto que no podremos tener paz a menos que logremos la meta.

Sri Ramakrishna enarboló la esperanza de salvación para todos sin excepción, para él no había condenación eterna porque Dios reside en cada ser. No puede haber un ser en quien la Divinidad esté oculta, por así decirlo, esperando el momento de expresarse. Pedía a la gente que no pensara en sus errores y que en su lugar pensara en las glorias de Dios y de qué manera podría realizarlo y además que tuviera una fe inquebrantable en la victoria final de la lucha espiritual.

No hay una sola alma para la cual no haya esperanza, para quien no haya posibilidad de la realización de Dios. Esta ilimitada fe en el hombre es uno de los rasgos más sorprendentes del mensaje de Sri Ramakrishna, el Profeta de la victoria final del bien sobre el mal. Este mensaje del Maestro es para todos los que tienen ojos para ver y oídos para oír.

Sri Ramakrishna proclamó ampliamente que el Divino espíritu está vibrando en nosotros esperando la oportunidad para manifestarse a través nuestro. Todos nosotros somos hijos de Dios, más aún, la esencia de Dios. El velo de la ignorancia que cubre el alma debe ser quitado y la luz interna resplandecerá de inmediato. El mensaje de Sri Ramakrishna nos da esperanza, coraje y una inmensa cuota de inspiración de manera que nunca nos sintamos satisfechos con la condición en que nos encontramos; que por el contrario, nos haga sentir un 'divino descontento'. La idea central es que no debemos sentirnos satisfechos si llegamos a tener alguna experiencia dichosa en nuestras prácticas espirituales. La vida espiritual tiene posibilidades sin fin, cuanto más avancemos más elevadas serán nuestras experiencias; cuanto más elevadas las experiencias mayor será nuestra capacidad para resolver los problemas y mayor será la paz y dicha que tendremos en nuestra vida.

Esta búsqueda espiritual debe continuar hasta la muerte. Sólo cuando nos sumerjamos totalmente en lo Absoluto, dejaremos de ser individuales y nos liberaremos de todas las limitaciones. Esta meta última es la que debemos buscar sin vacilaciones, sin disminuir el paso, sin desfallecer. La última experiencia está más allá de las palabras. Esta meta puede ser experimentada de distintas maneras. Den por bien sabido que no hay diferentes clases de experiencia sino que las diferencias están en la mente que la experimenta.

Todo el conocimiento del cual la gente se jacta, son diferentes clases de ignorancia, todas ellas están lejos de la Eterna Verdad. Conocimiento es el que quita toda distinción entre tú y la Realidad Última. Esto se logra mediante la total purificación de la mente.

Ruego a Sri Ramakrishna para que nos bendiga para proseguir hacia la misma meta; tener respeto por los que siguen diferentes senderos; ser comprensivos con los que viven en un olvido total de Dios y que nos haga sentir que es nuestro deber ayudarlos a despertar a la Realidad.


(Plática ofrecida por el Reverendo Swami Bhuteshanandaji Maharaj el 16 de febrero de 1986, en el Ramakrishna Ashrama de Bangalore ).


Swami Bhuteshananda nació el 8 de septiembre de 1901 en Somsar en el oeste de Bengala . Su nombre era premonastic Vijay Chandra. Su padre era Purna Chandra Roy y su madre Charubala Devi.
En 1921, Swami Saradanandainició con Vijay Mantradiksha en la casa de la Madre. Fue galardonado con los votos de castidad por Swami Shivananda en 1923 en el cumpleaños de la  Santa Madre, y fue nombrado "Priya Caitanya.
En 1936, fue nombrado presidente de la Ramakrishna Math. En 1965, Swami Bhuteshanandaji fue nombrado como uno de los Consejeros y de los Miembros del Consejo de Administración de la Ramakrishna Mission . En 1975, Swami Bhuteshanandaji se convirtió en uno de los Vicepresidentes de la Orden y se acercó a Yogodyan Matemáticas, Kankurgachi, un suburbio de Calcuta . Tras la muerte de Swami Gambhirananda ,el presidente número 11 de la Orden, en 1989, se convirtió en el presidente 12.
Durante el largo período de veintitrés años como Vicepresidente y Presidente de la Orden viajó a muchos países como Singapur, Fiyi, Japón, Australia, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Francia, Bangladesh y Sri Lanka, y llevó a los ideales y las ideas de, Ramamkrishna, Sarada Devi y Vivekananda, a innumerables personas. Murió el 10 de agosto de 1998.

lunes, 11 de junio de 2012

Clases de Raya Yoga - Duodécima clase

Ishvara, “Gobernador Supremo”

Estudiando todas las religiones y filosofías existentes, uno observa que hay dos escuelas predominantes: Una dice que el hombre puede alcanzar su meta por su propio esfuerzo. La otra afirma que la alcanza por la gracia o la misericordia divina. Son dos rasgos principales y distintivos de las escuelas filosóficas. Hay otras cosas que también se pueden notar, por ejemplo: El concepto de Dios.

Dios como una presencia, por más misericordiosa que sea, si no tiene contacto con nosotros, si no podemos sentir su presencia, si no podemos conversar con Él, esa clase de Dios no es muy agradable, tampoco podemos sostener esa idea de divinidad por mucho tiempo.

El ser humano quiere un Dios que sea la fuente de toda clase de socorro. El hombre quiere levantar su cabeza y seguir adelante. También el ser humano, después de saltar ciertas vallas físicas y mentales, quiere saber quién es Dios y cómo es. Entonces necesita alguien que le conteste sus preguntas.

