domingo, 18 de noviembre de 2012

La misericordia: una condición necesaria

Bendito Señor Jesús

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Uno de los aforismos yóguicos de Patanjali, el padre de la psicología hindú, corresponde a esta bienaventuranza: "La calma imperturbada de la mente se alcanza cultivando la amigabilidad hacia los felices, la misericordia y la compasión hacia los infelices, el deleite en los virtuosos, y la indiferencia hacia los malvados."

Ser misericordiosos es una de las condiciones necesarias antes de que podamos recibir la verdad de Dios. La envidia, los celos, el odio: éstas son algunas de las debilidades universales innatas en el hombre. Están ligadas con nuestro sentido del ego que brota de la ignorancia. ¿Cómo hemos de vencerlas? Elevando una ola contraria de pensamiento.

Cuando alguien es feliz, no hemos de sentir celos de él; hemos de tratar de realizar nuestra amistad y unidad y ser felices con él. Cuando alguien es infeliz, no hemos de estar alegres; hemos de sentir compasión y ser misericordiosos. Cuando un hombre es bueno, no seamos envidiosos. Cuando es malo, no le odiemos. Seamos indiferentes con los malvados. Cualquier pensamiento de odio, hasta el denominado "justo odio" hacia el mal, alzará una ola de odio y mal en nuestras mentes, acrecentando nuestra ignorancia y desasosiego. No podremos pensar en el Señor o amarle hasta que se haya calmado esta ola de pensamiento. Si queremos encontrar a Dios, tenemos que volvernos semejantes a Dios en la misericordia.

Mi maestro (Swami Brahmananda) solía decir: "¿Cuál es la diferencia entre el hombre y Dios? El hombre, si le hieres tan sólo una vez, olvidará todas tus anteriores bondades para con él y recordará la única vez que fallaste. Pero si olvidas a Dios y pecas contra él cientos de veces, él perdonará aún todas tus faltas y recordará las pocas veces que le rezaste sinceramente. El pecado sólo existe en los ojos del hombre; Dios no mira los pecados del hombre."

Por Swami Prabhavananda
"El Sermón del Monte según el Vedanta"

Bendito el que llora por Dios

Jesús en el Monte de los Olivos

Bienaventurados los que lloren, porque ellos recibirán consolación.

Mientras pensemos que somos ricos en bienes mundanos o en conocimiento, no podremos hacer un progreso espiritual. Cuando sintamos que somos pobres en espíritu, cuando nos aflijamos porque no hemos realizado la verdad de Dios, sólo entonces seremos consolados. Sin duda, todos lloramos, ¿pero, por qué? Por la pérdida de los placeres y las posesiones mundanos. Pero no es ése el género de lloro del que Cristo habla. El lloro al que Cristo llama "bendito" es muy raro, porque surge de un sentido de pérdida espiritual, de soledad espiritual. Es un llanto que viene necesariamente antes de que Dios nos consuele. La mayoría de nosotros estamos muy satisfechos con la vida superficial que llevamos. En el fondo de nuestras mentes quizá sepamos que nos falta algo, pero aún nos apegamos a la esperanza de que esta carencia podrán llenarla los objetos sensorios de este mundo.

Sri Ramakrishna solía decir: "La gente llora ríos de lágrimas porque no le nace un hijo o porque no puede volverse rica. ¿Pero quién derrama siquiera una lágrima porque no ha visto a Dios?"

Este falso sentido de los valores es el resultado de nuestra ignorancia. Respecto a la naturaleza de esta ignorancia, el filósofo indio Shankara dijo que el sujeto, el conocedor (Yo o Espíritu), es tan opuesto al objeto, lo conocido (no-Yo o materia), como la luz es opuesta a la oscuridad. Empero, a través de la influencia de maya, del poder inexplicable de la ignorancia, el sujeto y el objeto se han mezclado, de modo que el hombre identifica habitualmente al Yo con el no-Yo.

Es muy fácil entender intelectualmente que el Yo verdadero es diferente del cuerpo, tal como somos diferentes de las ropas que usamos. Empero, cuando el cuerpo se enferma, decimos: "Estoy enfermo".

