viernes, 20 de septiembre de 2013

Para recorrer la vida

La Madre Durga

Para recorrer la vida armado contra el temor, el peligro y el desastre sólo dos cosas se necesitan; dos cosas que marchan juntas: la Gracia de la Madre Divina y, de nuestra parte, un estado interior plasmado por la fe, la sinceridad y la renuncia. hagamos que nuestra fe sea pura, inocente y perfecta. 

Una fe egoísta en el ser mental y vital manchado de ambición, orgullo, vanidad, arrogancia intelectual, caprichos, exigencias personales, ansias de mezquinas satisfacciones de la naturaleza inferior, constituye una llama pequeña y oscurecida por el humo, que no puede alzarse hacia el cielo. 

Logremos que nuestra sinceridad y entrega sean genuinas y totales. Cuando nos entreguemos, hagámoslo de manera absoluta, sin exigencias, sin condiciones, sin reserva alguna, de modo que todo en nosotros pertenezca a la Madre divina, sin dejar nada al ego o a cualquier otro poder. 

Cuanto más completa sea nuestra fe, sinceridad y renuncia, más totales serán la gracia y la protección sobre nosotros. Y cuando la gracia y la protección de la Madre Divina estén con nosotros, ¿qué cosa podrá tocarnos; a quién temeremos? Su toque convierte las dificultades en oportunidades, el fracaso en éxito y la debilidad en vigor inquebrantable. 

Sri Aurobindo



No hay diferencia entre tú y Yo


MAESTRO (Sri Ramakrishna) a M.: Algunos piensan: "Oh, soy un alma ligada, jamás adquiriré conocimiento y devoción." Pero,  si uno recibe la gracia del Gurú nada tiene que temer. 

Una vez una tigresa atacó una majada de cabras. Al saltar sobre su presa, dio a luz a un cachorro y murió. El cachorro creció en compañía de las cabras. Las cabras comían pasto y el cachorro seguía su ejemplo; ellas balaban, el cachorro también balaba. Gradualmente creció hasta convertirse en un tigre adulto. Un día otro tigre atacó la majada y se quedó asombrado de ver el tigre comiendo pasto. Corrió tras él hasta que lo agarró; entonces el tigre que comía pasto, comenzó a balar. El tigre salvaje lo arrastró hacia el agua y le dijo: "Mira tu rostro en el agua, es exactamente como el mío. Aquí hay un poquito de carne, cómela." Y así diciendo le empujó un poco de carne en su boca, pero el tigre que comía pasto no la tragaba y comenzó nuevamente a balar. Sin embargo, gradualmente comenzó a tomar el gusto de la sangre y acabó por gustar de la carne. Entonces el tigre salvaje le dijo: "Ves, ahora, no hay diferencia entre tú y yo. Ven y sígueme a la selva."

Comer pasto es como gozar de lujuria y codicia. Balar y escapar como una cabra, es portarse como un hombre común. Irse con el tigre feroz es como tomar refugio en el Gurú, que nos despierta a la conciencia espiritual y reconocerlo como nuestro único pariente. Ver el rostro correctamente es conocer nuestro verdadero Ser. 

Del "Evangelio de Sri Ramakrishna"

jueves, 19 de septiembre de 2013

¡Sigue adelante!

Sri Ramakrishna

Editorial

Sri Ramakrishna aconsejaba: "Dedícate a prácticas espirituales y sigue adelante. Por medio de la práctica avanzarás más y más en el sendero hacia Dios. Al final llegarás a saber que sólo Dios es real y todo lo demás ilusorio y que la meta de la vida es alcanzar a Dios". 

También decía: "Cualquier cosa que hagáis encontraréis mejores y mejores cosas si sólo vais adelante. Como resultado del yapam podéis sentir algo de éxtasis, pero no deduzcáis de ello que habéis alcanzado todo en la vida espiritual ... Si vais aún más lejos, realizaréis a Dios y lo veréis. En su momento conversaréis con El".

Swami Brahmananda decía: "¡Adelante, adelante! Nunca estés satisfecho con tu desarrollo. Trata de crear en tu interior una ardiente insatisfacción. Di a ti mismo: ¿qué progreso estoy haciendo? Ninguno". 

Para apreciar un delicado manjar, una gran obra de arte, la belleza de la naturaleza, debo elevarme del nivel más denso de la existencia a un nivel superior, debo refinarme; del mismo modo para apreciar algo espiritual debo elevarme a ese nivel; tendré que purificarme aún más, al punto de no quedar satisfecho con nada menos que lo mejor.

Decía Sri Ramakrishna que el que ha probado una sola vez el azúcar cande nunca más quedará satisfecho con el azúcar negro. 

