domingo, 6 de mayo de 2012

Editorial: Reconciliación


Cristo Jesús
por Leonardo Da Vinci

El Bendito señor Jesús dijo: "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto ... De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante".

¿Por qué es tan importante la reconciliación? Deberíamos reflexionar seriamente sobre este tema para tratar de entender los conflictos que derivan de una enemistad, especialmente para nuestra mente.

Podemos creer que algún malentendido o desavenencia con una persona, se diluye simplemente con el pasar del tiempo o no viendo a esa persona, pero no es así, cualquiera de nosotros sabemos, aun conociendo poco del funcionamiento de la mente, que cuando queremos rezar o concentrarnos o simplemente detener las olas de pensamiento, es justamente esa persona, ese conflicto y todos los sentimientos que esa situación provoca, los que brotan con gran fuerza en nuestro horizonte mental, y en consecuencia no nos es posible rezar y mucho menos tener un amoroso pensamiento de Dios.

¿Cómo podemos curarnos del rencor? Seguramente que, como cualquier logro en esta vida, deseando sinceramente la reconciliación; disponiéndonos a lograrla, no importa cuantas veces fracasemos en el intento; teniendo buenos pensamientos hacia quien sentimos aversión; recordando que no somos perfectos ni estamos exentos de defectos y rogar a Dios para que nos cure de este mal.

Tratemos de demostrar en los hechos, las palabras y los pensamientos, nuestra profunda admiración por la figura de amor y compasión que es el Bendito Señor Jesús, siendo amables con nuestro prójimo, tan sólo como quisiéramos que fuesen con nosotros mismos y con seguridad las olas se irán calmando, el lugar ocupado por el rencor se llenará de amor y así podremos orar y solamente orar,  gustando de este modo del beneficio de la reconciliación. No olvidemos nunca Sus palabras: "Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores, así serán hijos del Padre que está en los cielos".

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