Todos nosotros comprendemos, cuando pensamos sin prejuicios, que es preferible el ejemplo más que el consejero. De ahí viene el concepto de permanencia divina.

Los yoguis concibieron una clase de Dios muy especial. En primer término, recordarán ustedes que la filosofía Yoga sigue la doctrina de los Samkhyas, aunque admite la presencia de Dios que estos últimos no admiten. Y concuerdan con los Samkhyas, en que la naturaleza hace la creación, y que no necesitan un Dios creador para tomar su puesto, ya que sola puede hacer muy bien las cosas.

Estabamos hablando, la última clase de dos clases de Samadhi. En la primera uno queda “diluído”, es decir, pierde todo concepto psíquico y físico de su existencia, y queda diluído completamente en la naturaleza. Ese ser, según los yoguis, consigue la liberación cuando termina el ciclo. No hay fecha.

Diluírse completamente en la naturaleza, quiere decir no tener ningún deseo apartado del deseo común. Ese ser va más allá del concepto de tiempo y espacio que es el que nos liga a nosotros.

La segunda clase de Samadhi es cuando la mente no tiene ningún deseo nuevo, ni repite deseos anteriores. No tiene las semillas para que puedan nacer nuevos deseos. Ese ser va más allá de la Prakriti y domina todo. Y tiene la perrogativa de liberarse cuando quiere.

Cuando la primera clase de gente comienza su práctica de meditación, con un deseo que no sea el de la liberación, que no sea conocer a la Divinidad y a su propio Ser, y llega a la misma clase de concentración profunda, que al otro grupo le da la liberación, adquiere poderes enormes. Por ejemplo: Quiero ser todopoderoso, y sigo el mismo procedimiento de concentración, es decir que elimino todas las demás ideas y todos los demás goces. Pero como al comienzo tuve una idea distinta, el resultado es también distinto. Cuando tenga la primer clase de Samadhi seré muy poderoso. Manejaré fuerzas superiores. Ahora comienza a decirnos Patányali, que por el camino del yoga, pueden adquirirse poderes.

Aparentemente, la práctica es la misma, pero, en realidad es muy distinta. Hay un ejemplo que da Ramakrishna: debajo de la luz uno está leyendo el Ramayana, mientras otro está falsificando un cheque. La luz no tiene la culpa. Samadhi, es decir la concentración, no tiene culpa. Uno no lo utiliza para lograr su liberación, sino para adquirir poderes, y los adquiere. Pero, ¿qué sucede? Uno se vuelve poderoso. Vive mucho tiempo y tiene muchos dominios. Dice el Swami Vivekananda, el comentar a Patányali, que esos seres son, en el sistema de filosofía hindú, como altos funcionarios, que ocupan cargos que se llenan en períodos de sucesión. Cuando otros vienen preparados, los anteriores tienen que dejar su puesto. No hay jubilación. Sobre esto, hay muchos cuentos en los Puranas.

El jefe de los dioses en el panteón hindú llamado Indra, que ha conseguido su puesto después de una serie muy dura de prácticas y austeridades, tiene una parte de su ser ocupada en la vigilancia de los que quieren seguir su camino, para que nadie pueda disputarle su elevado puesto. Si ve que alguien avanza mucho, le ocasiona disturbios y entorpecimientos.

Alcanzan los mismos poderes los que tienen fe en sí mismos, energía para cumplir su voluntad, buena memoria y discernimiento. Hablando del éxito, Patányali dice algo muy sencillo: “El éxito depende, tarde o temprano de la energía aplicada por el practicante.” [YSP 1.21] No dice nada de la Misericordia Divina; todo depende de nosotros. Si queremos tener éxito, preparémonos. Después, como un corolario dice: “El éxito es tenue, mediano y fuerte, según la voluntad aplicada.” (YSP 1.21)

Ahora viene el concepto de Dios de los yoguis: “Ishvara, (que quiere decir “gobernador supremo”), es un Purusha especial, inmaculado de todo concepto de miseria, acciones, sus resultados y está absolutamente desprovisto de deseos.” (YSP 1.24)

Y luego dice Patányali: “En Él es infinito el conocimiento que en los demás está en el estado de germen.” (YSP 1.25) Es decir: lo que tenemos nosotros como un gérmen de todo conocimiento, en Él está en la plenitud. Es la primera definición de Ishvara, de Dios.

Patányali nos quiere arrancar del plano de la conciencia y del plano del conocimiento. Quiere decir que los que buscan a Dios por otras razones nunca lo encuentran. Para ellos, Dios apenas llega a ser un gran amigo que tiene a su alcance todo lo que podemos necesitar en todas las variaciones, en distintos climas y países. Porque bajo la creación de la naturaleza, desde los esquimales hasta el trópico, nuestras necesidades aparentemente son idénticas, pero son en realidad distintas y muy variables.

Concebimos la presencia de Dios cuando estamos en el plano del conocimiento de la conciencia. ¿Cómo? Yo he tratado de purificar mi conocimiento y mi conciencia. Mi conocimiento no anda tanto detrás del conocimiento, ni tampoco detrás de las ideas. Está más o menos sutilizado al punto de llegar a concentrarse. Yo no quiero dañar a nadie, ni herir a nadie, ni tampoco contraigo compromisos que puedan hacer sufrir a otros. Es decir que la conciencia está purificada.