Intelectualmente, podemos entender que el Yo verdadero es diferente de la mente. Empero, cuando surge una ola de felicidad o de sufrimiento, decimos: "Estoy feliz" o "Soy desdichado". Asimismo, nos identificamos con nuestros parientes y amigos: algo que les sucede a ellos parece que nos sucediera a nosotros. Nos identificamos con nuestras posesiones. Si perdemos nuestra riqueza, sentimos como si nos hubiéramos perdido a nosotros mismos. Esta ignorancia es común a todo el género humano. Sólo puede eliminarla el conocimiento directo de Dios. Cuando empezamos a sentir una carencia espiritual dentro de nosotros, cuando empezamos a llorar como Cristo deseaba que lloráramos, cuando derramamos siquiera una lágrima por Dios, entonces preparamos el camino para el consuelo de ese conocimiento divino.

El género de llanto que Cristo llamó bendito está expresado en la Imitación de Cristo: "Oh, Señor, ¿cuándo me uniré contigo y me fundiré en tu amor, de modo que me olvide totalmente? Está tú en mí, y yo en ti y concede que moremos así, siempre juntos en uno solo."

Deberemos llegar a esta etapa en la que sintamos que nada podrá darnos paz, excepto la visión de Dios. Entonces, Dios atrae hacia él a la mente del hombre como un imán atrae a una aguja, y llega el consuelo.
Por Swami Prabhavananda
"El Sermón del Monte según el Vedanta"



Aprender a ser humildes

El Cristo - El greco (domenikos theotocopoulos) 1541-1614

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielo.

En esta bienaventuranza, Cristo habla de la característica principal que el discípulo deberá tener antes de estar preparado para aceptar lo que el maestro iluminado ha de ofrecerle. Deberá ser pobre en espíritu; en otras palabras, deberá ser humilde. Si un hombre tiene orgullo por erudición, riqueza, belleza o linaje, o tiene ideas preconcebidas acerca de lo que es la vida espiritual o acerca de cómo ha de enseñársele, su mente no es receptiva para las enseñanzas superiores. En el Bhagavad-Gita, el evangelio de los hindúes, leemos: "Aquellas almas iluminadas que han realizado la Verdad te instruirán en el conocimiento de Brahman –el conocimiento trascendente de Dios– si te postras ante ellas, las interrogas y las sirves como discípulo."

Según un cuento indio, un hombre acudió a un maestro y le pidió que le convirtiera en discípulo. El maestro, con su discriminación espiritual, comprendió que el hombre no estaba preparado para que se le enseñara. De modo que le preguntó: ¿Sabes qué has de hacer a fin de ser un discípulo?... El hombre no lo sabía, y le pidió al maestro que se lo dijese. –Bien, dijo el maestro, tienes que buscar agua, juntar leña, cocinar y pasar muchas horas de trabajo pesado. También tienes que estudiar. ¿Quieres hacer todo eso?... El hombre le dijo: Ahora sé lo que tiene que hacer el discípulo. Por favor, dime, ¿qué hace el maestro?… –Oh, el maestro está sentado y da instrucciones espirituales en su modo sosegado. –¡Ah. comprendo -dijo el hombre-. En ese caso, no quiero ser un discípulo. ¿Por qué no me conviertes en un maestro?...

Todos queremos ser maestros. Pero antes de que lleguemos a ser maestros, debemos aprender a ser discípulos. Debemos aprender a ser humildes.

Las Bienaventuranzas


Antes que llegara para Jesús el tiempo de pronunciar su Sermón del Monte, viajó por toda Gelilea predicando: "Y se difundió su fama por toda Siria", como dijo San Mateo. Difundiéronse las nuevas de un maestro extraordinario, y las multitudes se congregaban para verle -como lo hicieron durante miles de años en Oriente y aún lo hacen cuando se acerca un hombre-Dios-. Viajaban "de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán". Y Jesús enseñaba a las multitudes según la capacidad de éstas; pero su Sermón, que contiene sus enseñanzas supremas, lo reservó para sus discípulos, para los únicos que estaban espiritualmente dispuestos. Les llevó hasta una ladera donde no fueran interrumpido por los que querían menos que su verdad suprema.

Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo...

Todo maestro espiritual, ora sea una encarnación divina o un alma iluminada, tiene dos conjuntos de enseñanzas: uno para la multitud, el otro para sus discípulos. El elefante tiene dos juegos de dientes: los colmillos con los que se defiende de las dificultades externas y los dientes con los que come. 

El maestro espiritual prepara el camino para su mensaje con lecciones amplias: con sus colmillos, por así decirlo, la verdad interna de la religión sólo la revela a sus discípulos íntimos. Pues la religión es algo que puede transmitirse realmente. Un maestro verdaderamente iluminado puede transmitirnos el poder que desarrolla la consciencia divina latente dentro de nosotros. Pero el campo debe ser fértil y el suelo dispuesto antes que pueda sembrarse la semilla.

Cuando las multitudes llegaban los domingos para visitar a Sri Ramakrishna, el místico más vastamente reverenciado de la India moderna, les hablaba de un modo general que las beneficiaba. Pero cuando en torno de él se congregaban sus discípulos íntimos, como me lo contó uno de ellos, se aseguraba de que no acertasen a oírle otros mientras les daba las sagradas verdades de la religión. No es que las verdades mismas sean secretas: están documentadas y cualquiera puede leerlas. Pero lo que él daba a estos discípulos era más que enseñanzas verbales. Con disposición divina, elevaba la consciencia de aquellos.

Cristo enseñó del mismo modo. No pronunció el Sermón del Monte a las multitudes, sino a sus discípulos, cuyos corazones estaban preparados para recibirlo. Las multitudes no pueden aún entender la verdad de Dios. No la quieren realmente. Mi maestro, el Swami Brahmananda, acostumbraba decir: "¿Cuántos están listos? Sí, muchas personas vienen a nosotros. Tenemos el tesoro para darles. ¡Pero ellas sólo quieren papas, cebollas y berenjenas¡"

Cualquiera de nosotros que sinceramente quiera el tesoro, que busque la verdad, podrá beneficiarse con el mensaje dado en el Sermón del Monte y podrá convertirse en un discípulo. Cristo, como lo veremos en nuestro estudio de su Sermón, habla de las condiciones del discipulado que debernos cumplir, para las cuales debemos prepararnos. El enseña los modos y los medios para alcanzar la purificación de nuestros corazones, de modo que la verdad de Dios se revele plenamente dentro de nosotros.

Por Swami Prabhavananda
"El Sermón del Monte según el Vedanta"

El anhelo por Dios

Cristo bendiciendo (El Salvador del Mundo), El greco

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

¿Cuál es la justicia por la que Cristo nos quiere hambrientos y sedientos? Es la justicia que, en una cantidad de pasajes del Antiguo Testamento, es prácticamente sinónimo de salvación: en otras palabras, de liberación del mal y de unión con Dios. Esta justicia no es, por tanto, lo que corrientemente juzgamos como virtudes morales o buenas cualidades, no es el bien relativo como opuesto al mal, o la virtud relativa como opuesta al vicio, sino la justicia absoluta, el bien absoluto. El hambre y la sed de justicia de los que hable Cristo es un hambre y una sed de Dios mismo.

Ya se ha señalado que la mayoría de nosotros no quiere realmente a Dios. Si nos analizamos. hallaremos que nuestro interés por Dios no es casi tan fuerte como nuestro interés por todos los géneros de objetos mundanos. Pero hasta un leve deseo de conocer la realidad divina es un comienzo que podrá llevarnos más alto. Debemos empezar con el autoesfuerzo. Debemos luchar para desarrollar el amor al Señor mediante la práctica de recogimiento de él, mediante la oración, la adoración y la meditación. Cuando practiquemos estas disciplinas espirituales. Nuestro leve deseo de realizarlo se intensificará hasta que sea un hambre rabioso y una sed ardiente.

A quienes le preguntaban cómo alcanzar a Dios, Sri Ramakrlshna les decía: "Grítale con corazón anheloso, y entonces le verás. Después de la rosada luz del amanecer sale el sol; de modo parecido, el anhelo es seguido por la visión de Dios. El se revelará a ti con la fuerza combinada de estos tres apegos: el apego de un avaro a su riqueza, el de una madre a su hijo recién nacido, y el de una esposa casta a su marido. El anhelo intenso es el modo más seguro de la visión de Dios."

