Desde tiempos inmemoriales el hombre ha buscado su satisfacción y su felicidad en los objetos externos tales como su propio cuerpo, su familia, sus amigos.Para ello cuenta con su cuerpo, sus logros,posesiones y conexiones para finalmente comprobar que está desprovisto de todo lo que esperaba. Aun así, ¿cuántos aprenden esta lección? Muy pocos, tal vez uno en un millón el resto continúa girando como una rueda sobre su propio eje.
Todos nacemos con un karma el cual, voluntariamente o no, debemos disminuir hasta agotarlo. Ese impulso seguirá durante un tiempo antes de que podamos avanzar algo en la vida espiritual.
En otras palabras, nuestro karma negativo debe ser neutralizado mediante un buen karma. Este proceso lleva cierto tiempo. Una buena conducta, buenos pensamientos y fe en la protección de Dios nos permitirán agotar nuestro karma negativo del pasado hasta que gradualmente la íntima y divina luz comienza a brillar en nuestro interior.
En otras palabras, nuestro karma negativo debe ser neutralizado mediante un buen karma. Este proceso lleva cierto tiempo. Una buena conducta, buenos pensamientos y fe en la protección de Dios nos permitirán agotar nuestro karma negativo del pasado hasta que gradualmente la íntima y divina luz comienza a brillar en nuestro interior.
En esta vida el hombre busca dos cosas: poder y felicidad. En realidad, lo que está buscando es la infinita felicidad y paz. ¿Qué tenemos que hacer para lograr la felicidad? Ante todo tener la experiencia de que la relación familiar, amistad, nombre y fama; están basados sobre los objetos externos.
Todos los objetos de este mundo siguen sus propias leyes. Juan piensa que seria feliz si viera a Tomás todos los días, pero Tomás piensa que seria feliz si Juan lo dejara solo. Así, cada uno tiene su propio concepto de la felicidad. Nos empeñamos en que las cosas sean como nosotros quisiéramos que fueran. Este aferrarse a las propias ideas ( que todo sea como queremos) constituye el principal obstáculo para nuestra felicidad.
Cuando el joven se convierte en adulto su felicidad se nubla; cuando el adulto entra en la vejez, la mayoría se deprime. ¿Por qué? ¿Acaso no hay belleza en el otoño y el invierno? Todos esos procesos nos resultan penosos porque no sabemos cómo adecuaron a las circunstancias.Toda nuestra vida está sujeta a un perpetuo cambio y el que no lo acepta jamás podrá tener paz. Es lamentable que muchos sólo quieran el esplendor de la primavera sin comprender que ella existe porque la antecede el invierno. Debemos aprender a apreciar todas las cosas tal como la naturaleza nos la presenta. Para ello debemos ir hacia nuestro interior y crear allí la debida adecuación. Caso contrario la vida será una constante lucha y, ¿quién siente placer en la lucha?
Muchos suponen que todo lo que hacen, piensan y opinan es lo mejor. Como consecuencia tratan de convencer a los demás según sus puntos de vista. En cambio, si podemos adecuarnos analizando la causa de todo nuestro malestar encontraremos paz y fortaleza en medio del torbellino del mundo. Alcanzaremos un estado en el cual los contratiempos de la vida no nos afectarán. Y este es el único camino o manera de lograr paz y felicidad en este mundo.
Puede ser que el deseo de cambiar a los demás esté impulsado por motivos inegoístas. Si la fuerza que lo motiva es inegoísta, si está libre de todo interés personal, si la persona desea hacer bien a los demás, pienso que con el ejemplo de su propia vida influirá en los demás de manera mucho más efectiva que con sus palabras.
Lo más positivo, beneficioso y práctico que he aprendido en mi vida es esta ley de oro de la adecuación. El que ha formado su carácter se aviene fácilmente a los distintos ambientes y circunstancias.
Seamos como el agua que puede ser contenida en cualquier recipiente sin perder sus cualidades. Estemos listos para apegarnos y para desapegamos con la convicción de que en nuestro interior hay un Poder que no sufre modificaciones por ningún contacto.
Repito: el que está siempre en lucha y desacuerdo con el ambiente y las circunstancias que lo rodean nunca tendrá paz y felicidad. Es el más débil de los seres humanos. La adecuación es un signo de fortaleza.
La Santa Madre, Sri Sárada Devi, basaba su vida en una simple instrucción de su Maestro, Sri Ramakrishna. Ella fue su primera discípula y el Poder más grande que Él manifestó en su vida. La Santa Madre misma una vez nos dijo que ella vivía de acuerdo con una instrucción que le diera el Maestro. La belleza del ritmo de esta fraseen bengalí no aparece en la traducción: ''Jakhan jeman, Takhan teman. Kakhane jeman, Shakaneteman. Jarkachhe jeman, Tarkachhe teman".
La primera linea significa que todo debe hacerse de acuerdo con las demandas del momento o del tiempo. La segunda línea significa que uno debe adecuarse a lo que exige el lugar en que uno se encuentra. Y la tercera dice que nuestras acciones deben adecuarse a las personas con quienes tratamos. No es posible actuar de la misma manera con todos. La mayoría de nosotros comprendemos esto pero no tratamos de ponerlo en práctica. Debemos tener en cuenta la mentalidad de la otra persona y actuar en consecuencia. Debemos adecuarnos a las demandas de tiempo, lugar y necesidades de la gente con quien tratamos. Y esto es lo que yo defino como 'la ley de oro de la adecuación'.
Sri Sárada Devi, la Santa Madre, vivía esta regla en cada acto de su vida diaria. Yo diría que su grandeza consistía, en gran medida, en que su conducta se ajustaba siempre a las demandas de tiempo, lugar y ambiente y a las necesidades de las personas que acudían a ella para recibir su bendición. He tenido el privilegio de ser testigo de estas supremas cualidades de la Santa Madre. Hoy, una vez más, rindo mi humilde homenaje a esta maravillosa personalidad que vivió toda una vida de adecuación, lo cual significó la nota sobresaliente de toda su vida en la tierra.
Reverendo Swami Gñaneswarananda
Swami Gñaneswarananda fue fundador y director de la Vedanta Society de Chicago (1893-1937).
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