lunes, 5 de diciembre de 2011

Clases de Raya Yoga - Sexta clase


Decíamos que durante el período de concentración profunda el Purusha, el Ser, se queda en el estado sin modificación. ¿Y que ocurre entonces? Patányali se da cuenta que el yogui está practicando. Cuando llega el estado de concentración profunda, entonces está en sí mismo. En otros momentos ¿qué ocurre? Dice Patányali: en otros momentos, el yogui está identificado con las modificaciones.

Sabemos que somos el resultado de nuestros pensamientos.

El hombre, cuando está con cólera, es colérico. En ese momento, él no recuerda otros estados, y según el grado de identificación mental, esta es completa o incompleta. Cuando no tiene, ni se acerca a modificación alguna, es decir, en el momento de concentración profunda, el yogui está en sí mismo.

¿Por qué necesita concentración?

¿Por qué cada uno de nosotros no puede estar en sí mismo? Patányali sabía como pensamos.

Muchos de nosotros hemos dicho en nuestra vida: “Lo que soy, soy.” Pero, Patányali nos dice: “Tu estado no es este.” Para ser lo que somos, necesitamos un estado donde no hay modificación mental alguna.

La existencia pura, significa ausencia de manifestaciones mentales.

Para un principiante es duro comprender que el ser humano puede vivir en el estado supremo que prometen los yoguis. Ese estado es muy difícil de comprender. Vivimos continuamente en estado modificado. “Soy bueno, soy malo, soy hijo, soy padre, soy pobre, soy amigo, ...” Díganse cada uno de ustedes: “Yo soy.” Verán que dificultad hay en detenerse ahí. Y yo soy, eso, que soy. Porque sino no hay ningún “yo soy” para los seres ordinarios. Y para saber que “yo soy” es absolutamente necesario tener el concepto de “yo soy”. Sino, “como soy” nunca lo sabremos. Yo soy el Swami Vijoyananda. ¿Qué representa el Swami Vijoyananda? En todos los momentos yo estoy sufriendo una serie de modificaciones. Estoy caminando, pensando, comiendo, etc. El único estado puro, es aquél en que no hay ninguna modificación. Todo el resto pertenece al estado modificado.

A muchos de nosotros nos pasa que no sabemos aceptar un cambio. Tenemos dos puntos de vista: No hay posibilidad alguna de cambio total. ¿Por qué? Para los yoguis existe el concepto de que hay seres individuales. Como ese ser individual nunca queda cambiado o tocado por cualquier cambio que ocurra, por su conocimiento directo, por su estado de inadvertencia o por sus trabajos anteriores. Él siempre está libre, es libre. Y ese estado no permite ningún cambio total. Por ejemplo: Un abogado no es cien por cien abogado. Porque algunas veces dice “yo” y recuerda que en ese momento no es “Doctor”.

Un esclavo atado, cuando siente que no hay manera de romper sus cadenas, idea el concepto de alcanzar la libertad en un sitio limitado, y dice: “Yo soy mentalmente libre.” Eso es porque hay un estado muy íntimo de cada individuo, que es el estado libre.

Y ¿cuándo se es libre? Cuando no hay modificación de la substancia mental. Si el esclavo recuerda su estado de esclavitud, no puede pensar: “Yo soy libre”.

Patányali nos dice más adelante: “La mente sufre los cambios para llegar a ese estado sin modificación.”

“Las modificaciones de la mente son de cinco clases; algunas son dolorosas y otras no.” (YSP 1.5)


Estas modificaciones son: 

1°) Conocimiento directo (evidencias o pruebas). 

2°) No discernimiento. 

3°) Ilusión, alucinación verbal. 

4°) Sueño (profundo). 

5°) Memoria. (YSP 1.6)


Las pruebas o evidencias son:

1°) Percepción directa. 

2° ) Inferencia. 

3°) Testimonio o evidencia competente. (YSP 1.7)


La más importante de las pruebas es la percepción directa; luego la inferencia. Veamos de que se trata la evidencia competente o testimonio: el señor X, nunca me ha mentido. Yo lo conozco en diferentes situaciones: alegría, tristeza, exaltación, calma, etc., y siempre me ha dicho la verdad. Cierta vez dice algo que para mi cerebro es casi imposible de aceptar. Y tenemos la evidencia competente de que nunca me ha mentido, y entonces, tengo que creerle.

El ser tiene que ser libre de todas las modificaciones, y según Patányali, el único camino es la concentración. ¿Por qué? El monista de la escuela del Vedanta dice: “Yo no fui lo que había pensado y no soy lo que pienso. Yo soy invariable.”

Patányali dice: “Yo quiero la percepción directa.” Y ésto es posible cuando la mente tiene una sola idea. Sino, todas las percepciones son incompletas e imprecisas y por eso, momentáneas.

El hombre con las ideas de porvenir y de pasado, es un mal yogui. ¿Por qué? Porque permite el surgimiento de ondas mentales. Por eso necesitamos la práctica de la concentración.