Debemos aprender a dirigir todos nuestros pensamientos y toda nuestra energía conscientemente hacia Dios. Deberá elevarse en la mente una gigantesca ola del pensamiento, que sumerja todos los deseos y pasiones que nos distraen de la meta espiritual. Cuando la mente, de esa manera. se unidireccionaliza y concentra en Dios, estaremos llenos de justicia.

Hay un relato de un discípulo que preguntó a su maestro: –Señor, ¿cómo puedo realizar a Dios?... –Ven conmigo, le dijo el maestro. Te lo mostraré... Llevó al discípulo a un lago, y ambos se sumergieron en él. De repente, el maestro emergió y presionó la cabeza del discípulo, debajo del agua. Pocos momentos después le liberó y preguntó: –Bien, ¿cómo te sentiste?... –iOh, me moría por un soplo de aire!, jadeó el discípulo... Entonces, el maestro le dijo: –Cuando sientas eso intensamente por Dios, no tendrás que esperar largo tiempo su visión.

Por Swami Prabhavananda
(Del libro  "El Sermón del Monte según el Vedanta"

El escudo de la paciencia

Peter Paul Rubens " La virgen y el Niño en una guirnalda de flores"


Hijo, no hay seguridad en esta vida: en tanto que vivieres tienes la necesidad de armas espirituales. Entre enemigos andas, por todas partes te combaten; por eso, si no traes bien el escudo de la paciencia, no estarás mucho tiempo sin heridas.

Si no pones tu corazón fijo en Mí, no podrás pasar esta recia batalla ni llegar a la victoria de los bienaventurados. Te conviene, pues, romper varonilmente toda cosa y pelear con mucho esfuerzo contra todo lo que viniere, porque al vencedor se da el maná y al perezoso mucha miseria.

Si buscas holganza en esta vida, ¿cómo hallarás la eterna? No procures mucho descanso; mas ten mucha paciencia. Busca la verdadera paz, no en la Tierra, sino en el Cielo; no en los hombres ni en las otras criaturas, mas en Mí sólo. Por amor de Dios debes aceptar de grado todas las cosas adversas, como son los trabajos y dolores, tentaciones, vejaciones, congojas, necesidades, dolencias, injurias, murmuraciones, reprensiones, humillaciones, confusiones, correcciones y menosprecios.

Estas cosas aprovechan mucho para la virtud, y prueban al nuevo caballero de Cristo, y fabrican la corona en el Cielo. ¿Quieres tú hallar lo que muchos, después de muchas lágrimas y trabajos, con dificultad alcanzaron? Espera en el Señor y trabaja varonilmente que Yo seré contigo en toda tribulación.

Thomas de Kempis 'La Imitación de Cristo'


jueves, 15 de noviembre de 2012

No hay distancia entre Dios y su devoto

Rev. Swami Ranganathanandaji Maharaj 

Hermana: Cuando una persona ha realizado a Dios, ¿es posible para ella tener todavía problemas
con respecto a Dios?

Swami Ranganathananda: No, entonces no puede haber más problemas concernientes a Dios; pero pueden haber problemas con respecto a la vida diaria. La realización de Dios no significa el fin de todos los problemas, por ejemplo: enfermedades físicas. Los santos pueden verse afligidos por enfermedades, aun de cáncer; pero estas pertenecen al cuerpo y los santos lo sabe y también sabe como soportarlas. 

Sri Ramakrishna solía expresarlo mediante este canto: "El cuerpo y sus achaques y dolores se conocen mutuamente; pero, oh mente mía, sumérgete en la dicha de Dios". Dios da al devoto la fuerza para soportar estas cruces. Sean de orden personal o cargas de responsabilidad y trabajo; el devoto las soporta alegremente en el amor de Dios; y Dios le da la fuerza necesaria. 

