Swami Vivekananda |
Cada alma está destinada a la perfección y cada ser, finalmente alcanzará esa estado. Cualquiera sea nuestra condición actual es el resultado de lo que hemos hecho o pensado en el pasado; lo que seremos en el futuro será el fruto de lo que hacemos y pensamos ahora; pero ésto no excluye la ayuda externa. Las posibilidades del alma son siempre aceleradas por algún estímulo externo, mucho más aún, en la vasta mayoría de los casos esa ayuda es casi absolutamente necesaria.
Las vivificantes influencias llegan de afuera y trabajan sobre nuestras potencialidades y entonces el crecimiento comienza, se inicia la vida espiritual y el hombre se torna, al final, en santo y perfecto.
Ese alentador impulso no puede ser recibido de los libros. El alma solo puede recibir impulso de otra alma. Podemos estudiar libros toda una vida, podemos volvernos intelectualmete muy aptos, pero no lograremos ningún desarrollo espiritual.
Estudiando libros, muchas veces tenemos la errónea idea de que hemos recibido ayuda espiritual, pero si nos analizamos hallaremos que el intelecto fue mejorado y no así el espíritu; esa es la razón por la cual casi todos podemos hablar maravillosamente de temas espirituales pero cuando llega el momento de la acción nos reconocemos lastimosamente deficientes.
El alma de quien proviene ese incentivo es llamada Gurú, maestro, y el alma a la cual ese aliento es transferido es llamado discípulo, estudiante.
Para transmitir esa fuerza, en primer lugar el alma de quien proviene debe poseer el poder de comunicarla a otra persona; en segundo lugar el objeto receptor de dicho estímulo tiene que ester apto para ello, la semilla viva y el terreno recién arado! Cuando ambas condiciones están colmadas, un maravilloso crecimiento en la religión tiene lugar. Cuando el podar que atrae en el alma receptiva está completo y maduro el poder que responde a dicha atracción aparece.