Pero, ¿como concebir que en Ishvara, en ese Purusha especial, está en plenitud lo que en mí está en forma de germen? Ahora bien. Vamos a dirigir la mente a un punto de concentración. Tomen cualquier idea con los ojos cerrados y piensen en ella. Háganlo ahora. Rápido. Al concentrar, lo que hacemos es trabajo doble. Juntar la mente en un punto y tratar de hacer un esfuerzo de modo que el ambiente de alrededor no lo atraiga. La mente cuando quiere concentrarse tiene el concepto de un círculo alrededor, al mismo tiempo, pero este círculo es vago. Siempre localizamos los objetos en términos de tiempo y espacio, pero no le damos tanta importancia.

El libro está aquí. Este “aquí” significa mucho. Pero mi necesidad es del libro, por eso no hago caso del “aquí”. Pero cuando no hago caso de este “aquí”, el libro no tiene ningún valor.

Cuando voy con un amigo a un restaurant, tengo por costumbre mirar a todos lados y a las demás mesas, menos a la persona con quien he ido. Quiere decir que no doy ninguna importancia al objeto cercano. He observado que en los conciertos, la gente se ocupa más de sus vecinos que de la música y están esperando con ansiedad que prendan las luces, porque se encuentran molestos en la oscuridad.

Estos ejemplos son para hacerles comprender que no podemos dejar el concepto de ambiente.

Y dice Patányali: El comienzo del ambiente soy yo y no tiene fin. El ambiente es infinito. Este libro está aquí, y este “aquí” no tiene fin. Nosotros, para nuestro uso ponemos una línea demarcatoria.

¿Ven ustedes ahora cómo tenemos conexión con Dios? El conocimiento que ha llegado a su plenitud es el concepto de ese Purusha especial.

Por eso el yogui no da ningún puesto a Dios. No es creador ni protector. Porque si hubiera ocupado un puesto no nos serviría de ideal. Porque, aunque leamos mucho y digamos mucho, nos sirve mucho más el ejemplo.

Los yoguis dicen: “Ser Supremo” ¿Quién comprende a un ser supremo? Quién comprende primero que él es un Ser. Por eso dice, al principio Patányali: “Inmaculado de todo concepto de miseria, acciones y sus resultados, y absolutamente desprovisto de deseos.” (YSP 1.24)

Señores, les repito: es el concepto de Patányali. El momento es muy crítico. No les estoy explicando mi concepto, sino el de Patányali. Pero vayan comprendiendo que Patányali tiene razón.

Si no nos aliviamos de deseos, nos será imposible comprender quién es Dios. Esa clase de Dios que concibe una mente limpia, queda siempre fuera de nosotros y trae dudas a la mente del practicante. El practicante dice: ¿Qué voy a hacer con ese señor? Yo pido una cosa y me da otra, o me da un poquito de lo que pido. Es que el Dios de los pedigüeños es muy caprichoso. Según Patányali, Dios es –si es que podemos decirlo– la forma de la conciencia misma, del conocimiento mismo. Como el conocimiento no es propiedad de alguien; como no pertenece a nadie, como no tiene fin ni principio, Dios es infinito.

El conocimiento no nace con los objetos. Los objetos, al pasar por la luz del conocimiento son aceptados por nosotros. El conocimiento no se prende ni se apaga.

Para un no utilitario, para un hombre puro de ideales, de ideas elevadas, para él o para ellos, el ambiente es muy limitado. Y cuando la idea es un concepto muy puro, el ambiente es muy puro.

Ninguna escuela filosófica o religiosa, acepta este concepto de Ishvara. Ni aún en la India. Porque también en la India tenemos el concepto de Dios creador, preservador y destructor. Sí, también destructor, porque si Dios es creador, quiere ser también destructor, ya que no puede permitir que nadie destruya lo que Él mismo ha creado. Destruir es cambiar, es transformar.

Los Samkhyas dicen categóricamente: No tengo pruebas de Dios, porque en mi cerebro no existe la idea de otro Dios, de modo que no hablemos de Él. ¡Qué lógica! Este es un libro, porque en mi cerebro tengo el concepto de otro libro. Si no, este sería, algo, no lo se.

Los yoguis fueron más prácticos y dijeron: Siempre necesitamos un ejemplo. ¿Qué ejemplo? Nos da en carne y hueso: es el concepto de la Conciencia limitada.

Rev. Swami Vijoyananda
Duodécima clase - 29 de septiembre de 1944

Clases de Raya Yoga - Undécima clase

Rev. Swami Vijoyananda
Continuamos el mismo tema de Samadhi o concentración profunda. Patányali nos explica la segunda clase de concentración profunda, el Asampragñata samadhi, como aquella concentración en la que uno se concentra únicamente sobre la mente purificada, en ese caso solamente, se adquiere la liberación. Antes vimos, primeramente la concentración con pregunta dentro y fuera del concepto de tiempo y espacio, luego la concentración con discernimiento dentro y fuera del tiempo y espacio, después la concentración en el yo purificado en el estado de Buddhi, quiere decir en ese estado del conocimiento puro, que lleva a diluirse en Aviakta, la Prakriti que no está manifestada. Ese estado, si bien es muy elevado, no implica la liberación. Los yoguis aseguran que en ese estado la liberación no viene automáticamente. La liberación no se adquiere si se prefiere ese estado.

Presten mucha atención a este tema porque es muy importante, al igual que el de la clase anterior.

