Sri Ramakrishna señaló que el agua nunca se junta en las alturas, pero que sí lo hace en el valle sin dificultad, con ello quería enseñar la importancia de la humildad para la vida espiritual. Es esta la virtud que nos permite recibir toda la gracia divina, sin ella habrá olvido de Dios y nos coloca en una falsa posición de autosuficiencia, y Dios respeta esta cerrazón.
Sri Ramakrishna explica esta actitud de Dios en una parábola donde muestra a un niño entretenido con sus juguetes mientras su madre trabaja despreocupada en la cocina; es sólo cuando el niño deja su juego y se pone a clamar y a llorar por ella, que la madre decide dejar todas sus importantes tareas para correr a atenderlo.
Vivimos en un período histórico donde la regla de oro es: yo puedo o su equivalente yo lo sé, a esta forma de ser le sigue naturalmente su corolario: horror a toda autoridad. Esta situación deja necesariamente al individuo muy solo, exigiéndole enormes esfuerzos de aprendizaje por el método de prueba y error, que es muy desgastante y desmoralizador.
Sin duda, esta es una posición extrema y como todas las de su clase, lleva al hombre a enfrentar profundas contradicciones; descalabrando así el delicado equilibrio del vivir y dejar vivir. Las consecuencias más notorias de esta necia actitud, son sin duda, el descrédito de la opinión ajena y la desconfianza a toda autoridad, pues ven en estos mandones la fuente de todo engaño y abuso. La actitud del yo puedo todo son viejos resabios del concepto de Nietzsche sobre la existencia de un superhombre, meta última de unos pocos elegidos. El mismo lo define así: "El hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre: una cuerda sobre el abismo". Por otro lado está el exitismo tecnológico de estas últimas décadas que confirma en hechos, este concepto de hombres omnímodos.
Remarquemos aquí la frase "una cuerda sobre el abismo", pues muestra claramente la imperiosa necesidad de no romperse, pues abajo, nada hay para sostener al caído. Los millones de si puedo crean sociedades de gran ficción interna, y por ello la vida se hace sumamente desgastadora, sí, así es como el superhombre moderno llega al fin de cada uno de sus días: "exhausto y angustiado por el devenir". Lo curioso de esta lucha, no es ya contra las fuerzas naturales, sino contra el uno mismo, pues la sociedad, el trabajo, la familia, esperan cada vez más "de lo mejor" de cada uno. Los que defraudan esta exigencia devoradora de hombres, son los que quedan fuera del juego, y así quebrados de cuerpo y mente por la autoexigencia impuesta; quedan superados y olvidados por una sociedad supuestamente justa e igualitaria.
Son los descastados, su único crimen: ser perdedores. Se endiosa esta supuesta libertad que avala el voluntarismo del si puedo, pero en realidad es sólo la zanahoria que cuelga frente al burro. Así es como se forma una extensa cadena jerárquica de aprovechadores que abusan de otros aprovechadores menores, y como es evidente, el último de la cadena pierde.
La justicia del sistema se basa en la inseguridad para todos, y que en la lid, el que juega mal sus oportunidades pierde su posición. ¿Es esto libertad? Por lo dicho, esta sociedad de hoy desprecia la humildad, pues la considera la actitud del perdedor. Por eso el hombre está sobre el abismo, pues como lo sostiene Nietzsche: "Dios ha muerto". ¿Es entonces la búsqueda de Dios, sólo para un perdedor? Sí, para los materialistas y no, para los que perciben que existe algo más que materia.
La humildad tiene dos componentes: una que desnuda toda la pequeñez del yo, y que se reconoce como una sombra de algo superior, y la otra dimensión es la que desborda poderío inefable, digámoslo con las palabras de San Pablo: "Todo lo puedo en Aquél que me conforta"; aquí su yo se ha diluido en Dios o en el único Yo. Así es como su voluntad se ha transformado en Conciencia, y ahora sabe con toda certeza que nunca hubo, hay o habrá abismo Nietzscheriano.
Aquél que ha descubierto la vacuidad de su yo, lo descarta, y va en pos de un Yo verdadero. En esa dura búsqueda va comprendiendo poco a poco, lo dicho por Sri Krishna: "En realidad, todo lo que es glorioso, excelente y poderoso, sabe que es producido de una fracción de Mi divina gloria" (B.Guita: X- 41).
Por Lic. José M. Astigueta
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