Escuchad hermanas; el recuerdo de cierto gusano de tierra me vuelve a la memoria. No es un cuento es una historia verdadera. Una vez un gusano que se había pasado la vida arrastrándose sobre la tierra, llegó en su última vejez a las puertas del paraíso. Llamó. "Los gusanos no entran fácilmente aquí", le dijo una voz desde dentro. "Tienes demasiada prisa, me parece" "Qué hacer, Señor? ¡Ordena!, respondió el gusano arrodillándose como una pelota, tal era su miedo. "Sigue sufriendo, lucha, transfórmate en mariposa!" Y el gusano, hermanas, volvió a la tierra para luchar y sufrir y transformarse en mariposa.
¿Quién es ese gusano, padre Francisco? Imploró Clara.
Yo, tú, hermana Clara, todas las hermanas que me escuchan, todos los seres humanos que se arrastran sobre la tierra...Angustia, sufrimiento, castidad, pobreza, amor, lágrimas, hambre y desnudez, Dios mío...¡Cuánto debe hacer el hombre antes de convertirse en mariposa!Tened cuidado, hermanas, no digáis: ¡Estamos al abrigo de este convento, nos hemos escapado del mundo, caminamos en el cielo! Este razonamiento es una trampa de Satanás. Escuchad lo que voy a deciros: Todos nosotros somos un solo ser, lo juro. ¿Qué es el Paraíso, sino la dicha perfecta? ¿Pero cómo podemos ser perfectamente dichosos cuando inclinándonos a la ventana del Paraíso vemos a nuestros hermanos y hermanas sufriendo en el infierno? Por eso lo digo y grabadlo bien en vuestras mentes, hermanas: Cuando un ser humano perece en el otro extremo de la tierra, perecéis con él. Si se salva, os salvaréis vosotros también.
(Palabras de San Francisco a Santa Clara en su visita al convento. Del libro ‘El pobre de Asís’ de Niko Kazantzakis.)
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