El dios Indra y el elefante de tres cabezas Erawan (Airavata). Detalle del Phra Prang, la torre central del Wat Arun (‘templo del crepúsculo’) en Bangkok(Tailandia). |
El experimentador es el Atman, nuestra naturaleza real y el objeto de experiencia es la totalidad del mundo aparente incluyendo la mente y los sentidos. En realidad, sólo el Atman existe, Uno sin segundo, eternamente libre; pero por la falsa identificación a través de maya, que es el misterio de nuestra presente situación, el Atman es confundido por el ego individual sujeto a todas las olas de pensamiento que surgen y perturban la mente. Es por ello que imaginamos que somos desgraciados o felices, iracundos o lujuriosos. El Guita nos recuerda que éste no es el caso: El alma iluminada piensa siempre: ‘Yo no hago nada‘. No importa lo que ve, oye, toca, huele, come...El siempre sabe esto: ‘Yo no estoy viendo, yo no estoy oyendo; son los sentidos que ven y oyen y tocan los objetos de los sentidos‘.
Hasta tanto el experimentador se identifique falsamente con el objeto de experiencia, no podrá conocer el Atman, su verdadera naturaleza. Permanecerá ligado, creyéndose esclavo de las experiencias. Escribe Swami Vivekananda: “Hay una historia en la que el rey de los dioses, Indra, se convirtió en un cerdo, revolcándose en el fango, tenía una hembra y un montón de lechoncitos, sintiéndose muy feliz con todo esto. Viendo su condición algunos dioses se le acercaron y le dijeron: ‘Tú eres el rey de los dioses y tienes a todos los dioses bajo tus órdenes. ¿Por qué estás aquí?‘ Pero Indra dijo: ‘No importa, yo estoy muy bien aquí y no me interesa el cielo mientras tenga a mi compañera marrana y a mis pequeños lechoncitos‘. Los pobres dioses no sabían que hacer. Después de un tiempo decidieron matar a toda la prole, uno tras otro. Cuando todos estuvieron muertos Indra comenzó a llorar y lamentarse. Entonces los dioses desgarraron el cuerpo del cerdo y saliendo de allí adentro, Indra comenzó a reír pensando en el horrible sueño que había tenido; él, el rey de los dioses ¡convertirse en un cerdo y pensar que la vida de cerdo era la única vida! Y no sólo eso, sino que había deseado que todo el universo llevara vida de cerdo”.
“El Atman, cuando se identifica con la naturaleza, olvida que él es puro e infinito. El Atman no ama, es el amor mismo; no existe, es la existencia misma. El Atman no conoce, es el conocimiento mismo. Es un error decir que el Atman ama, existe o conoce. Amor, existencia y conocimiento no son las cualidades del Atman, sino su esencia. Cuando llegan a reflejarse sobre algo las llamamos cualidades de aquel algo. Ellas no son las cualidades sino la esencia del Atman, el infinito Ser, sin nacimiento, sin muerte, establecido en su propia gloria, pero que parece haber llegado a tal grado de degeneración que si alguien se le acerca y le dice: ‘Tú no eres un cerdo‘, comienza a chillar y morder”. Este ‘cerdo que no es cerdo‘ puede, ocasionalmente, volverse un animal muy peligroso. El poder de tamas en nuestra naturaleza es tan grande que nos hace aborrecer toda perturbación. Detestamos toda nueva idea, especialmente si ella implica introducir algún cambio en nuestra vida. Y así, cuando el maestro espiritual llega a decirnos que no somos cerdos sino Dios, estamos listos para perseguirlo y crucificarlo.
La última frase de este aforismo es uno de los mas importantes de este libro. Es la respuesta de Patánjali a la gente-cerdo, a aquellos que quieren permanecer revolcándose en el cieno. El universo de la experiencia sensoria es un gran libro y aquel que lo lee íntegramente, con discernimiento, llegará a saber que no hay nada más que el Atman. Ninguna experiencia es en vano, ninguna página de ese libro es superflua siempre que el lector aprenda algo del mismo y prosiga hacia la página siguiente.
Todo lo que nos sucede, no importa cuan trivial pueda parecer, ofrece algún indicio que puede conducirnos hacia un conocimiento espiritual más amplio y finalmente a la liberación.
Por Swami Prabhavananda
En la mitología hinduista, Indra es el rey de los dioses o devas y señor del Cielo y dios principal de la primitiva religión védica (previa alhinduismo) en la India. Aparece como héroe, deidad y figura central en el libro Rig-veda (mediados del II milenio a. C.). Es considerado el dios de la guerra, la atmósfera, el cielo visible, la tormenta y el rayo, que era representado como una espada con ondulaciones (como un rayo).
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