“Meditar sobre la mente purificada.” (se refiere a YSP 1.18) Consideramos a la mente como purificada cuando no tiene ninguna idea mala o dañina, y al concebir “malo”, cada uno tiene una serie de ideas previas y de prejuicios. En todas partes del mundo los aspirantes espirituales de cualquier escuela o religión, tienen ciertas ideas que son comunes a todos: no matar, no dañar ni herir mentalmente a ningún ser viviente, no mentir. Después castidad. Los yoguis dicen que aún la gente casada, si quedan convencidos que por el camino del yoga pueden llegar a la liberación, de nuevo pueden practicar la castidad.

El yogui, practicando, toma las ideas una por una, en la segunda clase de concentración, y al conocerlas, esas ideas quedan sin la fuerza para volver. Las ideas nos molestan con sus fuerzas de atracción o de repulsión, porque no las conocemos bien. Cuando uno llega a conocer una idea, entonces ésta pierde su poder. Como no hay nada oculto en ella, el practicante continúa con la firme resolución de llegar a la liberación; ya ninguna idea tiene poder sobre él.

¿Qué es la purificación? Les dije ya, que los yoguis, como los buenos alumnos de ciencia, no dejan nada oculto. Pues bien. Todo trabajo de purificación que nosotros hacemos, ya sea purificarnos de ideas malas o dañinas, o controlarlas, consiste en taparlas, en hacerlas inefectivas. Pero se quedan ahí, permanecen. Sigamos: recordarán la palabra chitta, el inmenso depósito de impresiones, una de las cuatro fases de la mente (las otras son: la parte receptora o manas, el concepto del yo individual o ahamkara, y el intelecto o Buddhi). Es de este “almacén”, de chitta, de donde viene la memoria y de donde comunmente nace cualquier deseo; de donde sale todo. Así que, en la práctica de limpieza todas las ideas quedan adormecidas, y cualquier impulso exterior que ocurra en el tiempo y en el espacio, las puede hacer despertar. Y otra vez sigue la serie de nacimiento, crecimiento, sufrimiento, etc. Muchos de nosotros, los que hemos tratado varias veces de efectuar ciertas clases de control, hemos notado que una cosa que se hace sólo una vez, no queda bien acabada. ¿Por qué hay tentaciones para una persona que tiene buenos propósitos y está más o menos (digo más o menos), alerta. Porque las ideas no se mueren. Patányali dice: el árbol queda reducido a semilla. Pero en la semilla queda toda la potencia para volver a germinar. Por eso Patányali dice que debemos quemar esa semilla. El yogui conoce el dolor del nacimiento, el dolor de los esfuerzos, el dolor del crecimiento, el dolor de la no satisfacción de los deseos, el dolor de no aniquilar las malas ideas y el dolor de la muerte.

El yogui sabe que aún teniendo buenos deseos, su vehículo muestra incapacidad para llevarlo hasta el fin y lograr su propósito. El yogui es, sobre todo, un hombre completamente alerta. No deja pasar ningún momento en inutilidad; no permite ningún momento de estado nebuloso. Y quiere saber todo. Así que el yogui sabe dónde y cómo nacen y florecen todas las ideas. Y llega a ese estado de pensamiento tan profundo que es como un concepto de conocimiento, llega al concepto de “yo existo”, y dice: yo existo bien. Pero también piensa: no existo tan bien. Entonces ¿qué me habrá pasado? No crean ustedes que la fuerza de la memoria es una fuerza inútil. Un hombre vive en el campo mental lo que él mismo levanta. Y si llega a preguntarse: ¿quién existe? Entonces viene la parentela, los amigos, etc.

Pero, ¿cómo es la práctica para esta segunda clase de concentración? Muchos de ustedes habrán leído sobre prácticas, pero yo tengo que explicarles algo.

Imaginar significa idear (no piensen mal de la palabra imaginar). Imaginen en el momento de la práctica que su mente no tiene ninguna idea, ni siquiera la de la liberación. ¿Qué ocurre al imaginar? Cada uno se dice mentalmente: “no tengo ninguna idea”. De inmediato surgen muchas clases de ideas para dar una explicación de que “yo no tengo ninguna idea”. La mente purificada, vista y considerada exteriormente, es una existencia mental sin ninguna ola. No hay brisas ni piedras que provoquen olas. Entonces, en ese momento quiere establecer la idea: “no tengo ningún concepto”.

Patányali dice: Si podemos mantenernos en ese estado, ya estamos liberados.

Pero, puede ocurrir, según el Swami Vivekananda, que si no tiene la preparación necesaria caer en un estado de Tamas. Recuerden que la Prakriti antes de manifestarse (Aviakta) permanece en tres estados: Sattva, Rayas y Tamas. Y Tamas no permite a Sattva se manifieste, hace por que la mente quede oscura.

La mente vacía, Tamásica, produce sopor, y nos lleva al otro extremo, al sueño profundo, opuesto al Samadhi. Samadhi significa pura consciencia y en el sueño profundo también hay pureza, pero la diferencia es que uno es consciente y el otro es inconsciente.

Sattva es toda fuerza en potencia, Rayas toda fuerza en acción y Tamas toda fuerza de resistencia.

Ahora bien. Algunos se preguntarán: ¿Por qué no comenzar con la última práctica, en la cual se encuentra el estado de (si puede decirse), conocimiento supremo?. Y seguidamente dirán: Entonces yo voy a practicar. Luego de leer el libro, se sienta en la postura hindú o en una silla, a la occidental, y comienza a practicar. Lee que debe repetir la frase: “no existe nada en mi mente”. Puede ser que, con mucha suerte, dentro de cien años pueda llegar a comprender que en su mente no hay nada. Es por eso que hay que subir los peldaños de la escalera desde el principio.