Dice San Pablo: "Hemos tomado Tu cruz, Tú la has colocado sobre nosotros, danos fuerza para llevarla hasta la muerte". Dije a la Hermana llona, que ahora está enferma en el primer piso, que su amor por Dios le dará la fuerza para soportar esta enfermedad y para recuperarse. Le conté un episodio de la autobiografia de Santa Teresa de Avila que le gustó muchísimo: Teresa era ya de edad avanzada; debía ir a inspeccionar uno de los conventos, para ello tenía que cruzar el río. Cuando lo estaba vadeando y se encontraba justo en el medio, las aguas comenzaron a subir sin interrupción debido a las lluvias caídas en la alta montaña la noche anterior y ella sintió que podía verse arrastrada por la corriente. Un tanto picada espiritualmente, le preguntó a Dios: "¿Es esta la manera en que Tú tratas a Tu devota?" Ella oyó la respuesta de Dios: "Sí, a veces pruebo a mis devotos de este modo". A esto Teresa amorosamente replicó: "¡Ah!, es por eso que tienes tan pocos amantes." Este fue un hermoso, íntimo y directo 'rezongo' de· un verdadero amante de Dios. 

No hay distancia entre Dios y Su devoto; nada que los separe. En este espíritu de intimidad, Sri Ramakrishna asegura a sus devotos que uno puede quejarse a Dios, discutir y rogarle, todo esto es el juego del amor. Es el más elevado Bhakti, donde la majestad de Dios desaparece y El se manifiesta como la personificación misma del amor.

Rev. Swami Ranganathanandaji Maharaj

Swami Ranganathananda (1908-2005) nació Shankaran Kutty era un  monje hindú de la Ramakrishna Math orden. Él sirvió como el presidente número 13 de la Ramakrishna Math y Misión. 
En 1972 fue en gira de tres semanas para dar conferencias en Holanda y Bélgica, fue huésped en el Convento Carmelita de Amsterdam, ahí mantuvo una reunión con las monjas del convento basada en preguntas y respuestas.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Dios es nuestra Madre y nuestro Padre

Sri Ramakrishna

MAESTRO: “Hay dos clases de devotos. Una clase tiene la naturaleza de los gatitos. El gatito depende completamente de su madre. Acepta cualquier cosa que su madre haga por él. El gatito sólo grita: ‘¡Miau, miau!’ No sabe qué hacer o dónde ir. A veces la madre lo deja cerca del fogón y otras veces sobre la cama. Los devotos de esta clase dan a Dios el poder de procurador y así quedan libres de toda preocupación. Los Sikhs me dijeron que Dios era bondadoso, y yo les contesté: ‘¿Cómo es eso? Él es nuestro Padre y nuestra Madre. ¿Acaso los padres no crían a sus hijos después de haberlos engendrado? ¿Queréis decir que los cuidarán los vecinos?’ Los devotos de esta clase tienen una convicción inquebrantable de que Dios es nuestra Madre y nuestro Padre.

“Hay otra clase de devotos. Son los que tienen la naturaleza de un monito. El monito se cuelga de su madre con todas sus fuerzas. Los devotos que se comportan como el monito, tienen una leve idea de que ellos son los hacedores y sienten así: ‘Debemos ir a los lugares sagrados; debemos practicar yapam y austeridad; debemos hacer el culto con dieciséis elementos como lo prescriben los shastras. Y sólo entonces podremos alcanzar a Dios.’ Tal es su actitud.

“Los aspirantes de ambas clases son devotos de Dios. Y cuanto más uno avanza, más se da cuenta de que es Dios solo quien se ha vuelto todo. El solo hace todo. Él solo es el Gurú y Él solo es el Ishtha. Él solo es quien nos da conocimiento y devoción.

“Cuanto más avancéis, más veréis que hay otras cosas aún más allá del bosque de sándalo —minas de plata y oro y gemas. Por lo tanto, seguid adelante.

El Evangelio de Sri Ramakrishna (Tomo III, pág. 177)

jueves, 8 de noviembre de 2012

La visita del Señor

Sri Rama

Por años una mujer vio pasar un santo que se dirigía al templo todas las tardes, en la aldea se decía, que el Señor Rama lo bendecía con Su divina visión y lo instruía como a un hijo amado.

