domingo, 30 de junio de 2013

El Math de Baranagore

Swami Vivekananda

Tarak, Latú y Gopal el mayor, permanecieron en la casa-jardín de Cossipore hasta fin de ese mes, ocasión en que vencía el alquiler. Luego, junto con los demás discípulos, se trasladaron a Baranagore, donde vistieron el hábito ocre del monje. Allí instalaron el primer monasterio de la Orden de Sri Ramakrishna con Narendra como líder y se dedicaron a cumplir las enseñanzas del Maestro.

El camino de Narendra para convertirse en Swami Vivekananda fue un proceso gradual muy difícil de atravesar. Tuvo que hacer frente a grandes dificultades hasta convertirse en el maestro de numerosos devotos y discípulos y ser un foco de espiritualidad que difundía la enseñanza de Sri Ramakrishna.

Los discípulos se reunían diariamente en la casa de Cossipore. Meditaban, cantaban y conversaban. Recordaban al Maestro, sus vivencias con él, su vida y enseñanzas. Un día, cuando había pasado una semana desde el fallecimiento, Naren y Harish tuvieron una visión de Sri Ramakrishna. Eran cerca de las ocho de la noche y conversaban cerca de la orilla del pequeño estanque de la casa. De pronto, Naren vio una forma luminosa, cubierta con una tela, que venía caminando lentamente hacia ellos desde el portal de entrada. En ese momento oyó decir a su compañero en voz baja: “¿Qué es eso?” Entonces Naren preguntó en voz alta: “¿Quién está ahí'?” Cuando la aparición llegó hasta el frondoso jazminero, se desvaneció. Los otros devotos vinieron al oír sus voces, trajeron linternas y revisaron todo el jardín pero no hallaron nada. Naren quedó profundamente impresionado por la visión.

Sri Ramakrishna, Swami Vivekananda y Sri Sarada Devi; el Templo  de Belur Math
y todos los discípulos de Sri Ramaakrishna

También la Santa Madre fue bendecida con la visión del Maestro en distintas ocasiones. La primera vez, ella se disponía a quitarse los brazaletes de acuerdo a la costumbre de las viudas en India, cuando Sri Ramakrishna apareció ante ella y le dijo que no lo hiciera, que él no había muerto. Después de esa visión, la Santa Madre continuó usando los brazaletes de oro y sari con borde rojo hasta el último día de su vida.

Las cenizas del Maestro habían sido colocadas en una urna de cobre y colocadas en la habitación que había ocupado durante su enfermedad. Los devotos habían decidido que las reliquias serían trasladadas a un lugar en las orillas del Ganges, pero no pudieron adquirir el terreno por motivos económicos. Se produjo entonces una disputa entre los discípulos hogareños y los monásticos por el destino de las reliquias. Finalmente, se apeló al juicio de Narendra, quien dijo: - “Hermanos, sean razonables. ¡Que nadie pueda decir que sus discípulos pelearon sobre sus cenizas! ¡Que las tengan! Ajustemos nuestras vidas a 1as enseñanzas del Maestro: si somos veraces y firmes en sus ideales; si vivimos de acuerdo con ellos, habremos hecho mucho más que adorando sus reliquias.” Acordaron un día para entregar la urna a los hogareños, pero el día anterior Naren decidió que les darían solamente las cenizas y mantendrían las reliquias en custodia. Prepararon la urna y los devotos hogareños, que ignoraban lo sucedido, la recibieron de mano de los discípulos, quienes se turnaron para transportarla sobre sus cabezas hasta Kankurgachi, donde fue enterrada de acuerdo al ceremonial. Poco después, se levantó, en ese lugar, un templo conocido luego como el “Retiro de Yoga”. Allí, se realizaba anualmente una celebración en honor de Sri Ramakrishna. 

Las reliquias que conservaron los monjes fueron colocadas en una urna sellada y estuvieron en la casa de Balaram Babu en Calcuta hasta que la Santa Madre las llevó consigo cuando salió en peregrinación hacia Vrindaban. De acuerdo con la costumbre parte de las reliquias fueron enviadas a lugares sagrados como Harwar para ser entregadas a las aguas del Ganges. 

Desde ese momento, cada vez que los monjes se trasladaron, llevaron consigo los objetos personales del Maestro y los utensilios que se habían utilizado en su servicio. Hasta el día de hoy estos objetos son preservados y cuidados por los monjes de la Orden.

