Comúnmente el estudiante de filosofía en occidente tiene el concepto equivocado de que los filósofos hindúes son por lo general pesimistas. De seguro que algunas veces las distintas escuelas de filosofía hindú hacen resaltar la miseria del mundo y además no prometen un cielo permanente de goces, sino que los cielos son de corta duración. Deben saber que los hindúes no tienen cielos permanentes. El cielo para los hindúes es un lugar en que los seres desencarnados gozan ciertas o varias clases de goces sutiles de los que no pueden gozar aquí. Todo lo contrario es el infierno. Pero el cielo con sus goces celestiales y el infierno con sus sufrimientos son preparados aquí mismo.
Además este tema de cielo e infierno no tiene una escuela en particular. Todas las doctrinas, religiosas o no, incluso el yoga que es lo que estamos tratando ahora, aceptan la existencia de estos cielos e infiernos como estados temporales, transitorios, pero nunca como el fin o final de la existencia del alma. Aún los ateos de la India, que hoy casi no existen porque ahora son ateos modernos con ideas occidentales, practican yoga y todos tienen liberación con o sin ayuda divina. El sistema yogui es un sistema muy antiguo. El ser humano no puede vivir solamente una vida intelectual o de trabajo. Necesita una combinación entre las manos y el cerebro.
El yogui en su investigación encuentra que hay algo detrás del cerebro. El cerebro es manejado por algo. Si las ideas cerebrales nos dan ideas de goce que pueden ser encontrados aquí, también se ha notado que ese mismo cerebro humano de vez en cuando nos trae noticias de goces más finos, más duraderos, menos dañinos. Los yoguis en sus investigaciones, empezaron a recolectar datos y después formaron un sistema bien perfeccionado. Y ese sistema constituye la filosofía yogui, cuya parte práctica es muy importante. El yogui comienza directamente con el cuerpo.
Hay una expresión muy hermosa que dicen los yoguis: “Uno debe tomar cuidado del cuerpo, porque el cuerpo tiene su dignidad”. Esa frase me gustó mucho. Hace tres o cuatro días, hablando con una señora, y a raíz de una frase que dijera, recordé lo que me dijo cierta vez un yogui que encontré en el Himalaya, él me preguntó: “¿Sabes por qué hay tan pocos accidentes entre los Swamis que viven en estos bosques llenos de tigres”. “No”, le contesté. “Entonces te lo diré: Los tigres primero tienen sorpresa cuando ven a un ser humano, luego sienten miedo y por último admiración. Cuando estas tres impresiones se juntan, se alejan del hombre. Ellos ven que casi todos los animales andan en cuatro patas. Los monos de vez en cuando se paran. Cuando quieren caminar siempre se están esforzando para mantener el equilibrio. Para los tigres, el ser humano anda con dignidad sin hacer esfuerzo alguno por mantener el equilibrio.”
Recordé estas palabras que me dijo el yogui en el Himalaya cuando vi esta frase en el yoga. El yogui, que sabía este secreto, nos trajo una filosofía para mantener esa dignidad. Y nos da ciertos ejercicios. Después, ellos mismos ven que el ser humano no es todo corpóreo. Para mantener la dignidad corpórea, necesita la dignidad inmediata, que es el sistema que da fuerzas. Las fuerzas que trabajan en el sistema nervioso. Así los yoguis, como son posteriores de los Samkhias, adoptaron la teoría de los Tanmatras.
Por ejemplo: Esta mesa que está hecha de madera es una mesa sólida. Ahora la pregunta es: ¿la solidez de la mesa es anterior a su forma o es posterior? Porque la mesa es sólida, tiene su correspondiente solidez, o la mesa es una pequeña e incompleta manifestación del concepto de solidez. Ahí está la diferencia entre la mente yogui y la mente común. La mente común dice: yo quiero una mesa sólida. Y algunos dirán: yo quiero una mesa sólida que dure mucho tiempo. Una mesa de trabajo. Y así, otros darán otros conceptos de utilidad.
Un vaso de agua tiene su correspondiente solidez, sea de cristal o de metal. Pero el vino o el agua tienen su liquidez. No es líquido, es liquidez. El líquido es perceptible, por el tacto, o por el gusto, pero la liquidez no es perceptible. Entonces, ¿la liquidez queda en el plano mental y siempre posterior? Si. Siempre posterior para aquella gente que tiene propósitos muy limitados. Para aquéllos que piensan pasar esta vida más o menos cómodamente. Pero hay entre tanta gente, ciertos “locos”, ciertos seres fuera de lo común, que quieren saber el secreto de la existencia misma. Su liquidez es primera y posterior a cualquier líquido. Solidez, liquidez y otros estados, son conceptos que se acercan a los conceptos de Tanmatras de los hindúes.
El yogui quiere conocer los cinco Tanmatras. ¿Para qué? Para saber como poder manejar, en una forma mejor, sus fuerzas vitales un una manifestación. ¿Por qué dije una manifestación? Hay que tener muy en cuenta que la parte expresada de cualquier existencia es la parte menor. Lo que no puede ser expresado, lo que queda oculto, lo que queda en el misterio, es la parte grande. Así, la parte manifestada es la parte mínima. ¿Por qué? El yogui sabe que él puede hacer mucho más que lo que hace comúnmente.