Una tarde la mujer juntó coraje, se prosternó a sus pies y sin levantar la frente del suelo le habló: '¡Señor! Hace muchos años que oro al Señor Rama, pero no se manifiesta, mi vida se está terminando; no quiero partir de este mundo sin verlo por lo menos una vez ¡Él ocupa mi corazón! ¡Por favor! ¿Puede usted preguntarle si podré yo tener su visión?' El santo hizo un gesto con la cabeza y en silencio se fue, cundo regresaba, ya de noche, volvió a encontrarse con la mujer que seguía sentada esperando una respuesta.

"¡El Señor me ha dicho que mañana a las catorce horas estará en tu casa!"

Ella esa noche no durmió y al otro día, de madrugada, comenzó a limpiar, ordenar, perfumar y adornar su humilde hogar, al mediodía, ya vestida con su mejor saree cantaba de alegría sentada en el umbral , esperando al divino Visitante. A las catorce horas, una manada de búfalos apareció en la callejuela, corrían guiados por un enorme ejemplar, que encaró hacia la puerta; la espantada mujer se apoyó en la pared para no ser embestida y el animal entró; en cada movimiento rompía algo, sus cuernos llevaban todo por delante, en pocos segundos todo era caos; cualquiera hubiera dicho que allí había pasado un ciclón. La mujer desesperada alzó con todas sus fuerzas un trozo de madera y golpeó varias veces el lomo del búfalo; con el último golpe, ya sangrando, el animal salió a la calle y se fue con sus compañeros, los cuales sin su guía se habían quedado en el lugar sin saber para donde ir; tan rápido como habían llegado, desaparecieron.

La mujer desolada, lloraba su desgracia sentada en la puerta. Al atardecer, en este estado la encontró el santo; al verlo le dijo: '¡Tu Señor no vino! A esa hora vino mi desgracia'; y le hizo su relato.

El Santo respondió: "¡Rama no miente y no deja de cumplir Su palabra!" Acto seguido se sentó en el suelo cerca de la infortunada, que no dejaba de lamentarse. En profunda meditación, habló con el Señor y consiguió el permiso de Éste para llevar la mente de la mujer, a un estado donde pudiese ver lo que él veía. La mujer entró en éxtasis, en medio de una increíble luz, parado frente a ellos, estaba el Señor Rama vestido de príncipe, con arco y flechas, largos cabellos, sonriendo lleno de dulzura y amor, lentamente giró hasta darles la espalda, cruzada de lado a lado por heridas enormes.

"¿Te acuerdas? La madera que levantaste del suelo me golpeó así".

'¡Pero, Señor, no eras Tú!' Dijo ella.

"¡Sí, hija mía, era Yo! Todos quieren verme bello y sonriente, llegando como la felicidad, pero cuando me acerco con otras formas o como la aflicción y el dolor, me sobran los dedos de una mano para contar a los que me reconocen y me aceptan. Todos me quieren en sus casas pero bajo sus condiciones, no bajo las Mías".

Lic. Ana Laura Miranda

martes, 6 de noviembre de 2012

El incentivo

"Cristo el Salvador" obra del Greco

Editorial

"Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la Vida y pocos son los que la hallan". (Lc. 13.24) 

El Bendito Señor Jesús nos está advirtiendo que el camino espiritual que nos lleva a la realización de Dios no es fácil de transitar.

Si estudiamos con atención esta enseñanza, inferimos:

"Estrecha es la puerta", nos está indicando que no podemos pasara a través de ella sin deshacernos primero de muchas cosas inútiles y seguramente muy perjudiciales para el propósito buscado. "Angosto el camino", es un aviso de riesgo; caminar por un lugar desconocido y peligroso requiere una gran concentración y una permanente vigilancia.

Todos sabemos que no hay nada en este mundo que pueda ser logrado sin esfuerzo de nuestra parte, desde la niñez hasta la vejez, cuánto se trabaja, cuánto se sufre y cuántas privaciones y sacrificios son requeridos para el logro de una meta, que no siempre es alcanzada y que no nos lleva a la Vida de la que nos habla Jesús.

¿Qué mueve a una persona a no escatimar esfuerzos para el logro de algo? El interés, el deseo, el anhelo, el cariño por ese objetivo.