El Monasterio estuvo situado en Baranagore desde 1886 hasta 1892. Desde l892 hasta l897 estuvo en Alambazar, en la vecindad de Dakshineswar. De allí fue trasladado a la casa-jardín de Nilambar Mukherjes sobre las orillas del Ganges, exactamente frente, río por medio, a Baranagore. Finalmente ha sido establecido en forma permanente a corta distancia, hacia el norte del Ganges, en Belur, un hermoso y espacioso predio adquirido por Swami Vivekananda para sus hermanos monjes. En esa ocasión, Swami Vivekananda colocó la urna con las reliquias sobre su hombro derecho y la llevó desde la casa de Nilambar Babu hasta Belur Math. Ahí la colocó y dijo, con lágrimas en los ojos: “Ahora Sri Ramakrishna está instalado en donde permanecerá para siempre.” Con profunda congoja recordó que Thakur le había dicho: —“Donde tú elijas ponerme, allí me quedaré alegremente.” 

Algunos de los discípulos de Sri Ramakrishna (de izquierda a derecha): Trigunatitananda, Shivananda, Vivekananda, Turiyananda, Brahmananda, debajo Saradananda. Foto tomada el 20 de junio de 1899 en Belur Math

Llegó el momento de desocupar la casa-jardín de Cossipore y de resolver donde irían los discípulos que habían renunciado para abrazar la vida monástica. En ese momento, Surendra Nath Mitra, el devoto hogareño que había sufragado la mayor parte de los gastos de la enfermedad del Maestro, tuvo una visión de Sri Ramakrishna, que le pidió que ayudara a los muchachos en sus problemas para que pudieran cumplir con el compromiso asumido por ellos. 

Surendra fue a verlos de inmediato y les dijo: —“Hermanos, ¿Dónde irán? Permítanme alquilar una casa donde puedan vivir juntos y los hogareños podamos encontrar un refugio temporario para nuestras preocupaciones mundanas. Yo dedicaba parte de mis entradas para cubrir los gastos de Cossípore y continuaré dando ese monto para el alquiler de una casa para ustedes.” Naren se sintió profundamente conmovido por el gesto de Surendra. 

Después de mucho buscar se encontró una casa ubicada en Baranagore, un lugar equidistante de Dakshineswar y de Calcuta. La casa estaba en muy mal estado y necesitaba reparaciones urgentes. Constaba de dos plantas, no tenía puerta de entrada y la veranda del piso superior estaba en ruinas. El cuarto principal donde vivían los monjes se encontraba en un estado lamentable. Todo en la casa tenía un aspecto misterioso y fantasmagórico. La habían elegido por el bajo alquiler y por la cercanía del sagrado Ganges.

Tarak y Gopal el mayor fueron los primeros en ocupar la casa. Algunos habían regresado temporariamente a sus hogares y otros andaban en peregrinación. Naren visitaba su casa de vez en cuando. Quería dejar a su familia en situación de autoabastecerse antes de tomar definitivamente el sendero del monasticismo. En la Corte de Justicia se realizaba un juicio relacionado con la propiedad familiar y Naren concurría a las audiencias en representación de la familia. Mientras resolvía estos asuntos, permanecía en Baranagore durante la noche y parte del día. 

A los pocos meses de estar en Baranagore, la madre de Baburam los invitó a su casa en la aldea de Antpur. Todos aceptaron la invitación. Pasaron los días en oración, meditación y canto. Recordaban al Maestro y Narendra dijo en una ocasión: —“La realización de Dios es la única meta de la vida. Eso es lo que representó la vida de Sri Ramakrishna. ¡Debemos realizar a Dios!”

El espíritu monástico se intensificó. Compartían la fuerza espiritual y el amor y se notaba un espíritu de renunciación en ellos y un manifiesto deseo de tomar los votos de Sannyasa en presencia de los demás debido al deseo de perpetuar el espíritu de Sri Ramakrishna, para lo cual decidieron organizar una Orden.

Todo esto se plasmó en forma definitiva una noche ante un gran fuego Dhuni en los terrenos de la casa, que desde ese momento fue considerada sagrada. Cerca de la medianoche los monjes se reunieron ante el fuego, alimentado por grandes leños. Por sobre sus cabezas se extendía el cielo de India y a su alrededor todo era paz inefable. La meditación se prolongó largo rato. Luego, Narendra comenzó a hablar de la vida de Jesús, del asombroso misterio de su nacimiento, su muerte y resurrección. Les dijo que debían tratar de ser como Cristo para ayudar a la redención del mundo y realizar a Dios.

