La narración de este episodio de la vida de Khoka Maharaj (Swami Subodhananda), forma parte del artículo SWAMI SUBODHANANDA, RADIANTE SIMPLICIDAD, que el Swami Divyasukhananda publicó en el Prabuddha Bharata del mes de enero de 2009.
Pregunta: “Cuando meditamos, ¿deberíamos concentrarnos solamente en la forma del Maestro o también en sus atributos?”
Swami Subodhananda: “¿Cómo puedes así nomás de entrada meditar en el Maestro? Debes recordar de llevar contigo a alguien más, la Santa Madre o Rakhal Maharaj, a quienes has visto. No hace falta que lleves contigo a nadie más.”
Déjame contarte algo que sucedió realmente:
En Ranchi la esposa de cierto caballero llamada Kusum me había oído hablar sobre el Maestro. Ella recibió iniciación espiritual [de mí]. Tenía mucha devoción y amor por mi.
Una noche Kusum murió. Era la 1:30 de la madrugada. En ese mismo instante, el señor Mukherji y su mujer, vecinos de Kusum, me vieron llevándola de la mano. Era una noche iluminada por la luna. Mukherji, atónito, llamó a su mujer y ambos observaron cómo yo me llevaba a Kusum. Ellos comenzaron a preguntarse: “Siempre que el Swami pasa por el vecindario por alguna razón, nos viene a visitar. ¿Por qué entonces se va de esta manera? ¿Qué significa esto?” Los Mukherji no podían entender lo que veían. Más tarde, cuando narraron todo el incidente y me interrogaron sobre lo ocurrido, dije: “No se, no puedo decirles nada ahora; si puedo, se los diré más adelante.”
Un tiempo después, fui a Kashi, donde me enfermé. Tenía disentería y dolor en los miembros. Como estaba muy inquieto por el dolor, recordé a Kusum, ya que ella, ante el menor indicio de que yo estuviera enfermo, acostumbraba a venir corriendo y servirme. En ese momento, al recordarla, dije: “Kusum, ¿dónde estás ahora? Aquí estoy sufriendo tanto, y ¿quién está para cuidarme?” Después de decir esto, comencé a dormitar y fue entonces que vi a una niña de 8 a 9 años a mi lado. “¿Quién eres?” le pregunté. “Soy Kusum”, dijo. “Por qué viniste?” “Usted me llamó, por eso vine.” “¿Dónde estabas y qué estabas haciendo?” “Bueno, usted me enseñó que sirviera al Maestro. Estaba con Él, sirviéndolo.” Le pedí que me abanicara y ella lo hizo, sentí la agradable brisa. Entonces le pregunté: “Dime ¿qué ocurrió cuando moriste? ¿Quién te tomó de la mano?” Al escuchar esto, Kusum dijo: “Después de dormir una noche, no recordamos ni siquiera los acontecimientos de un día. Ahora pasaron tantos nacimientos, ... ¿sobre cuál de ellos me está usted preguntando?” Cuando le conté lo sucedido en Ranchi, ella me dijo: “La noche en que morí, mi sufrimiento fue terrible, pero no lo olvidé a usted. Estaba recordándolo, cuando usted vino, me tomó de la mano y dijo: “Ven conmigo”. Lo seguí al instante. Después de haber caminado un largo trecho, empecé a hablarle, creyendo que estaba hablando con Khoka Maharaj, Swami Subodhananda. Entonces la persona que estaba teniéndome de la mano me dijo: “Yo no soy Khoka Maharaj.” “Entonces ¿quién es usted?”, pregunté. “Yo soy aquel a quien Khoka Maharaj te pidió que adoraras.” “Entonces, ¿por qué su aspecto es como el de Khoka Maharaj?” “De otro modo ¿cómo me hubieras reconocido? Es por esa razón que asumí la forma de Khoka y te traje hasta aquí.” “Si es así,” le dije, “muéstrame por favor Tu propia forma.” Entonces, el Maestro asumió su propia forma. ¡Qué luminosa, serena y dulce era su presencia! Difícilmente puedo expresarlo en palabras.