Patányali era un gran maestro, y como todo gran ser, era misericordioso, entonces para aquellos que no están muy preparados y son atrevidos, les dice: si usted comienza por el final, lo que va a ocurrir es que surgirán ideas, lentamente o con toda fuerza, y si tiene suerte, podrá ver como van surgiendo las ideas. Entonces, Patányali nos da un martillo, un martillo mental. A cada idea que aparece le da un golpe en el centro de ella. Y la idea se desvanece. Sin embargo, yo no aconsejo a ninguno de ustedes que practique eso porque, en la mayoría de los casos, es pérdida de tiempo. Verán surgir algunas o muchas ideas, pero no una sola. El que puede tener una idea sola, por un minuto solamente, es un gran yogui, a él lo saludo. Patányali dice: el verdadero practicante que había conseguido purificar su substancia mental y permanecer como la conciencia pura, como “yo existo”, allí, en ese estado, si alguna de aquellas ideas que habían quedado en forma de semilla en Chitta surge (se la puede ver porque se hace consciente), se le da el “golpecito” y se la aniquila.

Quedando aniquilados los pocos conceptos o ideas, él queda como el conocimiento puro. Ya superó el reino de Prakriti. Ya no hay nada por manifestarse, no hay manifestación, ni la serie de veinticuatro principios. Prakriti se separa del Purusha. Ahora vemos que es el último principio, el número veinticinco. Nosotros lo sabemos por deducción. El yogui vuelve a ser eso, vuelve a ser consciente que es y siempre fue el Purusha.

Ustedes dirán: ¿Y Swami qué hacemos? Si llegan a ser eso yo les diré: Bailen, diviértanse. No hay ideas, no hay deseos. La bondad que era opuesta a la maldad ya no funciona. La maldad que cubría a la bondad tampoco funciona. La idea de los muchos no existe. ¿Es, acaso, la aniquilación? No. Únicamente llegando a ese estado el ser humano adquiere el derecho absoluto de hacer el bien. Antes hacía el bien, pero de un modo relativo. Todas las acciones buenas de una persona bien intencionada, producen cierta clase de mal. Ustedes habrán notado que todos los grandes maestros, exceptuando aquellos que fueron Encarnaciones Divinas, todos, han producido una mínima parte de acciones malas. La única persona que no hace ninguna cosa mal, es la que queda limpia del concepto de bueno o malo como dos ideas contradictorias. El hombre liberado es un valor, un “activo” para la sociedad humana.

Antes del Samadhi más elevado, él adquiere poderes sobrenaturales. Sobre esto les daré algunas ideas, porque sino la clase se vuelve muy seca. Es para atraerlos, como se hace con los clientes.

El que sabe el secreto de separar una idea de las otras, se vuelve maestro de todo lo que se llama materia. Un físico o químico, ¿por qué son maestros? Porque conocen todas las materias y las dominan, y todas las combinaciones. ¿Y por qué no las conocemos nosotros? Porque quedamos satisfechos con cualquier combinación. Somos utilitarios. Satisfecha la utilidad, queda satisfecha nuestra vida. La gente común, tiene su templo en el estómago, por eso quiere llenarlo con el Dios que se llama comida. Al comer ya están en Samadhi. Resuelto ese asunto, para él el mundo está bien. Pero, en cambio, hay otras personas que con el estómago semivacío o vacío, encuentran otra clase de tranquilidad. Levantan el templo en otra parte y quieren permanencia de su Dios; no quieren repetición. Los que adoran algo, quieren que sea de más duración, no se quedan conformes con el más o menos, y no permiten esa clase de inconsciencia, de infidelidad. La gente común es infiel por naturaleza, pero su belleza, para ellos, es la inconsciencia.

Para ellos el deseo de comer bien no está refinado. Comen sin conocer lo que comen, basta que coman. En nuestra orden decimos: si no tienes el poder de crear, de imaginar, de cambiar, y tampoco sabes pulir tus gustos, ¿crees que vas a comprender toda la belleza de la vida en contacto con Dios?

Es muy difícil ser fiel. La fidelidad cuando hay mucha gente es señal de buena educación. En ningún colegio podrán enseñar eso, únicamente se aprende en el hogar. Cuánto mayor es el número, más fácil es. Y ser fiel con mucha gente es fácil, porque se es parcialmente fiel. Pero, ser fiel con una sola persona, o con una sola idea es muy difícil. ¿Qué ocurre? Ustedes tienen que borrar todas sus ideas. El concepto de yo individual que quería sobreponerse, no existe. Es una lucha terrible. Ese es el período de Rayas, de toda actividad, de toda lucha. Y el que pierde en esa lucha, el que quiere llegar a ser el Purusha, pierde esta vida y tiene que volver de nuevo. Por eso se necesita preparación desde el comienzo, nadie está incapacitado, hay que comenzar y luego continuar.

Así que ustedes ven que para llegar a la última clase de Samadhi, al Asamprgñata samadhi, tenemos que comprender tres clases de desapego y después ponerlos en práctica. Luego poner en práctica cuatro clases de concentración. Y teniendo la mente casi pura, uno ya está capacitado para estar completamente despierto. Un ser humano en ese estado no solamente sabe la constitución minuciosa del organismo llamado universo, sino que sabe, también, la constitución de la materia psíquica que se transforma en fuerzas físicas y fisiológicas.

El hombre liberado no es una carga para la sociedad, es un tesoro, el valor más grande que puede tener. Y a eso quiere llegar el yogui.