De pie ante el fuego Dhuni, todos ellos tomaron los votos de Sannyasa ante Dios y los demás hermanos. Más tarde descubrieron que esa noche era la víspera de Navidad, Nochebuena. Antes de regresar a Baranagore, hicieron ·una peregrinación al templo de Tarakeswar Shiva, para adorar al Señor de los monjes. 

A su regreso al monasterio, Sarat y Sashi renunciaron formalmente y se convirtieron en miembros estables. Les siguieron Rakhal, Niranyan, Baburam y Kali y poco después hicieron lo propio Subodh y Sarada Prasanna, quien acababa de aprobar su B.A. Gandadhar, a su retorno de una peregrinación al Tibet ingresó a la Orden. Más tarde se unieron Harí y Tulsi. Por su parte, Yoguin y Latú se unieron al pequeño grupo de Baranagore a su regreso de Vrindaban. Con excepción de ocasionales ausencias, Narendra estaba con ellos hasta que, después de tres años, se convirtió en monje errante. 

Así, en el lapso de un año, el Monasterio de Baranagore quedó formado por los jóvenes discípulos de Sri Ramakrishna. Su práctica espiritual era intensa pero el principio fue una dura vida de privaciones. Sin voluntad para salir a mendigar, vivían con lo que les llegaba y así sucedía que había días que no comían. Su vestimenta era muy precaria y compartían un dhoti y un chaddar que utilizaba aquel que tuviera que salir del math para presentarse decorosamente vestido ante la gente. Surendra Nath Mitra aumentó la suma destinada a la Orden y a menudo enviaba dinero extra o provisiones para asistirlos en su extrema pobreza. 

Math de Baranagore, 30 de enero de 1887

La mejor descripción de aquellos días en Baranagore proviene de Naren. Un día, un discípulo le preguntó cómo se mantenían en aquellos días. El rostro de Swamiji reflejó distintos sentimientos y súbitamente contestó: “¡Qué pregunta tonta la tuya! Nosotros éramos sannyasines. Jamás pensábamos en el mañana. Vivíamos de lo que traía el azar. Suresh Babu y Balaram Babu se han ido. Si ellos vivieran, danzarían de dicha a la vista de este Math. Suresh Babu fue quien ayudó a fundar el Math de Baranagore y el que proveía a nuestras necesidades. Quién podría igualarlo en compasión y fe?”. 

Luego, en un estado introspectivo prosiguió: “Hubo días en Baranagore en que no teníamos nada para comer. Si había arroz, faltaba sal. Hervíamos hojas de la enredadera Bimba y le agregábamos arroz y sal. Esa fue nuestra dieta durante meses. Vivíamos en una impetuosa marea de prácticas religiosas y meditación. Ante semejantes austeridades hasta los demonios huían. Cuanto más se interpongan las circunstancias en tu camino, más se manifestará tu poder interior. ¿Comprendes?”

A sus discípulos les hablaba con franqueza acerca de aquellos días de Baranagore. Con otros se mostraba reservado y reticente cuando le preguntaban sobre eso. 

Swmi Sadananda, uno de los primeros discípulos del Swami Vivekananda, al referirse a aquellos días, contó: Swamiji, bien temprano, cuando aún no había amanecido, se levantaba y llamaba a los otros. Pasada la medianoche, él y los otros monjes subían a la terraza del edificio y pasaban horas cantando cánticos de alabanza a pesar de las quejas de los vecinos. 

Tenían muchos visitantes y las horas transcurrían en el estudio de la filosofía, la ciencia y otras disciplinas además de la meditación, el canto y sus prácticas. Naren hablaba a los visitantes sobre la importancia histórica de la vida y enseñanzas de Sri Ramakrishna y su influencia en los jóvenes hindúes a quienes brindaba la verdadera comprensión de los ideales de adoración Hindú. 

Simultáneamente con estas actividades, los jóvenes monjes observaban los festivales religiosos. Una de las primeras celebraciones que hicieron fue la del Shivaratri, la noche de Shiva. Comenzaron el día cantando un himno a las glorias de Shiva que Naren acababa de componer. Pasaron el día en ayuno, oración y adoración. Durante la noche danzaron al son de los mantras en honor a Shiva. En la mañana siguiente encendieron un fuego Homa para hacer oblaciones a las deidades. 

