viernes, 17 de mayo de 2013

Vedanta a la luz de Swami Vivekananda

Swami Vivekananda
En la India florecieron para la humanidad, las eternas verdades que señalan la Divinidad Universal y allí nació el héroe que expondría esas verdades para el hombre moderno, Swami Vivekananda, el monje patriota.

Con la base de su propia realización, la única autoridad adecuada, nos ofrece un enorme proyecto de experiencias que se refieren a la unidad, la libertad, el altruismo, la naturaleza real del hombre, la inmortalidad del alma, entre otras. Sus estudios sobre los yogas, sus pláticas, conferencias, clases, en fin, sus enseñanzas, podrán iluminarnos en cualquier asunto que tratemos: ciencia, religión, política y otros. El consideró que la ciencia moderna y las realizaciones sociales pueden encuadrarse en los ideales del Vedanta para enriquecer a los pueblos y en el camino arrasó con los falsos dioses que inclinan las cabezas de los devotos en inútiles sueños de fantasía donde la mente esconde sus debilidades.

La filosofía Vedanta enseña la Unidad de la Existencia, la naturaleza divina del ser humano y su meta. Con el Swami Vivekananda esos eternos Principios se convierten en enseñanzas prácticas, con el generoso fin de que reencontremos la perfección olvidada. La Religión es, según sus dichos, una cuestión de hechos y no de palabras y para esa práctica señala genialmente los caminos. La idea admirable de la filosofía Vedanta, explica Swamiji, es que podemos alcanzar el mismo fin por diferentes senderos: el de la acción inegoista, el del amor, el del control de la naturaleza externa e interna y el del conocimiento y nos brinda esos maravillosos textos sobre Yoga, como otras tantas llaves del tesoro.

Vedanta dice que nuestra propia naturaleza es lo infinito, Swami Vivekananda dice que hacer sobre este asunto: "El Universo todo es una persona. Dejen las pequeñas cosas, abandonen lo pequeño por lo infinito, rompan la cadena y sean libres. Intensifiquen el sentimiento que tienen hoy, elévenlo a lo más alto hasta sentir la Unidad, Dios en vos mismo y los otros. El sentimiento es la vida, la fuerza, la virtud." Es una de las cosas más prácticas del Vedanta.

Ya había dicho su sublime Maestro, Sri Ramakrishna, "Un día cuando Naren (Swami Vivekananda) se ponga en contacto con los que padecen, con los miserables, el orgullo de su carácter se derretirá en una especie de compasión". Así fue como alentó a sus hermanos monjes a integrarse a la ayuda social, al servicio de los necesitados, para su educación, para comprender la fraternidad de las religiones, para propagar las ideas del Vedanta, por el bien material y espiritual de los demás.

El dice que "El motor de todo el Universo es esa cosa maravillosa: el inegoísmo, la renunciación, el amor, lo real, la única fuente viviente de la existencia. ¿De qué sirve discutir sobre las sutiles doctrinas del alma? Practiquen el bien, eso los conducirá a la libertad." Puso énfasis en el inegoísmo, pues sin generosidad no hay nada: para llegar a grandes alturas debemos ocuparnos primero de lo que tenemos a nuestro lado. Lo dijo claramente: "Qué dioses inútiles van a buscar si no adoran al Dios que ven en torno suyo. Yo no he visto otra cosa que Dios en mi vida."

Pero, ¿será posible para nosotros este camino? Swami Vivekananda enseñó que todo es posible, si te pones de pie, con la fuerza de tu objetivo en el corazón, porque la debilidad viene de un propósito indefinido. Por eso reivindica la fe en uno mismo, el desarrollo de la voluntad que avalará la fuerza. Fe, fuerza, intrepidez, su voz nos pone de pie con la fuerza de un volcán encendido en ríos de lava, con la fuerza arrolladora del agua que desborda y nos hace ver que ya es tiempo, es hoy que podemos adorar en toda manifestación de vida a Dios.

Vedanta, nos dice Swamiji, no destruye el mundo, lo explica, y enseña que: no somos pecadores, la imagen de Dios es el hombre, y el templo es su cuerpo. Nos enseñó que mirar con desprecio, crítica y condena gastan energía y que nos debemos elevar con el pensamiento de Dios, día y noche, así las acciones serán deificadas, así veremos al Señor en todas las cosas, en su real naturaleza.

Insistió que lo que necesitamos es progreso, desarrollo, realización. La gloria del hombre es que es un ser pensante.

Nos enseñó que todo está lleno de Brahman, ni bien, ni mal, ni vida, ni muerte. Sólo Brahman existe y el retorno será posible sólo a través de la renunciación. El corazón debe convertirse en un crematorio, según sus propias palabras, para que el orgullo, egoísmo y deseos queden reducidos a cenizas.

En sus manos el Vedanta, conservando sus eternos valores, se hace práctica, se actualiza, se difunde, abarca a todas las razas, a todas las creencias, a todas las edades, sin distinción de ninguna clase. No más divisiones. No a la cobardía y a la debilidad, que es la causa de toda miseria.

Así los grandes principios se derraman en el agua viva de su voz con la potencia de su acento y la dulzura de su corazón; porque si la voz de su impetuoso llamado es un viento arrasador, también es un suave y exquisito perfume el amor con que vierte sus enseñanzas para la humanidad, este ser incomparable: Swami Vivekananda. Su sólo nombre despierta el bien en nuestro corazón. 

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