La falsa satisfacción interior de la complacencia en ti mismo y la absoluta confianza en tu propio criterio no podrán nunca engañarte del todo; te dará un leve mareo, y una vaga sensación de náusea interior te obligará a abrirlo en canal para que salga el veneno.
Al final ningún acto gratuitamente independiente te dejará la sensación de estar limpio. El ansia de paz te empujará adonde la paz puede encontrarse: hacia alguien a quien las circunstancias de tu vocación te permiten obedecer como representante de Dios.
Y entonces, aunque su criterio sea objetivamente necio, el lujo de verte librado de depender de tus propios sentimientos, gustos, emociones y deseos hará que sea un gran alivio el poder obedecer.
Thomas Merton
Semillas de contemplación
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