Entonces comprendemos por qué todos los grandes santos ponen el énfasis en la necesidad de despertar el amor por Dios y hasta podemos intuir que ese amor es el arma más poderosa para enfrentar las dificultades de "la puerta estrecha y el angosto camino".

El Maestro espiritual



Cada alma está destinada a la perfección y cada ser, finalmente alcanzará ese estado. Cualquiera sea nuestra condición actual es el resultado de lo que hemos hecho o pensado en el pasado; lo que seremos en el futuro será el fruto de lo que hacemos y pensamos ahora; pero esto no excluye la ayuda externa. Las posibilidades del alma son siempre aceleradas por algún estímulo externo, mucho más aún, en la vasta mayoría de los casos esa ayuda es casi absolutamente necesaria.

Las vivificantes influencias llegan de afuera y trabajan sobre nuestras potencialidades y entonces el crecimiento comienza, se inicia la vida espiritual y el hombre se torna, al final, en santo y perfecto.

Ese alentador impulso no puede ser recibido de los libros. El alma solo puede recibir el impulso de otra alma. Podemos estudiar libros toda una vida, podemos. volvernos intelectualmente muy aptos, pero no lograremos ningún desarrollo espiritual.

El alma de quien proviene ese incentivo es llamada Gurú, Maestro, y el alma a la cual ese aliento es transferido es llamada discípulo, estudiante.

Para transmitir esa fuerza, en primer lugar el alma de quien proviene debe poseer el poder de comunicarla a otra persona, en segundo lugar el objeto de dicho estímulo tiene que estar apto para ello, la semilla viva y el terreno recién arado! Cuando ambas condiciones están colmadas, un maravillosos crecimiento en la religión tiene lugar.Cuando el podar que atrae en el alma receptiva está completo y maduro, el poder que responde a dicha atracción aparece.

Swami Vivekananda






sábado, 3 de noviembre de 2012

La aurora rosada

Sri Ramakrishna

MAESTRO: “Clama al Señor con un corazón intensamente anhelante y seguro que Lo verás. La gente vierte toda una jarra de lágrimas por su esposa e hijos. Nadan en lágrimas por el dinero. Pero, ¿quién llora por Dios? LlámaLe con verdadero clamor.”

El Maestro cantó:

Clama a tu Madre Shyama con verdadero clamor, ¡oh mente mía!
¿Y cómo puede Ella sustraerse de ti?
¿Cómo puede Shyama no aparecer?
¿Cómo puede tu Madre Kali mantenerse alejada?
Oh mente mía, si tienes fervor, llévaLe una ofrenda de hojas de bel y flores de hibiscus;
Pon a Sus pies tu ofrenda
Y mezcla con ella la fragante pasta de sándalo del Amor.

Continuando, dijo: “Anhelar es como la aurora rosada. Después de la aurora sale el sol. El anhelo es seguido por la visión de Dios. 

“Dios se revela al devoto que se siente atraído hacia Él por la fuerza combinada de estas tres atracciones: la atracción que un hombre mundano siente por las posesiones materiales; la atracción de una madre por su hijo y la atracción de una casta esposa hacia su esposo. Si uno se siente atraído hacía Él por la fuerza combinada de estas tres atracciones, entonces, por medio de ello uno puede alcanzarLo.

“Vale decir, es necesario amar a Dios como una madre ama a su hijo, la casta esposa a su esposo y un hombre mundano sus riquezas. Junta estas tres fuerzas de amor, estos tres poderes de atracción y entrégalos todos a Dios. Entonces, con seguridad Lo verás.

“Es necesario rogarle con un corazón anhelante. El gatito sólo sabe llamar a su madre maullando «¡Miau, miau!». Él queda satisfecho dondequiera que la madre lo ponga. La gata puede ponerlo a veces en la cocina, a veces en el suelo y otras veces sobre una cama. Cuando sufre sólo grita «¡Miau, miau!» Eso es todo lo que sabe. Pero en cuanto la madre oye este grito, donde sea que se halle, viene a su gatito.”

(Del Evangelio de Sri Ramakrishna, Tomo I, pág. 25)