Ahora mismo estaba yo con el Maestro. Usted me llamó varias veces, así le dije que usted estaba llamándome y que yo iría a ver lo que usted quería decirme.”
Entonces yo le dije a Kusum: “Muy bien, ahora puedes ir allá de donde viniste.” E inmediatamente la niña se fue.
Déjame contarte algo que sucedió realmente:
En Ranchi la esposa de cierto caballero llamada Kusum me había oído hablar sobre el Maestro. Ella recibió iniciación espiritual [de mí]. Tenía mucha devoción y amor por mi.
Una noche Kusum murió. Era la 1:30 de la madrugada. En ese mismo instante, el señor Mukherji y su mujer, vecinos de Kusum, me vieron llevándola de la mano. Era una noche iluminada por la luna. Mukherji, atónito, llamó a su mujer y ambos observaron cómo yo me llevaba a Kusum. Ellos comenzaron a preguntarse: “Siempre que el Swami pasa por el vecindario por alguna razón, nos viene a visitar. ¿Por qué entonces se va de esta manera? ¿Qué significa esto?” Los Mukherji no podían entender lo que veían. Más tarde, cuando narraron todo el incidente y me interrogaron sobre lo ocurrido, dije: “No se, no puedo decirles nada ahora; si puedo, se los diré más adelante.”
Un tiempo después, fui a Kashi, donde me enfermé. Tenía disentería y dolor en los miembros. Como estaba muy inquieto por el dolor, recordé a Kusum, ya que ella, ante el menor indicio de que yo estuviera enfermo, acostumbraba a venir corriendo y servirme. En ese momento, al recordarla, dije: “Kusum, ¿dónde estás ahora? Aquí estoy sufriendo tanto, y ¿quién está para cuidarme?” Después de decir esto, comencé a dormitar y fue entonces que vi a una niña de 8 a 9 años a mi lado. “¿Quién eres?” le pregunté. “Soy Kusum”, dijo. “Por qué viniste?” “Usted me llamó, por eso vine.” “¿Dónde estabas y qué estabas haciendo?” “Bueno, usted me enseñó que sirviera al Maestro. Estaba con Él, sirviéndolo.” Le pedí que me abanicara y ella lo hizo, sentí la agradable brisa. Entonces le pregunté: “Dime ¿qué ocurrió cuando moriste? ¿Quién te tomó de la mano?” Al escuchar esto, Kusum dijo: “Después de dormir una noche, no recordamos ni siquiera los acontecimientos de un día. Ahora pasaron tantos nacimientos, ... ¿sobre cuál de ellos me está usted preguntando?” Cuando le conté lo sucedido en Ranchi, ella me dijo: “La noche en que morí, mi sufrimiento fue terrible, pero no lo olvidé a usted. Estaba recordándolo, cuando usted vino, me tomó de la mano y dijo: “Ven conmigo”. Lo seguí al instante. Después de haber caminado un largo trecho, empecé a hablarle, creyendo que estaba hablando con Khoka Maharaj, Swami Subodhananda. Entonces la persona que estaba teniéndome de la mano me dijo: “Yo no soy Khoka Maharaj.” “Entonces ¿quién es usted?”, pregunté. “Yo soy aquel a quien Khoka Maharaj te pidió que adoraras.” “Entonces, ¿por qué su aspecto es como el de Khoka Maharaj?” “De otro modo ¿cómo me hubieras reconocido? Es por esa razón que asumí la forma de Khoka y te traje hasta aquí.” “Si es así,” le dije, “muéstrame por favor Tu propia forma.” Entonces, el Maestro asumió su propia forma. ¡Qué luminosa, serena y dulce era su presencia! Difícilmente puedo expresarlo en palabras.
Ahora mismo estaba yo con el Maestro. Usted me llamó varias veces, así le dije que usted estaba llamándome y que yo iría a ver lo que usted quería decirme.”
Entonces yo le dije a Kusum: “Muy bien, ahora puedes ir allá de donde viniste.” E inmediatamente la niña se fue.
Swami Subodhananda |
Del Swami Subodhanander Smritikatha, 32 – 3.
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