Tratemos,sin escatimar esfuerzos, de probar el azúcar cande y ese sabor nos impulsará a seguir adelante hasta llegar a la Fuente misma de la dulzura.


martes, 17 de septiembre de 2013

¡Levemos anclas!

Paul Stone 
The Jibe 

Editorial

Sri Ramakrishna solía relatar el siguiente cuento: "Al anochecer unos borrachos quisieron ir en bote a un lugar. Remaron toda la noche. Cuando amaneció, ya en un estado normal, se dieron cuenta de que habían estado dando vueltas y vueltas en el mismo sitio. Se habían olvidado de levantar el ancla". 

Imaginando esta situación absurda, nos provocará risa, pero si pensamos que este relato puede estar sugiriendo el estado en que nos encontramos muchos de nosotros, la risa se transformará en sabor amargo. La mayoría de nosotros tenemos un ideal, queremos llegar a una meta, alcanzar la otra orilla. Con seguridad hemos remado mucho, en el transcurso de nuestra vida, pero en algún momento nos damos cuenta que estamos en el mismo lugar. ¡Cuánta energía gastamos en ese viaje a ninguna parte! La causa de este esfuerzo inútil fue que nos olvidamos de levantar el ancla. Swami Pareshanandaji Maharaj dice: "Ser sincero en el empeño por lo espiritual es como levantar el ancla".

Es normal que busquemos seguridad, que nos atemorice lo desconocido, que es más fácil permanecer quieto que avanzar, pero, ¿estamos satisfechos con eso? Si tenemos un instante de lucidez, brotará la angustia de la insatisfacción; no volvamos a embriagarnos, levemos el ancla del temor, aferrémosnos con fuerza al remo de la intrepidez e icemos en nuestros corazones la vela de nuestro Ideal. 

Habrá tormentas, nubes amenazantes, furiosos vientos, y ahí, en medio de la oscuridad y soledad recordemos, así como el sol siempre está y en algún momento veremos su esplendor, "Dios no se muda" como decía Santa Teresa, y en su momento nos mostrará Su Faz.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Swami Vijoyananda, un amante de la humanidad

Rev. Swami Vijoyananda
Cuantos tuvieron la bendición de encontrar al Swami Vijoyananda en su camino sintieron el impacto de su vigorosa personalidad y muchos experimentaron un cambio fundamental en su vida. Nos sentimos afortunados de haber estado sentados a los pies de un Maestro a quien la Gracia Divina había dotado de una espiritualidad tan poderosa, plasmada por los rasgos de su admirable carácter, por las circunstancias de su vida, y ante todo, por el hecho de haber recibido la Sagrada Enseñanza de los discípulos predilectos de Sri Ramakrishna.

Pasupati Nath Ghosh, que así se llamaba antes de entrar en la vida monástica, nació en 1898 de nobilísima estirpe en Sahibganj, distrito de Santhal Parganas, Bengala. Dos hechos determinaron la formación del niño en sus años de infancia, el fallecimiento prematuro de su padre, acontecimiento que acentuó la influencia de la madre en su educación y la desaparición de ésta cuando el muchacho sólo tenía 12 años. La firme devoción y sagacidad de la madre sentaron los cimientos de su modo de concebir la vida, y su pérdida fue un evento de profunda repercusión espiritual.

Su carrera estudiantil fue brillante gracias a sus sobresalientes dotes intelectuales. Se graduó en Química en la Universidad de Calcuta, a la edad precoz de 21 años. Poco después, obedeciendo al llamado de una visión que lo hizo acudir a la sede de la Orden de Ramakrishna, entró como novicio para dedicarse enteramente a la vida espiritual, siendo iniciado por Swami Brahmananda, el primer Presidente de la Orden.Cuatro años más tarde, en 1923, recibió el Sannyasa, la consagración monástica de Swami Shivananda, el segundo Presidente.

Durante los años que aún permaneció en la India, el Swami fue tan afortunado de recibir la bendición de la Santa Madre, y tener también trato personal con otros discípulos de Thakur. Quedan imborrables en nuestro recuerdo los tantos dichos, episodios y ejemplos que nos relató de estos seres santos, como también las narraciones de sus encuentros con diversas personalidades destacadas del mundo, tales como :Mahatma Gandhi, Rabindranath Tagore, Albert Einstein, Bergson y Romain Rolland.

En 1932, a solicitud de círculos argentinos deseosos de conocer el Vedanta y seguir las prescripciones religiosas de esta filosofía, las autoridades de la Orden acordaron enviar a un monje a nuestro país para que predicara aquí las enseñanzas de Sri Ramakrishna. No era ajena a esta aspiración y solicitud Doña Adelina del Carril de Güiraldes, quien fuera más tarde la primera Presidenta de este Hogar Espiritual.

