miércoles, 20 de junio de 2012

La libertad en la obediencia


Thomas Merton


Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar y serás perfecto
San Juan de la Cruz


Muy pocos hombres se santifican en el aislamiento. Muy pocos alcanzan la perfección en una soledad absoluta.

El vivir con otros y aprender a perderse en la comprensión de sus flaquezas y deficiencias puede ayudarnos a llegar a ser verdaderos contemplativos. Pues no hay mejor medio de desembarazarse de la rigidez y aspereza del egoísmo que nos empapa y que es el único obstáculo insuperable que nos separa de Dios y de Su Gracia.

Ni la valerosa aceptación de pruebas internas en soledad completa, puede llegar a igualar la obra de purificación que realiza en nosotros la paciencia y humildad en el amor al prójimo y la simpatía en sus necesidades y exigencias más irrazonables.

Las extremas dificultades que encuentran en su camino los que buscan libertad interior y pureza de amor, pronto les enseña que no pueden avanzar por sí solos, y la Gracia de Dios les infunde el deseo del medio más simple para vencer su egoísmo y ceguera de juicio. Y éste es la obediencia al juicio y dirección de otro.

Un espíritu que sienta la atracción de Dios en la contemplación aprenderá pronto el valor de la obediencia; las penalidades y angustias que tiene que sufrir cada día bajo la carga de su egoísmo y torpeza, incompetencia y orgullo, le dan ansias de ser conducido, aconsejado y dirigido por otro.

Thomas Merton

(Monje Trapense y escritor.1915-1968.
De su libro "Semillas de Contemplación")





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