En los momentos dedicados al estudio, Naren solía explicar los textos a sus hermanos-discípulos. Un día, hablando del Guita, dijo: “Dios reside en el corazón de todas las criaturas y las hace girar como si estuvieran atadas a una rueda. Piensen en la naturaleza real del hombre. Miren las estrellas. Son innumerables y cada una es un sistema solar. Nosotros venos sólo un sistema solar y conocemos apenas una fracción infinitesimal de todo eso. La tierra, comparada con el sol, es como una bolita y el hombre un insecto caminando por su superficie.” 

Luego dijo: “Tomen refugio en Dios, entréguense totalmente a sus pies. Sri Ramakrishna decía: “Dios es como una montaña de azúcar y tú eres una hormiga. Un grano de azúcar es suficiente. Dios es el infinito océano de misericordia. Él derramará su gracia sobre ti. Ruégale para que te proteja siempre. Todo lo que necesitas es repetir su nombre. El Maestro decía: “Fe es la única cosa esencial. Dios está muy cerca de nosotros, lo único que se requiere es fe para realizar esto.” 

Además del cu1to diario ante la imagen del Maestro, se ofrecía alimento. En el Aratrika (servicio vespertino), los monjes cantaban las estrofas adaptadas del himno que se canta a esa hora en Benares, en el templo de Vishvanath.

Sashi (luego Svami Ramakrishnananda) se dedicaba al servicio espiritual al Maestro. Era 'la madre' del Math, el guardián de los demás en asuntos prácticos arrancándolos literalmente de la meditación para que cumplieran con sus obligaciones cotidianas, enviándolos ya a bañarse, ya a comer. 

Para los devotos de Sri Ramakrishna y de Swami Vivekananda la palabra ‘Baranagore’ es sinónimo de práctica espiritual. Si el jardín de Dakshineswar estaba saturado con la divina presencia, en el Monasterio de Baranagore no pasaba menos. .Allí, esos jóvenes que se habían sentado a los pies de Sri Ramakrishna, desarrollaron fuerza y santidad. Aquel que penetraba en la esfera de su influencia, quedaba cautivo del espíritu de embriaguez por Dios en que vivían. Cada uno representaba un aspecto del Maestro. Ellos encendieron un fuego espiritual que habría de extenderse esparciendo en su marcha la enseñanza de Sri Ramakrishna.

Del libro "Vida de Swami Vivekananda" por sus discípulos de Oriente y occidente.

viernes, 28 de junio de 2013

Reminiscencias de Swami Vivekananda: Haripada Mitra

Swami Vivekananda
Babu Haripada Mitra, oficial de la Subdivisión de Bosques, con quien el Swami Vivekananda permaneció nueve días, relató en su diario lo siguiente: 

Jueves 18 de Octubre de 1892. Es la hora del crepúsculo. Un joven sannyasin vigoroso, de rostro alegre, vino a verme con un abogado amigo mío. Vi ante rní una figura serena cuyos ojos despedían luces como relámpagos, bien afeitado, llevando el hábito guerua y turbante del mismo color. Calzaba sandalias. De inmediato me sentí atraído hacia él. En ese tiempo, pensaba que todo sannyasin era un simulador; además yo era un escéptico con respecto a Dios y a la religión. Mi prirner pensarniento fue que este hombre vendría a mendigar algo o bien a pedirme alojamiento. 

Cuando entramos en conversación quedé sorprendido al comprobar que era muy superior a mí en todo sentido ¡y que no pedía nada! Le rogué que viniera a vivir conmigo, pero me respondió: "Estoy muy feliz con el Maratha; si lo dejara después de conocer a un bengalí, podría sentirse herido, además, toda su familia me trata con gran cariño. No obstante, lo pensaré y se lo haré saber.”' Luego prometió desayunar conmigo a la mañana siguiente.” 