Rev. Swami Vijoyananda
Undécima clase - 22 de septiembre de 1944

Clases de Raya Yoga - Décima clase

Rev. Swami Vijoyananda

Con las tres clases de desapego, recordarán que Patányali nos dice que estamos preparados, ya, para comprender las distintas formas y los distintos estados de la concentración. Pero, antes de ir directamente a esa idea, tengo que darles una serie de datos, en especial, para los que han venido por vez primera.

Los 25 principios cósmicos


La escuela de Yoga sigue, en parte, la doctrina de la escuela de los Samkhyas.

Los Samkhyas tienen veinticinco principios cósmicos y los yoguis los aceptan. El primer principio es el Purusha, el Ser individual; es el único concepto que es no material. Los veinticuatro restantes son materiales, pero, en este caso, material significa físico y mental. Quiere decir que el Purusha es el único espíritu de los venticinco principios. Los principios materiales comienzan con Prakriti, que es la totalidad de la Naturaleza. Prakriti queda inmanifestada. Prakriti está compuesta por tres fuerzas o cualidades y existe un equilibrio entre las tres, estas son: Tamas (la fuerza inferior, la ignorancia, la inercia, la oscuridad, la ofuscación), Rayas (la actividad, el movimiento, el apego) y Sattwa (que es el controlador de las dos, la paz, la luz, la claridad, el entendimiento). Cuando hay equilibrio, cuando existe un estado de perfecta tensión entre estas tres cualidades, se dice que no hay manifestación.

La primera manifestación de Prakriti se llama Mahat, que es la misma Prakriti manifestada. Al manifestarse, la primera cosa que se produce es Buddhi, que se traduce como la facultad de determinar. Yo he pensado, últimamente, mucho, para traducir la palabra Buddhi. Buddhi está más allá del yo personal. Los Samkhyas tienen Buddhi después de su yo. Los yoguis lo ponen más arriba del concepto de yo. Así que Buddhi es el conocimiento en manifestación. Entonces vemos: 1°) Purusha. 2°) Prakriti en sus dos estados: Mahat cuando está manifestado y Prakriti cuando no lo está. 3°) Buddhi, la facultad y el instrumento de conocimiento. Después viene el concepto del yo personal o Ahamkara y luego la mente, como la facultad que recibe toda clase de impresiones; la gran receptora, denominada Manas.

Luego del concepto del yo o Ahamkara, directamente, vienen los cinco Tanmatras, es decir los cinco conceptos que forman el universo: el concepto del sonido, del tacto, del olfato, del color y la forma, y el del gusto.

El hindú prueba que el concepto es anterior a la percepción. Si uno no tiene previo concepto, no puede interpretar una percepción como tal. Por eso, de allí va directamente a los cinco sentidos u órganos de percepción, es decir los cinco centros nerviosos en nuestro cerebro. Si estos centros no funcionan, no podemos interpretar las percepciones.

Después vienen los cinco órganos de acción, que son: las manos, las piernas, la lengua, el ano y el órgano sexual. Luego siguen los cinco elementos: el éter, el aire, la luz, el agua y la tierra.

Estos son los veinticinco principios de la escuela de yoga.

¿Por qué he hablado de ellos? Porque ahora tenemos que hablar de la concentración profunda. ¿Y qué ocurre en la concentración?

Ustedes recordarán las tres clases de desapego o renunciamiento:

1. El efecto que viene a aquellos que han alejado su ser de los objetos. Lo que han visto u oído.

2. La voluntad de controlar los objetos.

3. La renunciación extrema en que se dejan hasta las cualidades de los objetos. Según Patányali es la más penosa.

Para un aspirante, o sencillamente, para una persona buena, no es tan difícil abandonar ciertos objetos o ciertas ideas que esa misma persona considera perturbadoras o molestas en su desarrollo natural. Pero dejar las ideas correspondientes es mucho más dificultoso. La persona que ya comprende las tres clases de desapego, está lista para comprender esto.

Patányali nos dice: “La concentración llamada ‘conocimiento verdadero’ es aquella que viene después del discernimiento, el razonamiento, la dicha y el completo desapego.” (YSP 1.17)

Tenemos que seguir la escalera construída por Patányali, porque es muy especial. Patányali era un maestro en la escuela de yoga, era un hombre de ciencia. El filósofo puede decir una cosa antes y otra después, y dejar a voluntad la intercalación, o el ordenamiento; pero el yogui tiene que dar una receta exactísima. Por eso, Patányali dice que después de razonar viene el discernimiento. Después viene la dicha y después el completo desapego, la limpieza absoluta de todo egoísmo.

Una persona ha oído que en la escuela de yoga hay veinticuatro principios que componen la Prakriti. También ha oído que existe aquello que se llama el Ser, y ha oído que uno puede llegar al estado del Ser. Además, si está preparado por lecturas, prácticas, etc., comprende que hasta que no ha llegado a ese estado del Ser, para él no hay liberación. Esta persona ha hecho algo más que leer y oír. Algo más que simplemente pensar: ha puesto en práctica. Entonces esta persona está próxima a un estado de conocimiento último, lo que Patányali había dicho que se consigue por medio de concentración. Y tiene preguntas. Después de haber sido preparado por lecturas, ahora él tiene un estado de concentración, pero tiene preguntas todavía. Tiene en su mente la idea de veinticinco principios; conoce ahora el agua, el éter, la luz, etc.

Todos ustedes, si han practicado meditación, habrán notado que en ese momento, viene un estado de sopor, de malestar. ¿De dónde cae todo ese sueño que estaba guardado o esos estados de lucha? La mente no quiere concentrarse sobre el objeto y la idea que preferimos; de allí el conflicto mental. Se levanta una serie de ideas y la mente no tiene el poder de pararla. Es una serie continua. Todo esto ocurre porque no hemos hecho abandono total del concepto de las cualidades.