El Swami llegó a Buenos Aires el 10 de diciembre de 1932 y de inmediato empezó a difundir su mensaje a través de pláticas, conferencias públicas y radiales, entrevistas individuales y clases de meditación. La actuación del Swami no se limitó a la Capital; llevó su prédica y consejo a diversos lugares del interior y también a varios países sudamericanos.

Torrentes de bondad y sabiduría, este santo varón comprometió para siempre, con su ilimitado amor, comprensión y paciencia, la gratitud de todos nosotros.

Swami Vijoyananda dejó su cuerpo el 1º de setiembre de 1973.

(Fragmento de la Memoria del Hogar Espiritual Ramakrishna
Ashrama - Año 1973)



miércoles, 11 de septiembre de 2013

El banco de la gracia divina

Swami Adbhutananda (Latu Maharaj)

Latu Maharaj: “Escucha. Un día el hermano Harish nos dió una muy buena idea que hemos atesorado con devoción. Nos dijo: ‘Cada uno tiene que conseguir que su cheque sea aprobado por el Maestro para que lo pague cualquier banco.’”
Un devoto: “¿Qué quiere decir con eso? No entiendo.”

Latu Maharaj: “Si. Tu conoces una clase de bancos, es decir, los bancos de dinero. Pero existe otra clase que tu desconoces: el banco de la gracia de Dios. En una época particular vienen a la tierra algunos santos y gurúes, sin cuya gracia nadie puede alcanzar el amor divino. El hermano Harish consideraba al Maestro como a uno de esos gurúes. Tal como cuando uno deposita dinero en un banco y, basándose en la solidez del mismo, el banco emite cheques, los del círculo interno de devotos han depositado sus prácticas espirituales en el banco que para ellos es el Maestro, quien se encarnó con ellos y les ha emitido cheques de gracia.”

El devoto: “¿A qué prácticas espirituales se refiere, Maharaj? ¿A aquellas que usted llevó a cabo en Dakshineswar o a otras realizadas en vidas pasadas?”

Latu Maharaj: “¿Crees que las austeridades realizadas en una sola vida, por más intensas que hayan sido, pueden conducirte a Dios? Druva, ese príncipe entre los devotos, sintió un poco de vanidad cuando tuvo la visión del Señor Vishnu, pues pensó que la visión se debía a un ligero esfuerzo hecho en esta vida. Nárada, comprendiendo la situación, lo llevó de viaje con él. En el transcurso del viaje,llegaron a un alto montículo. Al ser preguntado que era eso, Nárada contestó: ‘¿No lo sabes? El montículo está formado por los huesos de tus encarnaciones pasadas.’ ‘¡Ah!’ Dijo Druva. ‘¡He tenido que venir a la tierra tantas veces!’ De esa manera su vanidad desapareció. Por eso digo que las austeridades realizadas en una sola vida son insuficientes para alcanzar a Dios. Vida tras vida uno tiene que continuar haciendo austeridades para alcanzarLo. Todas ellas pemanecen depositadas en el banco que es Él. Cuando finalmente el monto acumulado es considerado suficiente, la gracia de Dios desciende sobre el devoto, quien recibe no sólo el capital sino también el interés.”

Devoto: “¿Qué es el capital y qué es el interés?”

Latu Maharaj: “El interés es la gracia de un gurú competente. Cuando la reciben, los devotos se sienten sobrepasados de alegría. Entonces con renovado fervor vuelven a hacer austeridades para recobrar su capital. Cuando por la gracia del gurú el Señor es realizado, eso es recobrar el capital.”



Parlamento de las Religiones - 11 de septiembre de 1893


Swami Vivekananda

El Parlamento abrió a las 10 de la mañana. Toda forma de creencia religiosa organizada, profesada por unos 1.200 millones de personas en el mundo, estaba representada en la ocasión. Entre los grupos no cristianos estaban: el hinduismo, el jainismo, el budismo, el confucionismo, el sintoísmo, el islamismo, y el zoroastrianismo.

El amplio salón y la enorme galería del Palacio de arte estaban repletas con unas siete mil personas — hombres y mujeres que representaban la cultura de los Estados Unidos. Los delegados oficiales marcharon en una gran procesión hacia la plataforma. En el centro, con un manto púrpura, se sentó el cardenal Gibbons, el más alto prelado de la Iglesia Católica Romana en el hemisferio occidental. Ocupó la silla presidencial y abrió la reunión con una oración. A su izquierda y derecha se agruparon los delegados orientales: Pratap Chandra Mazumdar del Brahmo Samaj de Calcuta y Nagarkar de Bombay; Dharmapala, en representación de los budistas de Ceilán; Gandhi, representando a los jainistas; Chakravarti y Annie Besant de la Sociedad Teosófica. Con ellos se sentó Swami Vivekananda, quien no representaba a una secta en particular, sino a la religión universal de los Vedas, y que hablaba, como se verá a continuación, por la aspiración religiosa de toda la humanidad. Su ropa espléndida, el gran turbante amarillo, su tez bronceada, y sus rasgos finos sobresalían en la plataforma, atrayendo la atención de todos. El Swami tenía treinta representantes para hablar antes que él.