Esa mañana Haripada Babu lo esperó largo rato. Como el Swami no llegaba, fue hasta la casa del Maratha para escoltarlo hasta su casa. Al llegar encontró allí reunidos a numerosos líderes Vakils, hombres cultos e instruídos, pandits y prominentes ciudadanos haciendo preguntas al Swami. Haripada se sentó entre todos ellos y escuchó con asombro las rápidas respuestas que el Swami daba en inglés, hindi, bengalí y sánscrito. Cuando los visitantes se retiraron, el Swami dijo a Haripada: “Le ruego me perdone por no haber cumplido mi promesa. Usted ve. No podía salir sin herir los sentimientos de todas estas personas. Haripada insistió para que el Swami fuera a. vivir a su casa a lo que él dijo que lo haría siempre que el Maratha accediese. Luego de mucho insistir por parte de Haripada, el Maratha consintió. Las pertenencias del Swami consistían de un kamandalú, un libro forrado en guerua y un texto en francés, sobre música, que el Swami estaba estudiando. 

Los tres días que el Swami pasó en la casa de Haripada Babu transcurrieron en constante conversación y discusión sobre temas religiosos con muchas personas cultas de la ciudad. Durante este corto tiempo muchas de las dudas que habían obsesionado a Haripada Babu, durante años, quedaron disipadas. Al cuarto día, el Swami dijo que debía continuar su camino porque "los sannyasines no deben permanecer más de tres días en una ciudad y solo un día en una aldea. Así se evita el apego a todo lo que ata a Maia.” Ante el vehemente ruego de su huésped, el Swami consintió en quedarse unos pocos días más.

El Swami le relató varios incidentes de su vida de monje errante luego de haber hecho el voto de no tocar dinero. A medida que proseguía el relato Haripada se dio cuenta de que, si bien el Swami lo contaba alegremente sin darle importancia, en realidad había pasado por mucho pesar, tribulación y peligro. Entre otras cosas, relató que una vez le habían dado comida tan picante que la sensación de quemadura en la boca y en el estómago lo molestó durante mucho tiempo. También le contó que durante cierto tiempo estuvo bajo la alerta y constante vigilancia de los detectives, quienes no perdían de vista todos sus actos y movimientos. El Swami creía que todo esto era el juego de la Madre, una alegre broma.

Su huésped descubrió que Swamiyi era versado, no sólo en religión y filosofía sino también en asuntos seculares. Con sorpresa le oyó citar un extenso fragmento de Los cuadernos de Mr. Pickwick. Le pareció muy extraño que un Sadhu estuviera tan familiarizado con la literatura secular y le preguntó cuántas veces lo había leído. Con estupor se enteró de que solo lo había hecho dos veces. Quiso saber cómo había podido memorizarlo con solo dos lecturas y el Swami contestó que cuando leía algo concentraba toda su mente. Dijo: “El poder de la mente surge del control de las fuerzas del cuerpo. La idea es conservar y transformar lo físico en energía mental y espiritual. El peligro está en dispersar o derrochar las fuerzas corpóreas en placeres desenfrenados, sin ningún control y, en consecuencia, perder las facultades retentivas de la mente.” Y agregó: “Haga lo que haga, dedique a ello toda su mente, corazón y alma.”

Haripada Babu dijo de él: “Swamiyi era un verdadero maestro. Sentarse frente a él no era como hacerlo ante un austero maestro de escuela. A menudo derrochaba alegría durante la conversación, llena de ingenio y buen humor, y reía jovialmente mientras impartía las enseñanzas más elevadas. Al momento siguiente resolvía abstrusas preguntas con tal gravedad que despertaba en todos un reverente temor. Llegaban a verlo personas de diversa naturaleza. Algunos atraídos por su gigantesco intelecto, otras para poner a prueba su erudición, algunos por motivos personales o para pedirle instrucciones. Y había quien llegaba para verlo y escucharlo o bien para pasar algunos momentos alejado de los problemas de la vida del mundo. Todos tenían libre acceso a él y sin excepción eran recibidos cordialmente. Era maravilloso ver de qué manera el Swami captaba las intenciones y sondeaba el carácter de cada uno. Nada quedaba oculto a su mirada penetrante que le permitía leer los más íntimos pensamientos. Había un joven que iba muy a menudo a verlo con la idea de convertirse en un monje y así eludir la obligación de continuar sus estudios para ingresar a la Facultad. Swamiyi, al verlo comprendió de inmediato sus intenciones y, con una sonrisa, le dijo: “Ven a mí para convertirte en un sadhu después de que hayas obtenido tu título de Master of Arts porque es más fácil obtener ese título que llevar la vida de monje.” Era fascinante observar de qué manera el Swami hechizaba el corazón de todos. Nunca olvidaré sus enseñanzas sentado bajo un árbol de sándalo en el parque de la casa.” 