Un objeto es la representación de algo que se ha materializado o que se está por materializar, de manera que uno puede decir: dejo esto o dejo aquello, pero es en vano, porque debe dejarse el concepto. La mayor parte de esa Prakriti ha quedado sin manifestarse. Habrá tomado un color, un sonido, un gusto. Esa es la parte densa, pero la otra parte ha quedado sin manifestarse, y es igual para todos. Ahí queda la raíz de todas las cualidades. Todas las cualidades vienen de la parte inmanifestada.

Por favor, les pido que presten atención a estos conceptos, porque son sumamente importantes. Un hombre está practicando. El no pertenece a ningún credo: no necesita ser hindú, cristiano, etc. Es un ser humano y eso basta. Y como ser humano, por naturaleza, ama el concepto absoluto. Viene una serie de ideas. La mayoría de esas ideas son malas. Parecidas, idénticas, pero no tienen una cosa bien definida. ¿Por qué?

Porque no hemos practicado esa clase de concentración que se llama “concentración con pregunta”. Yo no siento mi cuerpo; no tengo la idea de anterior ni de posterior; no tengo el concepto de deberes contraídos o por contraer. Surgen ideas. Hasta que no pueda conocerlas una tras otra, no hay posibilidad de tener la convicción de que la cualidad es muy importante; más importante aún que los objetos que tienen esas cualidades. Porque las ideas que se presentan son ideas de cualidades; es lo que ustedes comúnmente llaman como ideas abstractas. En ese período se razona. Para razonar uno debe tener conceptos bien claros del pro y del contra. A veces razonamos con afán y no tenemos la preparación debida de conceptos bien claros, razonamos con ideas que estamos practicando en parte. Así que es un período de concentración.

¿Por qué se llama concentración? Porque no sentimos nada exterior o no queremos sentir los deberes y responsabilidades anteriores. No hemos olvidado el tiempo ni el espacio, pero los tenemos bien detenidos. Ese es el momento oportuno para hacer preguntas; no dudas. Conseguido ese estado, es decir cuando podemos definir, podemos ver claro a cada idea por separado, aunque sean muy similares, casi idénticas; no importa, pero tenemos que conocerlas paso a paso. Entonces viene el segundo estado. Ese primer estado tiene un nombre: se llama Savitarka, que significa: con polémica. ¿Para qué? Para saber bien cuales son las ideas que están atravesando a mi estado de yo. Escuchen bien: a mi estado de yo. La mente receptora que recibía mensajes, no funciona. Si la dejamos funcionar irá a atender la puerta porque toca el timbre, o irá al teléfono que está sonando. Pero ahora no funciona.

¿Qué es el concepto de yo? Es una cosa momentánea, una fase mental. ¿Pueden ustedes decir “yo”, sin pensar, sin actuar?

Aquí, ante esa fase de la mente del yo, está pasando la silla. ¿Por qué? Porque ese yo quiere concentrarse. La mente no. ¿Por qué? Ella quiere tener noticias continuamente. En cambio el yo quiere concentrarse porque se prepara para tres clases de discernimiento.

La misma cosa ocurre en la siguiente etapa; pero ahora no hay tiempo ni espacio. El yo está ya despejado del tiempo. Por un espacio de tiempo ha olvidado su origen y no le molesta su fin. Ese yo, algún día tuvo su conocimiento en ese mundo físico y mental. Momentáneamente o por un tiempo largo olvida las dos paredes movedizas que lo han aplastado siempre. Lo han hecho individual, cuando su naturaleza es universal. En ese momento sigue esa serie de ideas.

Cada cosa es distinta o sigue una combinación. El período de combinación ya ha terminado. El no tiene en ese momento el concepto de los cinco elementos, ni de los cinco órganos de trabajo. Pero todavía surge una corriente. Entonces el no quiere más preguntas. Porque no tiene miedo. No tiene apuro, ni anda muy lentamente. Pasan las ideas. Su mente, su yo, se han tranquilizado suficientemente; ha adquirido el poder de observar el movimiento de la corriente de ideas. No dura mucho tiempo. El ya sabe cuales son las ideas y siempre son precisamente, las que constituyen un obstáculo en su vida de realización.

Quiero advertirles una cosa: los obstáculos en su primer período eran cosas malas, pero en este período no son malas ni buenas. Recién se da cuenta que bueno y malo son conceptos relativos. Lo que es bueno para uno en un momento “X”, no es bueno para un momento “Y” o para su vecino, que lleva otro concepto. A ese estado de la concentración se llama Nirvitarka. Después del estado de razonamiento puro, viene el período de discernimiento.

Conociendo las cosas como son, uno adquiere el derecho de decir si son reales o no. Conociendo como son, conocemos las cosas dentro del tiempo. En ese momento, el yogui está con Buddhi. Como órgano es el intelecto. Como substancia es el conocimiento. No hay más noticias del exterior. Nada más que la idea de real y no real. Con discernimiento. Los elementos y las materias para él no existen. Sus órganos de trabajo no funcionan. No hay necesidad de sentir los distintos goces, ni tiene que molestarse con los Tanmatras. La mente ya se está reuniendo en un solo estado. Aquí, también, por última vez, viene la idea de tiempo y espacio. La cuarta concentración, es donde el discernimiento no funciona más. No lo necesita más. No hay real ni irreal. ¿Entonces qué hay? Recién entonces viene el estado dichoso. Es la primera clase de Samadhi con sus cuatro subdivisiones.

