martes, 30 de agosto de 2011

Cartas de Swami Vivekananda

Ridgely Manor, 14 de septiembre de 1899.

Mi querido Sturdy:
He estado descansando en la casa de los Leggett, sin hacer nada. (Swami) Abhedananda está aquí. El ha estado trabajando mucho; dentro de uno o dos días retomará su trabajo, por un mes, en diferentes lugares, luego irá a New York.

Estoy tratando de hacer algo en la línea que usted sugiere, pero no sé hasta donde una descripción de los hindúes será apreciada por el público occidental, viniendo de un hindú...
La señora Johnson opina que ninguna persona espiritual debería enfermarse, y ahora también piensa que el hecho que yo fume es pecaminoso. Mi enfermedad fue la razón del alejamiento de la señorita Müller. Ellos, y usted también, pueden estar en lo cierto, pero yo soy como soy. En India, los mismos defectos más el hecho de comer con europeos, es desaprobado por muchas personas. Fui echado, por los dueños de un templo privado, por comer con europeos. Desearía ser los suficientemente maleable como para amoldarme a los deseos de cada uno, pero desafortunadamente nunca vi a un hombre que pudiera satisfacer a todos. 
Tampoco puede, alguien que tiene que ir a diferentes lugares, contentar a todos.

Cuando llegué por primera vez a América era mal visto por no usar pantalones. Más tarde fui forzado a usar ‘cuellos y puños’, de otro modo no se me acercarían...opinaban que era extraño si no aceptaba las comidas que me ofrecían...

...Por supuesto, éste es mi karma, y estoy contento que así sea, porque, a pesar de que duela en el momento, es otra gran experiencia de vida, que será útil en esta o en la próxima.
En lo que a mí respecta, estoy constantemente en medio del flujo y reflujo. Siempre lo supe, y mi constante prédica fue que cada gota de placer trae su cuota de sufrimiento y muchas veces con interés compuesto. El mundo me ha dado mucho amor, por lo tanto, merezco mucho odio. Me alegra que así sea, de este modo puedo probar en mi propia persona mi teoría: Cada elevación tiene su correspondiente depresión.

En cuanto a mí, me aferro a mi forma de ser y a mi norma: una vez que eres mi amigo lo eres para siempre, y también el certero principio Hindú de buscar en uno mismo la causa de cuanto le toca experimentar en el mundo externo.

Estoy seguro que cada ola de disgusto y odio que recibo, es mi culpa y sólo mía, no puede ser de otra manera. Agradezco a usted y la señora Johnson, porque de esta forma, me fuerzan una vez más a volverme hacia mi interior.

Como siempre con amor y bendiciones,
Swami Vivekananda.

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