Swami Vivekananda |
¡Oh héroe! Levántate, no sueñes más. Aunque la muerte te tome del cabello... no temas. Lo que nunca he hecho, escapar de una batalla ¿lo haré ahora? Por miedo a la derrota, ¿huiré de la lucha? La derrota es el ornamento con el cual se adorna el héroe ... ¿Por qué admitir la derrota sin pelear? Oh Madre, Madre ... nadie capaz de tocar siquiera el segundo violín y, sin embargo, con la mente saturada de mezquino engreimiento... "nosotros entendemos todo" ...
Ahora yo me retiro, todo está bajo vuestro control. Si la Madre me envía nuevamente hombres en cuyo corazón haya coraje, en sus manos fuerza, en sus ojos fuego; en verdad entonces trabajaré nuevamente; en verdad regresaré, de otro modo, interpretaré esto, por la voluntad de la Madre, como el fin. Tengo un tremendo apuro, quiero trabajar con la velocidad de un ciclón y deseo corazones intrépidos.
... Los bendigo a todos de corazón. Pueda la Madre atesorarSe en vuestros corazones como la fuerza misma: el puntal que es la intrepidez; pueda Ella volverlos a todos ustedes intrépidos. He visto esto en la vida: aquel que es por demás precavido de sus propias caídas, ante los riesgos que se presentan a cada paso; aquel que teme perder el honor y respeto, obtiene sólo deshonra; el que está siempre temeroso de perder siempre pierde.
Que todo el bien llegue a vosotros.
Fragmento de la carta de Swami Vivekanandadirigida a Rakhal (S. Brahmananda),
Murree, 11 de octubre de 1897
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