Haripada Babu modificó notablemente muchas de sus conductas a partir de las enseñanzas del Swami. Él se había vuelto dependiente de ciertas drogas; el Swami le advirtió del peligro que ello significaba y le dijo que muchas enfermedades son de carácter nervioso y pueden ser erradicadas con un estado mental vigoroso. Y agregó: “¿De qué sirve pensar continuamente en la enfermedad? Manténgase animoso, viva una vida virtuosa, correcta. Procure que sus pensamientos sean elevados. Sea alegre, pero no se deje dominar por deseos que someten y debilitan el cuerpo o de los cuales se arrepentirá luego. Entonces, verá usted que todo irá bien. En cuanto a la muerte ¿qué importa si gente como usted o yo mueren? Por ello la tierra no se desviará de su eje. No debemos considerarnos tan importantes como para creer que el mundo se detendrá sin nosotros.” Desde ese día Haripada abandonó su hábito. 

Cada vez que recibía una observación o reconvención de sus superiores, que eran ingleses, Haripada Babu se exasperaba. Tenía un buen puesto y un sueldo importante. El Swami le dijo: “'Usted ha aceptado ese trabajo por el dinero y está pagado como corresponde ¿Por qué tortura su mente con esas pequeñeces y aumenta sus sufrimientos pensando en ellas constantemente. Nadie lo mantiene atado a nada. Usted está en plena libertad de renunciar si así lo prefiere ¿Por qué critica o censura a sus superiores? Si siente que su situación es irremediable, no culpe por ello a sus superiores. Cúlpese usted mismo. ¿Qué les importa a ellos que renuncie o no? Hay cientos listos para ocupar su lugar. Lo único que tiene que hacer es ocuparse de sus deberes y responsabilidades. Sea bueno y todo el mundo aparecerá bueno ante usted. Sólo verá lo bueno en los demás. Vemos en el mundo la imagen de lo que llevamos en el corazón. Abandone esa costumbre de encontrar faltas en los demás, y verá cómo gradualmente esas personas hacia quienes tiene mala voluntad cambiarán completamente su actitud hacia usted. Todos nuestros estados mentales se reflejan en la conducta de los otros hacia nosotros.” Estas palabras del Swami dejaron una impresión indeleble en Haripada y produjeron un cambio radical en su actitud. 

Por otra parte, Haripada había estado estudiando el Bhagavad Guita, pero se sentía incapaz de captar su esencia y sus enseñanzas y había dejado de hacerlo. Cuando oyó al Swami leer y explicar pasajes del libro se dio cuenta de su valor y sentido práctico en la vida diaria. Como él mismo cuenta en sus memorias, no sólo pudo apreciar el Guita bajo la cariñosa guía del Swami, sino también las obras de Thomas Carlyle y las novelas de Julio Verne.

En su diario Haripada contó lo siguiente: “Una noche leyó en un periódico que un hombre había muerto de inanición. Al ver en su rostro profunda tristeza y dolor, alguien le preguntó la causa y él comentó lo que acababa de leer. Agregó: “No es sorprendente que en los países de Occidente, a pesar de sus instituciones de caridad organizada y de beneficencia, mucha gente muera anualmente por la misma causa: la indiferencia de la sociedad. Pero en nuestro país donde la virtud siempre ha sido tenida en alto, hasta los mendigos reciben algo, aunque sea un puñado de arroz. Por lo tanto, no vemos muy a menudo casos de muerte por inanición, excepto en épocas de hambruna. Esta es la primera vez que me entero de que alguien ha muerto de inanición.” Pero Swamiyi -repliqué- ¿No es malgastar el dinero dar limosna a los mendigos? Por mi educación he aprendido que en lugar de beneficiarlos degradamos su naturaleza, porque con las monedas que les damos ellos se entregan a sus malos hábitos -como fumar cáñamo, etc. Es mucho mejor contribuir para la caridad organizada. 