Los delegados se levantaron, uno por uno, y leyeron sus discursos preparados, pero el sannyasin hindú no estaba en absoluto preparado. Antes de dicha evento nunca había tenido oportunidad de encarar públicamente a tantas personas. Cuando se le llamó para hacer su participación, presa de miedo escénico, pidió al Presidente que le llamaran un poco más tarde. Varias veces pospuso la citación. Él mismo admitió más tarde: "Por supuesto que mi corazón estaba palpitando fuertemente y mi lengua estaba casi seca. Estaba tan nervioso que no podía aventurarme a hablar en la sesión de la mañana."

Foto en el Parlamento de las Religiones
Chicago, 11 de septiembre de 1893
De izq. a der.: Virchand Gandhi, Hewivitarne Dharmapala,
Swami Vivekananda, y (probablemente) G. Bonet Maury
Al fin llegó a la tribuna y el Dr. Barrows lo presentó. Encomendándose a Sarasvati, la Diosa de la Sabiduría, se dirigió a la audiencia como "hermanos y hermanas de América." Al instante, miles de personas se levantaron de sus asientos y le dieron un fuerte aplauso. Ellos se sintieron profundamente conmovidos de ver un hombre que dejaba de lado las palabras formales y les hablaba con el calor y la sinceridad de un hermano.

Llevó dos minutos completos antes de que el tumulto se silenció y el Swami pudo continuar.

Hermanas y hermanos de América,

Llena mi corazón de dicha indescriptible levantarme en respuesta a la calurosa y cordial bienvenida que nos han dado. Les doy las gracias en nombre de la más antigua orden de monjes del mundo; les agradezco en nombre de la madre de las religiones y les agradezco en nombre de los millones y millones de indios de todas clases y sectas.

Agradezco también a algunos de los oradores de esta tribuna que al referirse a los delegados del Oriente les han dicho que esos hombres de lejanos países muy bien pueden reclamar para sí el honor de llevar a las diferentes tierras la idea de tolerancia. Me siento orgulloso de pertenecer a una religión que ha enseñado al mundo no sólo la tolerancia, sino también la aceptación de todos los credos religiosos. No sólo creemos en la tolerancia universal, sino que aceptamos todas las religiones como verdaderas. Estoy orgulloso de pertenecer a una nación que ha dado hospitalidad a los perseguidos y a los refugiados de todas las religiones y de todas las naciones de la tierra. Me enorgullece poder decirles que hemos albergado en nuestro seno los remanentes más puros de los israelitas, quienes llegaron al Sur de la India y se refugiaron en nosotros en el mismo año en que su santo templo era destruido por la tiranía romana. Me siento orgulloso de pertenecer a una religión que ha amparado y ampara todavía los restos de la gran nación zoroastriana. Les citaré, hermanos, algunas líneas de un himno que recuerdo haber repetido desde mi más tierna infancia y que todos los días repiten millones de seres humanos: "Así como los diferentes arroyos tienen sus fuentes en diversos lugares y vierten todos sus aguas en el mar, así, ¡oh Señor!, las distintas sendas que los hombres toman por sus diferentes tendencias, por diversas que parezcan, tortuosas o rectas, todas conducen a Ti."

La presente convención, que es una de las más augustas asambleas que jamás se hayan constituido, es en sí misma una justificación, una declaración al mundo de la maravillosa doctrina predicada en el Guita (Bhagavad Guita): "Cualquiera que se dirige a Mí por cualquier senda que sea, Yo llego a él; todos los hombres están luchando en sendas que finalmente conducen a Mí." El sectarismo, la intolerancia y su horrible descendiente, el fanatismo, se han apoderado desde hace mucho tiempo de este hermoso planeta. Han llenado la tierra con violencia, muy a menudo empapándola con sangre humana; han destruido la civilización y llevaron a naciones enteras a la desesperación. De no haber sido por estos horribles demonios, la sociedad humana estaría mucho más adelantada de lo que está actualmente. Pero su hora se aproxima; y espero fervorosamente que la campana que ha repicado esta mañana en honor de esta convención, sea el tañido fúnebre por la muerte de todo fanatismo, de todas las persecuciones con la espada o con la pluma, y de todos los sentimientos poco caritativos entre personas que siguen su camino hacia el mismo fin.