Cuando se tiene por primera vez en la vida el verdadero concepto de dicha, se comprende que el ego no puede durar. Entonces él consigue la otra clase de Samadhi.

Patányali hace dos divisiones de samadhi:

1. Sampragñanta samadhi o samadhi de los conocimientos, donde hay preguntas del dominio del tiempo y del espacio y discernimiento sobre lo mismo. No existe más el intelecto; no existe más el conocimiento que siempre necesita un yo. Entonces, todo lo que era manifestado, se acaba. La Prakriti queda sin manifestarse. Queda el ego, nuestro enemigo, pero ya no tiene fuerza.
Sampragñata samadhi

2. Asampragñanta samadhi o samadhi sin conocimientos. El estado en el que no se necesita conocer más. ¿Qué va a conocer? ¿A quién va a conocer? El Ser no puede conocer al no ser, porque no existe.

Así que para llegar a este último estado se necesita cierto conocimiento del estado exterior. Por eso Patányali nos presenta el cuadro de los veinticinco principios.

No se ha hecho una más concisa ni más correcta definición de la existencia del universo físico o psíquico como la que se ha planteado. Esta es toda nuestra existencia. El Purusha está desconocido y por consiguiente está manejado por Prakriti. Hasta que no salimos de ese dominio, de esa atracción, no hay forma de despertar el deseo de conocer y ser el Ser. Pero, es necesario que lleguemos al yo individual poco a poco. En el cuarto período, en el estado de Nirvichara, cuando no hay discernimiento, ¿qué clase de concentración hay? El aspirante medita sobre la mente purificada. ¿Qué es eso? ¿Cuáles son las impurezas de la mente? Su deseo de conocer muchas cosas, sus impresiones de los cinco elementos, las conexiones con los cinco órganos de trabajo, y su deseo de conocer por los cinco sentidos. Pero, entonces, viene la pregunta: ¿quién medita? El yo. Ahí nos encontramos por primera vez con el yo, con el concepto de conocimiento: yo existo. Es el momento de discernimiento puro. No puede decir que esto es real o esto es irreal. No vayan a creer que lo real se queda y se va lo irreal. Se van los dos. Pero, se necesita la ayuda de lo real para eliminar lo irreal.

Para salir de la Prakriti, contamos con la ayuda de los tres gunas, o cualidades: manifestación, actividad y lo que hace retención, lo que no deja manifestación. Los gunas son conceptos purísimos, son cualidades.



Rev. Swami Vijoyananda
Décima clase - 19 de septiembre de 1944

El banco de la gracia divina



Latu Maharaj

Latu Maharaj: “Escucha. Un día el hermano Harish nos dió una muy buena idea que hemos atesorado con devoción. Nos dijo: ‘Cada uno tiene que conseguir que su cheque sea aprobado por el Maestro para que lo pague cualquier banco.’”

Un devoto: “¿Qué quiere decir con eso? No entiendo.”

Latu Maharaj: “Si. Tu conoces una clase de bancos, es decir, los bancos de dinero. Pero existe otra clase que tu desconoces: el banco de la gracia de Dios. En una época particular vienen a la tierra algunos santos y gurúes, sin cuya gracia nadie puede alcanzar el amor divino. El hermano Harish consideraba al Maestro como a uno de esos gurúes. Tal como cuando uno deposita dinero en un banco y, basándose en la solidez del mismo, el banco emite cheques, los del círculo interno de devotos han depositado sus prácticas espirituales en el banco que para ellos es el Maestro, quien se encarnó con ellos y les ha emitido cheques de gracia.”

El devoto: “¿A qué prácticas espirituales se refiere, Maharaj? ¿A aquellas que usted llevó a cabo en Dakshineswar o a otras realizadas en vidas pasadas?”

Latu Maharaj: “¿Crees que las austeridades realizadas en una sola vida, por más intensas que hayan sido, pueden conducirte a Dios? Druva, ese príncipe entre los devotos, sintió un poco de vanidad cuando tuvo la visión del Señor Vishnu, pues pensó que la visión se debía a un ligero esfuerzo hecho en esta vida. Nárada, comprendiendo la situación, lo llevó de viaje con él. En el transcurso del viaje,llegaron a un alto montículo. Al ser preguntado que era eso, Nárada contestó: ‘¿No lo sabes? El montículo está formado por los huesos de tus encarnaciones pasadas.’ ‘¡Ah!’ Dijo Druva. ‘¡He tenido que venir a la tierra tantas veces!’ De esa manera su vanidad desapareció. Por eso digo que las austeridades realizadas en una sola vida son insuficientes para alcanzar a Dios. Vida tras vida uno tiene que continuar haciendo austeridades para alcanzarLo. Todas ellas pemanecen depositadas en el banco que es Él. Cuando finalmente el monto acumulado es considerado suficiente, la gracia de Dios desciende sobre el devoto, quien recibe no sólo el capital sino también el interés.”

Devoto: “¿Qué es el capital y qué es el interés?”

Latu Maharaj: “El interés es la gracia de un gurú competente. Cuando la reciben, los devotos se sienten sobrepasados de alegría. Entonces con renovado fervor vuelven a hacer austeridades para recobrar su capital. Cuando por la gracia del gurú el Señor es realizado, eso es recobrar el capital.”

(El hermoso diálogo entre Swami Adbhutananda (Latu Maharaj) y un devoto,
 sobre la práctica espiritual y la gracia divina.