Editorial
Sinceridad, según el diccionario, es sinónimo de veracidad y franqueza; y sincero, es quien se expresa sin disfrazar sus pensamientos. Entre las palabras que hallamos con más frecuencia en temas espirituales, sean estos de cualquiera de las grandes religiones: cristiana, judía, musulmana, budista o hindú; es la palabra: sinceridad. Condición, según todos los maestros espirituales, indispensable para avanzar en el camino a la realización de Dios.
Swami Pareshanandaji Maharaj dijo: "La atracción por los objetos de los sentidos (en las personas comunes) es natural pero impide la absorción en Dios"
En una oportunidad le preguntamos al Swami Pareshanandaji Maharaj qué era esa tan mencionada sinceridad y él dijo, aludiendo a una de las personas presentes en ese momento: "El señor X sabe cuánto quiere a su esposa. El señor X sabe cuánto quiere al dinero ... " Así concluyó la respuesta que aparentemente nos dejaba más desconcertados que antes de formular la pregunta. Digo 'aparentemente', porque esa contestación quedó en nuestra mente y se convirtió en un constante motivo de reflexión. Más bien en una invitación a preguntamos con la mayor sinceridad posible: Qué queremos, a quién amamos, en qué hemos depositado nuestra mente y corazón y que, por ende, se ha convertido en un tesoro imposible de abandonar.
Es muy probable que si hacemos este ejercicio los resultados nos sorprenderán mucho. Con frecuencia, no tenemos el más mínimo reparo en abandonar a un amigo o pariente, pero no podemos desprendemos, por nada del mundo, de cualquier objeto sin mayor valor. Siempre encontramos una buena excusa para justificar esta actitud: 'valor monetario', 'valor sentimental' y así sucesivamente.
Creemos que somos desapegados cuando nos alejamos de quienes, con gran liviandad proclamamos amigos y que por algún motivo insignificante dejamos de querer y quizás pensemos que somos generosos a pesar de vivir acumulando posesiones, que nos producen un dolor intenso en el corazón la sola idea de perderlos.
Es muy verosímil que Dios no aparezca en esta lista o tal vez se encuentre entre los últimos lugares de nuestros 'amores'. De este modo vamos comprendiendo la importancia de la sinceridad y de cuestionarnos qué es valioso para nosotros. Nadie, en su sano juicio, abandona lo que es preciado para él, por lo tanto, con este 'metro de oro' podemos llegar a conocer lo que realmente ocupa nuestro corazón.
En una ocasión, habiendo visitado el Ashrama de Bella Vista, una familia brasileña que tenía un niño pequeño que usaba chupete; el Swami Pareshanandaji Maharaj, con su habilidad habitual de encontrar en cada situación, por insignificante que parezca, un buen motivo para una enseñanza, comenzó a hablar del 'chupete' que teníamos cada uno de nosotros. Como muchos de nosotros peinamos canas, fue una gran llamada de atención.
Debemos crecer, debemos madurar y en la medida que esto suceda nuestros 'amores' naturalmente irán cambiando. Y si tenemos presente lo dicho por el bendito señor Jesús: "... Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" comenzaremos, al menos, a ser sinceros, es decir a no disfrazar a nuestros pensamientos, porque a Él, Nuestro Señor, jamás lo engañaremos.