¿Qué hsce el hombre común con su cuerpo? Come, digiere y no sabe cómo ocurre su digestión, a menos que los médicos le digan que existen tales líquidos y tales cambios químicos. Y hasta el mismo médico ignora muchas cosas, porque para él todo es objetivo. Pero el yogui sabe. Para el yogui lo manifestado por el trabajo es la parte mínima. ¿Por qué? El yogui dice: el hombre cuando deja de ser y deja de pensar como un animal humano, recién empieza a vivir en el campo humano. Los yoguis han notado que el hombre es capaz de producir una materia que es sumamente importante: en sánscrito se llama “oyas”. Es una materia super fina que está presente en la substancia gris del cerebro.
El ser humano, por ser el hijo rebelde de la naturaleza, si es que no se ha vendido, no quiere aceptar nada sin comprenderlo. Es su particularidad, es su belleza. El ser humano primero quiere saber y luego quiere comprender. Así que hasta ahí llega la parte intelectual. El no duda de sus percepciones físicas. Él no está combatiendo sus necesidades y funciones biológicas, y quiere comprobar. Para eso necesita un instrumento más perfeccionado. Ese instrumento es el intelecto. Y para que el intelecto funcione bien necesita un buen almacenaje de “oyas”. Pero ¿quién mueve “oyas” para comprender y manejar las fuerzas vitales? Los yoguis han aceptado el concepto de los samkhias.
El “Hum”, (aquí se acostumbra a decir Hum. En la India es “Oham”) es la manifestación conocida del Ser. Pero este no es el Ser. Todos quieren pruebas en forma cinematográfica, nadie quiere molestarse. Todos son buenos lectores, aunque en su apuro casi no leen todo. Y todos son más o menos oyentes, pero si los invitan al terreno práctico dicen “como no”. Este “como no” es para mí, un “no”.
El “oyas” bien formado, nos hace más intelectuales, pero no nos deja allí. El actor, el “Hum”, tiene la oportunidad de hacer más investigaciones y pregunta: ¿de dónde soy yo? Aquí ya ha adquirido la dignidad de su cuerpo. Ya después de haberlo controlado y utilizado, conoce todas las manifestaciones fisiológicas y biológicas.
Ya tiene el órgano del intelecto bien perfeccionado, que quiere decir: memoria muy buena; gran imaginación (la imaginación no es cosa fea. Todos los grandes seres tuvieron extraordinaria imaginación); voluntad que no tiene fin; poder de recibir el mensaje correctamente e interpretarlo en tres tiempos: 1°) Cómo el mensaje recibido ahora tuvo su semejanza en el pasado; 2°) cómo este mensaje me está influenciando ahora y 3°) cómo lo hará en el futuro. Este intelecto refinado al que se refieren los yoguis, no es el intelecto de los samkhias, que es el órgano que meramente dice sí o no.
Una vez que ése intelecto está bien perfeccionado, el “Hum”, el yo individual, adquiere el derecho de hacer la pregunta: ¿cuál es mi origen? Entonces otra vez él empieza a trabajar con los Tanmatras. Ahora estas preguntas vienen primero, porque él ha salido del mundo de la utilidad. Pero no dice, en este momento: todo es inútil. No. Lo que se quiere decir es que el concepto de utilidad ya no está manejando su vida. Ahora quiere el derecho de estudiar. Es el conocimiento por el conocimiento mismo. No es el conocimiento aplicado, sino conocimiento en sí.
En 1933 ciertas personas querían estudiar filosofía yogui para que un señor, al cual apoyaban, fuera presidente de la República. Ese señor tenía parientes senadores y diputados. ¡Cuántos festejos! “Swami pida lo que quiera”. Yo no sabía en aquella época qué era un presidente, apenas dominaba el idioma. Yo estaba siempre dispuesto a dar todo antes que me pidieran. “Pero, Swami, el país necesita un presidente bueno”. Aún no había recibido los golpes que he recibido. Cuando llegué al capítulo de poderes no pude continuar. Una fuerza exterior me dijo: “Cierra ese capítulo”. El que no puede presidir sobre su gabinete de cinco órganos, el que no siente la necesidad urgente de formar sus “oyas”, aunque lo hagan presidente, será solamente el títere de su partido. El yogui, que es un hombre práctico quiere tener todo listo, tan listo que cuando quiera pueda emprender el viaje.
¿Les parece qué el yogui es un pesimista? Yo muchas veces pienso realmente que soy pesimista. Sin embargo algunos de mis amigos saben que yo les estuve manteniendo el optimismo en estos cinco años de guerra. Les daba razones históricas. El ser humano es rebelde y la naturaleza lo castiga cuando se vuelve dictador. El yoga nos dice: “Si tu rebeldía es encontrar el camino de la liberación, te doy gratis los secretos de todos los poderes. Pero si te vuelves dictador no tendrás ningún secreto”. He visto en días de calor abrasador y con un sol radiante, a yoguis pronosticar lluvias torrenciales. Es la voluntad, una gran voluntad. ¿De dónde viene? El yogui cuando quiere buscar su yo, ve que la naturaleza entera se le presenta en sus cinco aspectos Tanmatras.
“La fuerza mental es muy superior a cualquier otra fuerza”, dicen algunos conocidos y prestigiosos hombres de ciencia occidentales. Y los yoguis de la India saben eso. ¿Y ahora qué vemos? Los yoguis quieren darnos un cuerpo digno. Quiere decir un cuerpo sano; el sistema nervioso en orden, fuerzas vitales funcionando; el órgano mental bien perfeccionado; entonces el concepto de Yo está por aclararse.
Por Rev. Swami Vijoyananda
Genial.
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