"Con gran vehemencia el Swami respondió: “¿Por qué se preocupa usted pensando qué hace un mendigo con los pocos centavos que usted le da? ¿No es mejor para personas como usted que están en condiciones de hacerlo, darle algo y evitar así que él robe? Supongamos que él gasta esos centavos en cáñamo. Eso lo afectará a él únicamente. En cambio, cuando recurre al robo o a algo peor, ello afecta a la sociedad entera.”
Sabios consejos

Ya en aquellos días el Swami abogaba por reformas Respecto al matrimonio prematuro advertía a todos, y en especial a los hombres jóvenes, que tomasen una posición valiente contra esta costumbre que desvirtuaba a la sociedad hindú.

Un día Haripada le dijo: “Swamiyi, si de acuerdo con su consejo abandono la ira y el orgullo y considero a todos con un ojo de igualdad, mis sirvientes y subordinados se insolentarán y desobedecerán, y ni mis familiares me dejarán vivir en paz.” Él respondió: “Sea como la serpiente de la parábola de Sri Ramakrishna. Esta serpiente era el terror del lugar. Un día un sadu la hizo reflexionar sobre sus malos hábitos. La serpiente se arrepintió y el sadu le dio un mantra en el cual meditar y le aconsejó practicar la no-resistencia. La serpiente se retiró a un lugar solitario y comenzó a practicar. Después de cierto tiempo el sadu pasó por el lugar y encontró a la serpiente asi muerta como resultado de golpes y malos tratos. Ella le contó que había seguido sus consejos y que entonces, los que antes le temían ahora la maltrataban sin piedad. El Gurú le dijo: 'Hija mía, yo te pedí que no dañaras a nadie, pero no te prohibí que silbaras.” Desde entonces, a pesar de no dañar a nadie, ninguno se atrevió a maltratarla."

El Swami nunca respondía a una misma pregunta con las mismas palabras y el mismo ejemplo, sino que la convertía en un nuevo tema. Todos los que lo oyeron hablar en Belgaum quedaron más que sorprendidos por su vasto conocimiento de las ciencias físicas, conocimiento que él utilizaba para ilustrar los temas que trataba mediante paralelos científicos. Demostraba así que el propósito de la religión y de la ciencia eran uno y el mismo: la Verdad. 

De la religión pasaba a los asuntos sociales y manifestaba, con evidente tristeza, la lamentable condición de los campesinos de las aldeas que, como desconocían las leyes sanitarias y de higiene, utilizaban el agua de un mismo estanque o laguna para beber, bañarse y lavar la ropa. “¿Qué cerebros puede esperarse de tales personas?” -exclamaba el Swawi con desesperación. 

En las reuniones en Belgaum, a menudo se impacientaba con los fanáticos. Solía contarles la siguiente historia: “Un rey se enteró de que el príncipe de un territorio cercano se acercaba con el propósito de poner sitio al lugar e invadirlo. Para determinar cómo defenderse del ataque del enemigo convocó a toda la población. Los ingenieros aconsejaron levantar una alta muralla ·de tierra con un gran foso alrededor de la capital. Los carpinteros propusieron que la muralla fuera construída de madera, los zapateros sugirieron que esa muralla fuera de cuero, pero los herreros dijeron que debía ser de hierro. Llegó el turno a los abogados, quienes argumentaron que lo mejor era hacerles conocer su error por vía legal ya que estaba fuera de la ley confiscar la propiedad de otro. Finalmente opinaron los sacerdotes que declararon solemnemente que sólo haciendo sacrificios a los dioses lograrían ser invencibles. Mientras tanto, el enemigo avanzó, invadió y saqueó la ciudad. Y así son los hombres.”

Un día el Swami le contó de su intención de embarcarse para ir a América, al Parlamento de las Religiones de Chicago. Haripada quedó encantado con la noticia y comenzó a contarlo con entusiasmo proponiendo a la vez hacer una colecta para colaborar en los gastos. El Swami se opuso firmemente a este proyecto. 

