viernes, 2 de diciembre de 2011

Clases de Raya Yoga - Quinta Clase


El propósito de los distintos métodos y escuelas de Yoga, o métodos y escuelas de Vedanta, y de otras escuelas existentes en la India, es y será que el hombre empiece a gozar aquí del estado de libertad.

Por libertad comprendemos distintas cosas, porque somos distintos unos de otros. La expresión vulgar de libertad es muy egoísta: “Tiene que llegar todo a mí; no importa que otros sufran.” La otra acepción es más grande. Mientras nuestro concepto de yo quede limitado a nuestra individualidad (cuerpo físico, necesidades físicas y biológicas), somos apenas seres humanos. Todavía no nos despegamos del plano de animalidad. A través del Raya Yoga, Jnana Yoga y Karma Yoga, el hindú ha tratado de sublimar, y más adelante de superar, el yo.

Algunos han interpretado que esto quiere decir aniquilar su yo; pero no hay nada que pueda destruir nuestro yo; podemos destruir nuestro cuerpo, pero no puede aniquilarse el yo. Eso sí, puede modificarse. Porque el concepto de yo individual, es un concepto pasajero. El cuerpo y todo lo que pertenece al cuerpo, es un concepto muy difícil de vencer.

La universalidad no es un conjunto de individualidades. No es la suma total de tantos millones de almas. Porque es una, es indivisible. El que adora a su yo limitado está incapacitado para comprender que haya tal concepto universal. No podemos trazar un arco y dejar debajo todas las cosas que producen sufrimiento. He oído muchas veces, que hay personas que dicen que sin experiencia personal no hay convencimiento, y siguen haciendo experiencia trás experiencia por mucho tiempo. No es necesario. Para una persona despierta una sola experiencia le es suficiente para conocer.

Ya que estamos hablando de Raya-Yoga, diré que el Raya-yogui sabe que la energía vital o Prana en su cuerpo y mente, no es más que una manifestación de la energía universal o Mahaprana, la gran energía. Hasta que no dejamos la idea del yo limitado, es inútil. Hay en todas partes personas que quieren ser coleccionistas de cultura. Ustedes, tengan vida propia y no se conviertan en artículos para ser comentados por los demás. Estamos gastando toda nuestra vida con la idea: ¿qué le parece? Tenemos que salir de ese ¿qué le parece? No a golpes ni a empujones, pero sí, teniendo el propósito de encontrar esa presencia indivisible. Y en todas las épocas y lugares está esa presencia; la han llamado con distintos nombres: los materialistas la llaman energía. Otros dicen que es energía, pero la usan para su bienestar personal.

Ustedes saben que lo que han logrado en esta vida, ya sea material o mental, lo han logrado queriendo. Porque queriendo han virado hacia el universalismo y en el universalismo, el egoísmo da marcha atrás. El Uno es lo puro. Dos es uno más uno. Por eso en todos los caminos, en todos los yogas, hay ese esfuerzo hacia la purificación.

Cada escuela ha llegado a la misma conclusión: que se necesita disciplina severa durante el período de purificación. Pero no todo es llanto, no todo es sufrimiento, porque nadie puede esperar tanto tiempo sin alcanzar algo.

Cualquiera sea la forma de religión y de práctica, se necesita una mente excepcionalmente fuerte, porque aquí toda la apariencia es no real, es irreal. Para vivir sabiendo que todo esto no es real, necesita una actitud heroica. Todo esto es irreal, sin embargo estoy aquí, no estoy peleando con nadie. Es la actitud de los santos.

Raya-Yoga es el único camino que da resultados inmediatos; pero es difícil de practicar cuando hay movimiento. Si alguno de ustedes quiere practicar Raya-Yoga, yo no le voy a impedir que lo haga, aunque aquí es imposible.

De vez en cuando todos nosotros, o algunos, sentimos un arranque por tratar de comprender que existe esa existencia indivisible. A nadie le faltan esos arranques, pero no los cuidamos debidamente y los perdemos. Así, la manifestación de Prana requiere absoluto control. Sin ese control no puede encontrarse.

El Raya-Yoga puede ser una buena lectura, pero sin práctica no vale nada. Especialmente el capítulo de poderes es muy atractivo. Por eso, nosotros en la India tomamos mucho cuidado al enseñar Raya-Yoga. Yo seguiré explicando los aforismos de Patányali y la filosofía, pero no haré mucho hincapié en los poderes.

Todos los grandes seres han prestado poca atención a su yo. Siempre han tratado de dar alegría a los demás, de ayudarles, de hacerles bien. Los más grandes son los que no han tenido ningún concepto divisorio de razas, credos, castas, etc. Por eso decimos que el ser humano adora más a las Encarnaciones Divinas que a Dios. Es muy justo. Aquí hay millones de cristianos, pero todos tratan directamente con los santos o con Jesús. Nadie trata directamente con Dios.

El Swami Vivekananda sufría enormemente después de la muerte de su padre, que fue un gran abogado. Su familia se encontró de pronto en la pobreza, y hasta comenzó a faltarles la comida. El Swami Vivekananda se presentó, entonces, a Ramakrishna y le rogó que pidiera a su Divina Madre. Ramakrishna le dijo que pidiera él directamente. El Swami Vivekananda fue él mismo al templo y la Divina Madre se le apareció. Pero ¿creen ustedes que Vivekananda pidió alimento para sus familiares? No, es su lugar pidió: “¡Oh! Madre, dame discernimiento, desapego, etc.”, y se fué. Cuando salió del templo, se dijo a sí mismo por qué había sido tan tonto. Y nuevamente volvió a presentarse ante la Divina Madre. Una vez más volvió a pedir lo mismo. Luego comentaba con otros swamis: “¿Crees que puedes rebajarte a pedir algunos granos de arroz, ante la inmensidad de la Dicha?”

El proceso es escalar grado por grado. Los que quieran ver, los que deseen saborear, tienen que someterse a las disciplinas adecuadas. Raya-Yoga nos enseña bien claramente que nosotros debemos hacer ciertas experiencias para tener fe. Hay muchas doctrinas; cada día surge una nueva. Ustedes han aprendido que el hinduísmo es politeísmo, porque nosotros adoramos a muchos dioses. Pero, tenemos la sinceridad de decir “qué” es lo que adoramos. En cambio ustedes ¿a quiénes adoran?

La erudición libresca, sola, no lleva a nada. Cierta vez, un amigo me dijo que podía explicar el Bhagavad Guita de dieciocho formas distintas. Yo le dije: “¿Pero usted qué sabe?” Tenemos sed. Sed de saber. Y saber es bueno, pero debemos saber de un modo tal, que ese conocimiento forme parte integral de nuestro ser. Muchos de los que me oyen comentan: “Ah! sí, el Swami es muy bueno! Pero...” Y en ese “pero” encierran muchas cosas. Cosas que deben dejar, placeres que deben privarse, etc.

Rev. Swami Vijoyananda
(Luego de dos ausencias a las clases (25 y 29 de agosto), motivadas por la muerte de un amigo íntimo, el Swami ha resuelto dar hoy una clase aparte de yoga; la próxima clase continuará con la explicación de los aforismos de Patányali.)
Quinta clase - 1 de septiembre de 1944

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