He oído que dan muchas prácticas de concentración. Mi experiencia de veinticinco años de monje, me ha hecho categórico en mi propia práctica; para mí: “Dios es omnipresente”, es un concepto, y “Dios es bondadoso”, es otro concepto; y no puedo mezclarlos. A la omnipresencia yo la arreglo en varias formas y lo mismo a la omnipotencia y a la bondad, y luego las combino.

Creo que una de las cosas que más raramente he encontrado en mi vida, es la fidelidad. Es que el hombre está demasiado abocado a la vida de modificaciones que lo obliga a ser insincero. Pero la ventaja, si es que puede llamarse ventaja, es que él no se da cuenta. El amante de las modificaciones y de la idea de muchos, nunca sabrá lo que es la sinceridad en toda su plenitud. La omnipresencia es la misericordia, no es la misericordia omnipresente, ni la omnipresencia es misericordiosa. Amor sin pureza no existe, y pureza sin amor tampoco. Son fases de una idea que siempre es inefable.

El ser humano, desde el comienzo de la vida, ha tratado de expresar lo inexpresable. Y haciendo eso, según Patányali, el hombre se sale. Y para salir, el hombre hace caminar, hace modificar la substancia mental, y cuando ocurre esa modificación, el hombre se olvida que su naturaleza es completamente libre y pura, se identifica con el cambio.

Muchas veces repitiendo la misma cosa, quedamos acostumbrados a la ideal de que somos esa cosa que repetimos.

La realidad no tiene la culpa. Nosotros hemos sido constantemente los adoradores de toda irrealidad. Por eso nos cuesta tanto dominar esa mente acostumbrada a las modificaciones.

Por eso hay que estar tranquilos. El inquieto, antes que el cuento haya terminado comienza a preguntar: “Y...?...y ... ?...y.... ?” Ustedes han notado que hay gente que asiste a conferencias. Vienen y enseguida se van. ¿Por qué? No tienen la costumbre de formar opinión después de cuarenta y cinco minutos. Quieren dar la opinión enseguida. Los que son amantes de las modificaciones, enseguida tienen que opinar.

El yogui sabe que el que llega a conocer el secreto de no identificarse con las modificaciones, vive feliz. Los momentos cortos en que hemos sentido felicidad, y que podemos recordar, son los momentos en que hemos tenido menos modificaciones mentales. Pensando constantemente, repitiéndose a menudo que es varón, el hombre de hoy piensa que realmente es varón. Pero ¿dónde está el concepto de varón? En el cuerpo solamente. El placer o el dolor pueden llevar el sello de varón o mujer. Sin embargo, hay gente tan audaz que dice que hay placeres de varones que no son posibles para las mujeres. Pero el placer, cuando llega a su forma más sutil, no tiene ningún sello de varón o de mujer.

Según Patányali debemos tener un solo tema, una sola idea en la mente. No es incorrecto, ni es malo decir: “Dios es omnipotente”; “Dios es bondadoso”, pero para el practicante que quiere llegar a Dios, un solo rasgo es suficiente. Si seguimos con varias ideas, el cariño a Dios no queda concentrado.

¿Ven ustedes cómo nos identificamos con las modificaciones? En nuestra Orden tenemos un término: Neaca. Es aquella persona que comete el mismo error repetidas veces. Cuando deja de actuar para producir ese error, llora. Pero luego, lo sigue repitiendo. Desgraciadamente, este mundo está lleno de personas que se han identificado con las modificaciones; este mundo esta lleno de Neacas.

Hay muchas cosas que gobiernan nuestro ser y sin embargo gritamos que somos libres hasta quedar roncos. Libre es aquel que no tiene modificaciones. Él permanece como un testigo. Alrededor suyo, y casi podemos decir en su interior, las modificaciones surgen y desaparecen, pero el queda incólume, sin modificaciones.

Cuando queremos corregir una serie de errores nuestros, estamos muy mal parados, porque no conocemos el proceso y no sabemos donde atacar. Cierta vez, mi gurú, para demostrarme que yo sostenía inconscientemente el estado de ladrón, me llevó a un pequeño rosedal que teníamos en Belur, y me dijo: “Parate frente a ese rosal. Bien. Ahora dí en voz alta lo que estás pensando.” Yo dije: “¡Qué lindas rosas! ¡Qué colores! ¡Y qué grandes! Voy a sacar una y la llevaré a....” Él me interrumpio: “¡¡Basta!! ¿Ves?...Yo he visto aquí una costumbre: Van a una casa de visita y si hay flores, lo primero que hacen es decir: ‘¡Qué lindas flores!’, y de inmediato acercan sus narices para olerlas. Es una idea de posesión inconsciente, muy grabada.”

Patányali siempre insiste que para ser un yogui, hay que llevar una vida de constante alerta. ¿Para qué? Para saber lo que está ocurriendo. Porque el que no lo sabe, no ha adquirido el derecho de arreglar su propia vida. Y el que no puede arreglar su propia vida, se ocupa de la del vecino.

El yogui dice: “La naturaleza se ha manifestado en todas las formas. Usted puede saber todo el secreto, si sabe el secreto de mantenerse alejado, y ese alejamiento es posible, cuando por medio de la práctica de la concentración llegamos a saber lo que somos en verdad.” 

Rev. Swami Vijoyananda
5 de septiembre de 1944








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