Antes de que el Swami llegara a Belgaum, la esposa de Haripada le había expresado su deseo de ser iniciada por un Gurú. Él le había contestado: “Deberás elegir un Gurú a quien yo pueda venerar. Caso contrario tú no sólo no serás feliz sino que no cosecharás el menor beneficio. Si encontráramos un verdadero hombre santo, ambos tomaríamos iniciación de él.” La esposa estuvo de acuerdo. Ahora Haripada preguntó a su esposa si le agradaría ser discípula del Swami. Ella ya lo había pensado pero temía que el Swami no la aceptara. Dijo a su esposo que se consideraría más que bendita si el Swami accediese. Haripada dijo: 'Vamos a intentarlo. Si dejamos pasar esta oportunidad posiblemente nunca encontraremos otro como él.” Cuando Haripada le habló al Swami al respecto, él protestó y dijo: "Es muy difícil ser Gurú. Tiene que tomar sobre sí los pecados de su discípulo. Además, yo soy un sannyasin. Quiero liberarme yo mismo de todas las ligaduras y no agregar otras nuevas. El Gurú debe ver a su discípulo por lo menos tres veces antes de iniciarlo.” Pero Haripada no era persona de dejarse convencer fácilmente. Viendo su firme determinación el Swami Vivekananda finalmente los inició. 

Fragmento del libro: "Biografía del Swami Vivekananda" por sus discípulos de Oriente y Occidente

martes, 25 de junio de 2013

Swami Vivekananda: experiencias como monje errante

Swami Vivekananda

En su vida como parivrayaka (monje errante), el Swami vivió muchos incidentes acerca de los cuales conocemos algunos por su relato.

Una vez tuvo una extraña visión: vio un hombre de cierta edad parado a las orillas del Indus cantando himnos védicos con una entonación distinta a la actual. El Swami sintió que había recuperado las cadencias musicales de los primitivos arios. Esto fue lo que escuchó: 

“¡Oh, ven Tú, el Efulgente, el Dador de bendiciones,
significado de Brahman en tres letras! 
Salutaciones a Ti, Oh Gayatri, 
Madre de los mantras védicos, 
Tú, que has surgido de Brahman!”


Un discípulo registró lo que había sucedido cuando el Swami descendió en la estación Tari Ghat del siguiente modo: 

El Swami descendió del tren en Tari Ghat, en las Provincias Unidas, un mediodía muy caluroso. Sus pertenencias se reducían al hábito color ocre y a un pasaje de tercera clase. No poseía ni siquiera un kamandalú. El jefe de la estación no le permitió permanecer en el refugio de la estación, así que se sentó en el suelo, en el sector destinado a los pasajeros de tercera clase. 

Un hombre de edad mediana, del norte de India, un comerciante, un baniya, se sentó sobre una alfombra bajo el cobertizo, casi frente al Swami. Este hombre ya se había divertido a expensas del Swami cuando el tren se detenía en las estaciones y el Swami se veía imposibilitado de conseguir agua por falta de dinero. Entonces, el baniya, mientras bebía, le había dicho con sarcasmo: “Mire amigo, qué pura es esta agua. Usted, por ser un monje que ha renunciado al dinero, no puede comprarla y. tiene que privarse de ella. ¿Por qué no gana dinero como yo y vive cómodamente?” Cuando descendieron en Tari Ghat, siguió del mismo modo. Mientras comía, le dijo: “Mire qué sabrosos puris estoy comiendo. Usted, como no tiene dinero tiene que contentarse con una garganta reseca y un estómago vacío.” El Swami lo miraba sin inmutarse. 

De pronto apareció uno de los habitantes del lugar con un paquete de comida, un vaso, un mantel bajo el brazo y una jarra de arcilla con agua. Rápidamente extendió el mantel en un lugar limpio, colocó todo lo que traía y llamó al Swarni: 'Venga Babaji y coma lo que traje para Usted.” El recién llegado insistió: “Venga Babayi, Usted tiene que comer esto.” El Swami le respondió: “Me parece que está en un error, amigo mío. Tal vez me ha confundido. No recuerdo haberlo visto antes.” 

Entonces el hombre dijo: “Señor, soy un vendedor de golosinas. Estaba durmiendo la siesta y soñé que Sri Ramji me lo señalaba a Usted y me decía que le hacía sufrir verlo sin comer desde ayer. Luego me dijo que me levantara, preparara algunos puris y carry y se los trajese. Me desperté, pero convencido de que había soñado, seguí dumiendo. Pero Sri Ramyi vino otra vez y me empujó de la cama para que cumplíera su pedido. Rápidamente preparé lo que traje, junto con agua fresca y una alfombra. Venga y coma antes de que se enfríe.” El Swami le agradeció pero éste dijo: “No me agradezca nada. Todo es la voluntad de Sri Ramyi.” El insolente baniya, avergonzado, le pidió perdón al Swami.

Fragmento del libro "Vida de Swami Vivekananda"  por sus discípulos de Oriente y Occidente.